Conocer(nos)
Este post tenía otro título, pero se me olvidó.
¿Es miedo? ¿Es apatía? ¿Es dolor? ¿Es desinterés? Sinceramente no lo sé, pero lo que sea nos está ganando.
No sé si es falta de consideración o si es el hecho de que nos importan muy poco todas las cosas que no son sobre nosotros mismos. A lo mejor es más fácil encerrarnos en la burbuja de seguridades, con las cosas bonitas que nos decimos, con las mentiras que nos contamos. Y lo entiendo bien porque hablo de mí misma. Y lo entiendo rebien porque muchas de esas cosas las usamos como mecanismos para sobrevivir a tantos golpes que nos da la vida. Al amor, a las amistades, a las relaciones de familia, al trabajo. A todo.
Nos guste o no, necesitamos la interacción humana o enloqueceríamos. Pero qué difícil es abrirse con una persona y contarle detalles personales sobre tu vida y sentir que no le importa, pese que antes manifestaba algún grado de interés. Es como chocar contra una pared. Y luego: arrepentimiento, temor, un poco de pena, tristeza y nuevamente encierro.
¿Por qué nos cuesta tanto conocernos, hacer amigos, confiar?
Lo que yo creo es que le tememos a la cercanía y a la apertura. Le tememos al hecho de abrirnos a los demás y acercarnos. Y paniqueamos cuando otros se abren y se acercan. Es un laberinto de emociones.
Lo que nos queda es seguirlo intentando. Alguna de esas veces encontraremos personas que se identifican con nuestros intereses, que entienden nuestra historia, que no juzgan, que aceptan y aprenden a querernos tal como somos. Y más importante: son personas con las que te identificas, cuya historia comprendes, a quienes no juzgas y a las que aceptas y quieres solo porque sí.
La vida es reciprocidad.
¿Y si nos damos la oportunidad de conocernos? ¿Y si nos dejamos querer un poquito? No me malinterpreten, por favor. No estoy hablando solo de relaciones de pareja. Esto aplica para todas las esferas de la vida. No vamos a recibir el amor que no estamos dispuestos a dar.
Ahora toma mi mano y camina conmigo, seguro nos vamos a divertir.
