(Re)construir
Me gusta escribir sobre las cosas que me pasan para recordar. Porque lo que no escribo lo olvido.
Hace dos años volví a casa con un par de cajas llenas de libros, ropa y otro montón de cosas que me recordaban el terremoto que acababa de sacudir mi vida. También volví con el corazón roto y con la cabeza rebalsando de pensamientos. Historia antigua en tiempos en que la vida exige que sigamos adelante. Rápido o despacio, lo que importa es que todo pasa y que nadie se muere de amor… como dicen las canciones.
A dos años de todo lo que pasó sigo sin comprender por qué permití que mi corazón sufriera tanto, pero sé que todo lo que he aprendido tiene un propósito. Y no lo digo por lamentarme. Ya perdoné y me perdoné.
A dos años del vuelco que dio mi vida por fin puedo ver algunos frutos de la reconstrucción que tuve que hacer, especialmente en el plano emocional. Además de valorarme y quererme, estoy aprendiendo a querer con honestidad, a aceptar que no puedo controlar todo y a no permitir que las cosas que no están bajo mi control me roben la paz.
A dos años haber empezado a reconstruirme sigo aprendiendo a no temer al rechazo. Y aunque a veces me siento marcada por la sociedad, eso no impide que mi corazón crea y desee querer.
A dos años de haber decidido ser feliz he comprendido, finalmente, que debo ser paciente porque a su debido tiempo voy a ver cumplirse el deseo más profundo de mi corazón. Y entonces quizás vendré y les contaré que todo es posible porque así lo creo desde hoy y para siempre. Y porque querré escribirlo para recordarlo.