Minecraft y Educación
Minecraft es un juego ambientado enteramente en un mundo 3D que tiene como principal objetivo construir y explorar. Curiosamente, también es uno de los videojuegos más populares entre los niños y un excelente dispositivo pedagógico.
Minecraft, un juego ambientado enteramente en un mundo 3D, tiene como principal objetivo algo tan simple como interesante, la construcción y la exploración.
Si bien a simple vista no parecería aportar nada nuevo y podría incluso hasta engañarnos por su simpleza, su exploración en el mundo de los videojuegos ha desencadenado su potencial aplicabilidad tanto en el aspecto lúdico como en el educativo. Minecraft no es más que un juguete de construcción como muchos otros juegos que se encuentran en el mercado —como es el caso de LEGO, que también ha creado plataformas virtuales lúdicas y educativas con objetivos similares.
Minecraft, en cambio, presenta ciertas características que lo diferencian positivamente del resto: su dinámica tan simple, y la flexibilidad que ofrece a partir de los distintos modos de juego que presenta son entre otros, los motivos que hacen que se esté utilizando como un método mas de enseñanza en niños en edad escolar, y que le imprimen ese valor agregado que lo llevó a convertirse en lo que es hoy: una poderosa herramienta educativa.
La versión básica del juego nos sumerge en un mundo abierto, generado aleatoriamente, que recrea distintos entornos de naturaleza. Varía tanto la flora como la fauna, como también los recursos a los que se puede acceder. A partir de esta estructura surgen dos modos de juego posibles: el modo creativo, donde el principal objetivo que tenemos es el de construir estructuras en un escenario sin limite de recursos; y el modo de supervivencia, donde la construcción pasa a un segundo plano y lo más importante ronda sobre el objetivo de sobrevivir mediante la exploración, a través recursos y alimentos que, al igual que en la vida real, son limitados.
Con esta versión podemos destacar algunas habilidades generales que nos permiten desarrollar el juego a medida que lo jugamos: el uso de la creatividad para construir y modificar el ambiente donde el único límite es nuestra imaginación; el desarrollo de habilidades de razonamiento visuoespaciales (a través de la manipulación de objetos en el espacio), que están muy ligadas con el trabajo en el área de pensamiento más abstracto, como el razonamiento lógico-matemático. A su vez, nos permite trabajar sobre el sentido de control sobre uno mismo y sobre el ambiente —completamente modificable—, e incluso, de manera implícita, puede funcionar como un espacio para el desarrollo de la auto-regulación, donde al imponer el cumplimiento de ciertas metas y estimularnos a cumplirlas, se puede potenciar esta habilidad, que luego puede ser transferida al alcance de metas en actividades fuera del juego.
Hasta este punto solo incluimos el modo de juego solitario, pero si nos introducimos en la modalidad de jugadores múltiples, el asunto se pone aún más interesante. Al agregarle la posibilidad de interactuar con otros jugadores, las habilidades anteriores se potencian y se agregan algunos factores más: como lo son la capacidad de interacción social al estar todos compartiendo el mismo escenario de juego.
Si a esta última modalidad la tomamos como herramienta educativa, estaremos generando también un espacio de cooperación entre los distintos jugadores para resolver problemas que potenciará su motivación por lograr los objetivos impuestos. Compartiendo ideas, conocimientos, y habilidades. Aún más importante: al involucrarse activamente en el “hacer” dentro del juego, se convierten en protagonistas de lo que realicen y no simples espectadores.
El resultado final será la generación de un entorno donde los jugadores pueden desarrollar el aprendizaje colaborativo y el pensamiento crítico.
Imagen de encabezado por post-apocalyptic research institute (CC BY-SA 2.0)
Primera parte: Minecraft y educación
Segunda parte: MinecraftEdu
Tercera parte: Educando bloque a bloque
