Los que tienen que ser encerrados

Mal-Tratados
Mal-Tratados
Published in
5 min readNov 27, 2016

Por Sebastian Otero

Los sistemas terapéuticos cerrados, o “granjas”, para alcohólicos y drogadictos se caracterizan por tener una de las peores reputaciones con respecto a cómo tratan a los pacientes, en especial cuando estos no respetan el protocolo que el centro trata de inculcarles.

Desde la mirada de las granja sel problema son las drogas, y la solución es la lucha en contra de la droga. Con esta lógica de proteger de las drogas a los jóvenes, y al resto del cuerpo social de estos jóvenes atrapados por las drogas. Juan Cortes, licenciado en psicología, nos cuenta que hace 5 años trabaja en el hospital Reencuentro, una comunidad terapéutica ubicada en La Plata.
-Las granjas, con la aparición de los derechos, tanto humanos y la de los pacientes, hoy en día son más flexibles a lo que eran hace un tiempo atrás.Pero como en todasociedad hay normas que respetar para poder mantener un orden, si yo hago algo malo va a haber una consecuencia, no un castigo, sino hacer que yo tome reflexión sobre mi mal accionar.

Según Juan muchos pueden asociarlo con una prisión,“ porque cuando te encontrás lejos de los que querés y de tu ámbito, uno se siente enjaulado, pero el encierro es con uno mismo. Al principio cuesta entender las normas y el porquédel no contacto con el exterior, pero todo forma parte del tratamiento”. Piensa quehay comunidades buenas y malas, “las que lucran con esa enfermedad y atraen a pacientes para llenar sus bolsillos, y hay otras que realmente tienen un compromiso con el adicto. También las comunidades terapéuticas tienen que buscar un buen trato entre pacientes y enfermeros, y encontrar cual es la vuelta para que el tratamiento funcione, porque cada uno es un ser único e irrepetible, y lo que funciona para uno no siempre funciona para otro.”

La Ley Penal Federal 23.737, sancionada en septiembre de 1989, la cual, en su artículo 14, penaliza la tenencia de drogas para uso personal, convirtiendo así al consumidor en un delincuente. Este individuo que “fue atrapado” por la droga, que ahora ya está “contaminado”, “poseído” por la sustancia y se convierte en peligroso para el cuerpo social, esto hace lógico decir que es punible.

Esta ley, también conocida como la Ley Penal de Estupefacientes, contempla la posibilidad de conmutar la pena por lo que se llama una Medida de Seguridad Curativa, es decir, un tratamiento, siempre que se cuente con el consentimiento del detenido. Se utiliza la misma Ley pero en el caso de menores la administran Jueces de Menores. Los menores, por no ser punibles, reciben de esta Ley sólo la opción de las Medidas de Seguridad, lo cual les quita la posibilidad de aceptarlas como sucede con los adultos.

Un claro ejemplo de vulnerabilidad de derechos de los pacientes fue lo sucedido en la comunidad Volver a Empezar. En una nota redactada por Página 12, se cuenta cómo los chicos eran obligados a correr durante cinco horas y al que desistía se le aplicaba una “medida curativa”: el submarino. El 1º de abril de 2005 cuatro jóvenes y cinco menores de edadhuyeron de Volver a Empezar, luego de que sus coordinadores les negaran la posibilidad de irse. Los nueve fugitivos fueron capturados porque Núñez Gordillo, señalado por los jóvenes como uno de los más sádicos dentro de la comunidad, logró denunciar el escape a la Policía Bonaerense, cuyos oficiales nunca creyeron la historia que contaron los chicos. “Ese lugar era un campo de concentración disfrazado”, sentenció Alberto Calabrese, integrante por esos días de la Comisión Coordinadora de Políticas Públicas de Drogas que asesoraba al gobierno nacional de Nestor Kirchner. “Hay un modelo que justifica esto desde antes de la prohibición del alcohol en Estados Unidos. Empezó con la unión de positivismo médico y el puritanismo religioso y después se trasladó a la ética jurídica. A esos chicos se les requería una ‘expiación’ por el ‘demonio’ que tenían dentro, que sería la droga. Para retenerlos, se les decía a los padres que los adictos mienten y son manipuladores. Fue algo sádico y vejatorio”, explicó Calabrese.

En consonancia con este caso resulta necesario introducir los derechos del pacienteen su relación con los profesionales e instituciones de la salud. La Ley 26529 del Poder Legislativo nacional (PLN): “Trato digno y respetuoso. El paciente tiene el derecho a que los agentes del sistema de salud intervinientes, le otorguen un trato digno, con respeto a sus convicciones personales y morales, principalmente las relacionadas con sus condiciones socioculturales, de género, de pudor y a su intimidad, cualquiera sea el padecimiento que presente, y se haga extensivo a los familiares o acompañantes; Autonomía de la Voluntad. El paciente tiene derecho a aceptar o rechazar determinadas terapias o procedimientos médicos o biológicos, con o sin expresión de causa, como así también a revocar posteriormente su manifestación de la voluntad. Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a intervenir en los términos de la Ley Nº 26.061 a los fines de la toma de decisión sobre terapias o procedimientos médicos o biológicos que involucren su vida o salud.”

Las personas con problemas de adicción sufren maltratos cuando no cumplen el orden que se trata de inculcar dentro de los centros de rehabilitación. Benjamin, de 16 años, se encuentra actualmente en la comunidad terapéutica Darse Cuenta, ubicada en la localidad de City Bell, La Plata. “Una vez cuando me escapé me medicaron, pasa que si hay peleas te medican. Si le pegas a un compañero, medican al que pegó, no al compañero. Me dieron dopidol para que no me vuelva a escapar, porque yo decía que me iba a ir. Después pasé a estar a té de tilo todo el día. El tilo te relaja. Pero bueno, al mes me sacaron la medicación. Acto negativo, consecuencias negativas, acá es así”. Esto es un claro ejemplo del panorama actual, que demuestra que no existe regulación de algún tipo en el trato que se le da a los pacientes, y como son castigados cuando no se respetan las normas.

“Adentro se crea el fenómeno ‘culto’. Los directores de estos lugares apelan a lo mágico para curar y ellos mismos se transforman en figuras inalcanzables. Todo vale para salir de las drogas, ante la ineficiencia y la credibilidad se va para cualquier lado. El discurso de estos directores hacia los parientes es: ‘Me dijiste que lo cuidara, no cómo’” cuenta Antonio Justino Moyano, psicopedagogo y psicoanalista, a Emilio Ruchansky en una nota para Página12. “Las primeras veces hablan con las manos detrás de la espalda y tienen los reflejos condicionados: piden permiso para ir al baño”, refiriéndose a algunos de los pacientes que atiende en su consultorio, que salieron de las granjas de encierro.

--

--