El mejor destino de una madre

Eva Janeiro
MamaMail
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4 min readApr 2, 2019

Es un buen recuerdo

Me siento profundamente halagada cada vez que alguien me pide que escriba un libro.

No voy a negar que es uno de los sueños de mi vida.

Pocas cosas me harían más feliz que dedicar mi tiempo a unir unas palabras con otras y que hubiera gente al otro lado deseando meterse entre ellas. Quizá solo ser madre de nuevo, pero eso es otra historia.

De momento sigo llenando cuadernos de reflexiones y de vez en cuando, aparecen por aquí.

La escritura íntima es terapia para mí.

Cuando me pongo a escribir, no pienso en nada más y es como si me saliera del cuerpo. De este cuerpo que tan poco bueno me aporta de momento. Estoy aprendiendo a vivir en él pero en 37 años, aun no nos hemos encontrado y poder dejarlo en una esquina de vez en cuando es una liberación.

Todo lo que escribo desde que nació Leo, lo hago con la idea de que algún día llegue a sus manos y pueda conocerme como mujer adulta y atravesar todas mis experiencias vitales a través del legado más valioso que tengo ahora mismo.

Mis ideas, mis emociones, mis miedos… Muchas veces tendrá que hacer verdaderos esfuerzos por entenderme en fondo y forma porque cuando fluye de verdad mi letra se vuelve un poco ininteligible pero creo que eso también le da cierta magia ¿Verdad?

Quien me conoce bien, sabe que no me es fácil demostrar el cariño de forma hablada, pero que me pongo muy intensa y no tengo tapujos cuando lo dejo por escrito. Cada cual tiene sus taritas y esa es la mía.

Por eso, no quiero que Leo se pierda toda esta parte que está detrás de las pocas veces que le digo lo mágico que me parece tenerle en mi vida, todo lo que le quiero y la revolución que ha supuesto tener el privilegio de ser su madre.

Además, me parece importante que tenga una idea aproximada de todas las aristas que conforman mi yo. Más allá de la faceta de madre, tengo un universo dentro que también quiere ser recordado.

Me recuerdo llenando diarios desde bien pequeña y escribir correspondencia era una de mis cosas favoritas en el mundo y me arrepiento mucho de no darles valor en su día y conservarlos. De hecho, uno de los libros que recuerdo con más cariño es Querida Susi, querido Paul, ¿Alguien más en la sala?

Supongo que es una de las principales razones por las que adoro las redes sociales y la mensajería instantánea. Me permiten tener contacto con la gente a la que más quiero de la forma en la que mejor sé comunicarme. Gracias a ellas SOY SOCIABLE. Antes para mí manejarme en el mundo era como estar perdida en medio de la jungla sin machete. Ahora puedo ser yo cada día y es fantástico.

Puede que lleve esto un poco en el ADN.

Mi abuelo paterno murió cuando mi padre todavía era un niño, pero el recuerdo que guarda como si fuera ORO son las últimas 5 cartas que escribió mi abuelo a su mejor amigo antes de morir.

Hace tiempo, mi padre las quiso guardar tan bien que estuvieron años desaparecidas y cuando las volvió a encontrar, nos regaló a mis hermanos y a mí un scrapbook con las cartas escaneadas y una dedicatoria de su puño y letra que como ves en el título, me he tomado prestada:

El mejor destino que puede tener un padre es un buen recuerdo.

Es cierto que aunque nunca le conocí y solo sé de él los recuerdos que mi padre ha construido en su memoria de los pocos años que estuvieron juntos, se puede saber mucho de la persona que fue volviendo a él a través de esas 5 cartas.

Su actitud frente a la enfermedad, el cariño con el que habla a su amigo, su preocupación por la familia que dejaba atrás… Quizá es una locura pero veo mucho de él en mí aunque no hayamos coincidido jamás en el espacio/tiempo.

En la otra parte, está mi abuela paterna, que murió al poco tiempo también.

De ella apenas sé nada porque no tengo a dónde acudir para recordarla, me parece tan injusto con ella que me llena de rabia. No quiero limitarme a recordar a la gente por lo que otras personas construyan sobre ellas. Quiero tener recuerdos a los que poder volver cuando necesite abrazarles y por suerte, ahora tenemos todos los medios a nuestro alcance para hacerlo.

No quiero dejar pisos, ni joyas, ni una cuenta en el banco. Quiero que aunque me vaya, nadie tenga la sensación de que abandoné el mundo sin querer dejarlo todo de mí en el camino.

Necesito que Leo pueda encontrar en cada una de mis palabras mi voz con acento madrigallego, el tacto tosco de mis manos, el olor de mi leche, las cosquillas que le hacía con mi pelo, mi ombligo hundido en los pliegues de mi piel, toda la tinta que recorre mi cuerpo y sobre todo, lo infinito que le quise.

No ha habido ni habrá nadie más importante en mi mundo que tú, Leo. Eres increíble. Te quiero.

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Eva Janeiro
MamaMail

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