Derecha radical, obreros y chovinismo del bienestar

¿Tiene éxito esta ‘fórmula ganadora’?

Gonzalo Velasco Monasterio
MásQueDATA
4 min readOct 3, 2019

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En la última década, la derecha radical ha conseguido aumentar sus resultados electorales en todo el mundo y particularmente en Europa Occidental. Algunos autores hablan de una cuarta oleada de la derecha radical o extrema derecha. Pero, ¿Cómo han conseguido estos partidos ampliar de una manera tan importante sus bases electorales?

La estrategia que puede estar detrás de este ascenso tiene que ver con la transformación de su discurso económico. Lo que autores como Herbert Kitschelt o Guilles Ivaldi han apodado como “la fórmula ganadora”. Según la cual, los partidos de derecha radical habrían abandonado estratégicamente el liberalismo económico para defender, a su manera, el estado del bienestar. Siendo los ciudadanos de la nación étnica los legítimos beneficiarios de las políticas sociales que ahora están dispuestos a defender, añadiendo una dosis de autoritarismo sociocultural.

“Los viejos socialistas tenían razón: la patria es lo único que le queda al desposeído porque es el lugar del afecto, el espacio en el que aún puede sentirse seguro”
(Marine Le Pen; en GF Vázquez, 2019)

El giro chovinista habría permitido a estos partidos dejar de ser una suerte de partidos nicho anti-inmigración a poder marcarse objetivos más ambiciosos (GF Vázquez, 2019). Para entender este movimiento, es preciso contextualizarlo en el nuevo terreno de juego partidista que proponen Kriesi y otros (2006): la competición bidimensional. En la que ya no solo operaría la dimensión convencional (izquierda — derecha), sino que habría que añadir un nuevo eje cultural.

El nuevo eje confronta posiciones que podríamos llamar cosmopolitas, como liberalismo cultural o políticas verdes ; con postulados de corte autoritario, nacionalista y reaccionario. La derecha radical, que sigue posicionándose en este último extremo del eje cultural, ha virado su posición en el eje económico (izquierda — derecha): del liberalismo económico a cierta propensión a la intervención estatal y la redistribución de la riqueza.

Asumiendo que el avance electoral de estos partidos es una realidad particularmente en Europa occidental; cabe preguntarse si su crecimiento se ha articulado de forma uniforme (ampliando las bases que ya tenía) o por diversificación (agregando nuevos electorados). Todo hace pensar que el ‘giro chovinista’ puede ser causa o consecuencia de lo segundo. Esta nueva posición económica sería, según algunos autores, la forma de atraer a los denominados ‘perdedores de la globalización’. Entre los cuales se encuentran los trabajadores de producción, el centro de este análisis.

Para analizar este fenómeno, he escogido a los cinco partidos de la derecha radical en Europa Occidental con datos disponibles en la ESS: La Liga (Italia), Agrupación Nacional (Antiguo Frente nacional en Francia), Partido por la Libertad de Austria — FPÖ, Partido por la Libertad (Países Bajos) y el Partido de los Finlandeses. Por otro lado, he situado el giro chovinista en los años de la gran recesión. Así podemos comparar la influencia de las variables en la probabilidad de votar a estos partidos antes y después del fenómeno.

Por medio de dos regresiones logísticas para los datos de 2006 y 2016 se ha obtenido el efecto marginal de cada una de las variables expuestas en el gráfico sobre la variable dependiente. Siendo esta última el haber votado a uno de los cinco partidos mencionados frente a cualquier otro partido de esos países.

En el análisis se muestra como, manteniendo todas las demás variables constantes (edad, sexo, nivel educativo, ideología y religión), el efecto de ser trabajador de producción sobre la propensión de votar a la derecha radical cambia. En 2006, pertenecer a esta clase ocupacional no alteraba la probabilidad , mientras que en 2016 ser trabajador de producción aumenta la probabilidad de votar a opciones de derecha radical.

En la linea con los trabajos de diversos autores (como Guilles Ivaldi o Daniel Oesch & Line Rennwald), estos resultados apoyan la idea de que la derecha radical ha conseguido ser exitosa entre los ‘obreros’. Esta familia de partidos, al menos en los países estudiados, parece haber llegado a conseguir el apoyo de los trabajadores de producción, del que no disponía antes del giro chovinista.

Cuando un partido crece, probablemente lo más común es que lo haga sobre sus propias bases electorales. Pero en este caso, el giro discursivo parece haber supuesto una apertura hacia nuevos electorados. No sería descabellado pensar que, sostener un discurso económico redistributivo y proteccionista podría ser una buena manera de acercarse a esas clases obreras de occidente, que tradicionalmente votaban a opciones de izquierda.

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