Dinámicas electorales en tiempos de pandemia

Stephan Zhao
MásQueDATA
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9 min readJan 3, 2021

Stephan Zhao@StephanZhao

Comienza 2021, y con ello, dejamos atrás un año que ha transformado por completo nuestra forma de concebir la vida como consecuencia de una pandemia sin precedentes en nuestra historia reciente. Al mismo tiempo que se adoptaban maneras nunca antes imaginadas de trabajar, estudiar y relacionarse, surgían nuevas formas de hacer política adaptadas a la excepcionalidad de las circunstancias, siendo la declaración del estado de alarma y sus consecuentes medidas, los mejores ejemplos de ello. A la complejidad del contexto pandémico, se sumaban las particularidades de la configuración política con la que comenzó el año 2020, encontrándonos por un lado con la primera experiencia de gobierno de coalición desde la restauración de la democracia, y por el otro con un sistema de partidos nunca antes tan fragmentado (Para más información sobre nuestro actual sistema de partidos véase este vídeo).

Ante este panorama tan insólito, resulta inevitable preguntarse por las implicaciones que puede estar teniendo este contexto sobre el comportamiento de los ciudadanos, concretamente en lo relativo a su comportamiento electoral. El objetivo de este artículo es arrojar luz sobre ello a través del análisis de distintas dinámicas electorales que puedan ayudarnos a conocer mejor el pulso electoral de nuestro país en tiempos de pandemia más allá de las estimaciones de voto.

¿Cuáles han sido las dinámicas electorales que han marcado el 2020?

Los datos analizados nos arrojan un año 2020 caracterizado por unas tendencias electorales muy bien definidas. En primer lugar, observamos un sustantivo descenso de la fidelidad partidista, el cual se acentúa a partir de la declaración del estado de alarma el 14 de marzo (ver gráfico 1). Cuando hablamos del grado de fidelidad partidista, nos referimos al porcentaje de personas que declara tener intención de volver a votar, en unas hipotéticas nuevas elecciones generales, al mismo partido por el que se decantaron en los últimos comicios. En este sentido, resulta muy significativo el contraste entre el 56,3% de los votantes que eran fieles a su partido en enero de 2020, con el 41,4% que encontramos en noviembre de ese mismo año.

Este descenso en el grado de fidelidad, se ha canalizado a lo largo del año de distintas formas. Entre marzo y abril, destacaron las fugas de votos a otros partidos ante un electorado confinado y testigo de cifras récord de contagios. Se trató de una dinámica sin un crecimiento exponencial a lo largo de la pandemia, no llegando a representar nunca estos ciudadanos promiscuos más del 15% del total de votantes. Por el contrario, a partir del mes de mayo la indecisión se presentó como la dinámica más potenciada por el descenso de la fidelidad partidista, llegando en noviembre a constituir algo más del 20% del electorado. En lo que respecta al grado de desmovilización, es decir, al porcentaje de personas que declara que no votaría si mañana se celebrasen elecciones generales, resulta destacable la relativa estabilidad que presenta a lo largo de todo el año más allá del ligero ascenso entre los meses de abril y julio.

Gráfico 1: Dinámicas electorales en tiempos de pandemia

¿Cómo de distinto se comportó el electorado de cada partido?

Probablemente los hallazgos más interesantes de este análisis los encontramos al desagregar esta información por electorados. En este sentido, podemos observar grandes disparidades entre los votantes de cada uno de los principales partidos de ámbito estatal, arrojándonos ciertas claves sobre la fortaleza de cada una de estas formaciones y su proyección en la competición electoral.

El electorado socialista mostró un comportamiento muy similar al de la población general. Presenta un significativo descenso en su fidelidad a partir de la declaración del estado de alarma en marzo, el cual, repunta en el mes de julio con el inicio de la desescalada tras la contención de la primera ola de coronavirus. Con el final del verano, la tendencia vuelve a ser negativa, siendo en noviembre de un 62,9% el grado de fidelidad del PSOE, 16,7 puntos menos que en enero (ver gráfico 2). El resto del electorado socialista se trasladó esencialmente a la indecisión, especialmente a partir de la segunda mitad del año 2020, periodo en el que observamos también cierto aumento de la desmovilización. En términos comparados, este electorado es el que en menor medida ha optado por fugarse a otros partidos a lo largo del año, aunque resulta conveniente mencionar la tendencia alcista de los promiscuos entre los votantes del PSOE en los últimos meses de 2020.

Por parte de su socio de gobierno, Unidas Podemos, observamos una evolución muy similar en su grado de fidelidad, con picos tras la formación del gobierno de coalición en enero y el inicio de la primera desescalada, pero con un sustantivo deterioro tras el verano. A pesar de mantener actualmente más fieles a sus votantes que su competidor directo en el espacio de la izquierda, la dirección de las fugas evidencian una posición relativa de vulnerabilidad para Unidas Podemos. Mientras que los fugados del PSOE se dirigían en mayor medida a la indecisión y a la desmovilización, los de Unidas Podemos han optado en gran medida por votar a otros partidos, siendo en noviembre un 20,9% los votantes de Unidas Podemos que votarían a otra opción política en unas nuevas elecciones generales.

En lo relativo al espacio de la derecha y centrándonos concretamente en el Partido Popular, más allá de la evolución negativa de su grado de fidelidad, destacamos el incremento casi a la par de los indecisos y los fugados a otros partidos a lo largo de la segunda mitad del 2020. La relevancia de esta información se hace evidente al ser comparada con los datos que nos arroja el electorado de Vox, su competidor más directo en el espacio de la derecha ideológica. La formación liderada por Santiago Abascal experimentó un significativo debilitamiento durante los primeros meses de pandemia, registrándose en el mes de julio su menor grado de fidelidad y sus mayores fugas a otros partidos. Con la vuelta del verano y el recrudecimiento de la situación sanitaria, estas tendencias se invierten, cauterizando las fugas y afianzando su electorado de forma muy destacable. Estos resultados pueden sugerirnos un efecto movilizador entre los votantes de Vox que deriva de la interacción entre el empeoramiento de los datos sanitarios y la promoción de la moción de censura presentada contra el gobierno presidido por Pedro Sánchez. Desde entonces, Vox es el partido con una mayor fidelidad entre sus votantes y el que en mayor medida ha frenado sus fugas, lo que le sitúa en una posición de ventaja frente a sus competidores más cercanos.

En lo que respecta a Ciudadanos, las fugas a otros partidos y la desmovilización fueron las dinámicas que imperaron en su electorado. Se trata del partido con los niveles de fidelidad más bajos y una desmovilización más marcada. Para noviembre de 2020 únicamente el 44,5% de los antiguos votantes de ciudadanos declaraba tener intención de volver a votar a la formación naranja. A pesar de ello, desde julio la proporción de votantes promiscuos ha tendido a reducirse de forma ininterrumpida.

Gráfico 2: Dinámicas electorales en tiempos de pandemia por electorados

¿Cómo han cambiado las fugas de voto a lo largo de la pandemia?

Una vez expuestas estás dinámicas, resulta conveniente profundizar en la configuración de las fugas y transferencias de voto entre partidos, de manera que podamos calibrar con mayor precisión el origen y la dirección de las mismas. Durante la primera mitad del año 2020 (de enero a julio), podemos observar que se produjo esencialmente un fenómeno de coordinación del voto hacia las formaciones del antiguo bipartidismo (ver gráfico 3). El 11,2% de las personas que votaron a Vox en las últimas elecciones generales declaraba tener intención de votar al PP en el caso de celebrarse nuevos comicios, siendo igual en el caso de los votantes de Ciudadanos. Por otro lado, el 9,4% de los votantes de Unidas Podemos, se fugaban entre enero y julio al PSOE, al mismo tiempo que lo hacía también el 3,7% del electorado de Ciudadanos. A pesar de apreciarse también fugas de votantes del PSOE y del PP (especialmente del segundo), ambos presentaron un balance positivo de transferencias de votos. Una posible percepción de los partidos tradicionales como mejores gestores, podrían explicar esta dinámica observada.

Significativas diferencias observamos si comparamos estos datos con los que encontramos al analizar las transferencias de votos que se producían entre septiembre y noviembre. En consonancia con lo comentado anteriormente en este artículo, destacamos la importante reducción de la promiscuidad entre el electorado de Vox, reduciendo en un 3,1% y un 1,3% las fugas al PP y a Ciudadanos respectivamente. Por el contrario, la proporción de votantes del PP que optarían en unas nuevas elecciones por Vox, se ha más que duplicado, pasando del 3,6% en la primera mitad del año, al 8,0% en la segunda mitad. Al mismo tiempo, el 3,6% de los votantes de Ciudadanos estaría inclinándose también por Vox.

Por otro lado, la transferencia de votos de Unidas Podemos al PSOE se ha acentuado en 2 puntos, evidenciando un deterioro ininterrumpido de la formación morada en favor del socio mayoritario del gobierno de coalición. Destacamos además el ligero incremento de las fugas de votantes socialistas a Ciudadanos entre estos dos periodos analizados, los cuales representaban entre septiembre y noviembre un 3,5% del electorado del PSOE.

Gráfico 3: Transferencias de voto: Enero/Julio VS Septiembre/Noviembre

El fotograma final de un lustro político excepcional

En conjunto, los datos expuestos nos muestran como el convulso contexto del año 2020 ha tenido su proyección sobre el comportamiento electoral de los ciudadanos. Si nos aproximamos a estas tendencias con algo más de perspectiva temporal (ver gráfico 4), podemos apreciar que a pesar de no haber sido 2020 un año de elecciones generales, se han precipitado dinámicas propias de un clima electoral. El descenso generalizado de la fidelidad partidista, el aumento de la indecisión y el incremento de las fugas ante la incertidumbre política y sanitaria, son claras evidencias de ello. Se tratan de unas dinámicas que, como hemos analizado, han experimentado evoluciones dispares en cada uno de los electorados de los principales partidos estatales, pudiendo tener sus implicaciones sobre la deriva de la competición electoral. El aparente reforzamiento de Vox durante la segunda mitad del año o el continuo deterioro del electorado de Unidas Podemos durante la crisis sanitaria, nos adelantan unas tendencias que tendrán su proyección en el recién empezado año y que pueden resultar claves para comprender como se configurará el tablero político.

Gráfico 4: Dinámicas electorales 2016–2020

Con el inicio del año 2021 cerramos un lustro histórico marcado por las transformaciones políticas que han redefinido por completo nuestro país. A la ruptura del sistema de partidos del año 2015, la primera repetición electoral por la no formación de gobierno en 2016, la intensificación de la crisis territorial en 2017, la primera moción de censura exitosa en 2018, la irrupción de la extrema derecha en 2019, y la formación del primer gobierno de coalición en 2020, se suma la pandemia que lo ha cambiado todo y que sigue azotando al mundo. Comenzamos un nuevo año con la vista puesta en un futuro esperanzador con el deseo de recuperar la normalidad pre-pandémica, pero sin ignorar nunca que eso dependerá en gran medida de los caprichos de la política.

Nota metodológica: Para la realización de este artículo han sido utilizados los barómetros del CIS. Debido a la no disponibilidad de los microdatos del barómetro de diciembre de 2020 en la fecha de redacción de este artículo, no se ha podido incluir en las series temporales la información relativa a ese mes.

Resulta conveniente recordar el cambio metodológico llevado a cabo por el CIS en abril del 2020. Desde ese barómetro, el modo de administración de encuestas pasó de presencial a telefónica debido a las circunstancias sanitarias. A la hora de hacer la lectura de las series temporales se considera oportuno tener esto en cuenta.

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Stephan Zhao
MásQueDATA

Analista en 40dB y Profesor en EAE Business School | Politólogo & Máster en Análisis político y electoral por la UC3M