Socialismo o Independencia: 6 claves de las elecciones catalanas

Javier Alberdi
MásQueDATA
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11 min readJan 25, 2021

Javier Alberdi@javialberdi_ & Stephan Zhao@StephanZhao

*Nota: Los datos cuantitativos utilizados se corresponden con los distintos estudios del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), siendo el principal el estudio preelectoral del CIS para las elecciones catalanas de 2021 (Nº3306). Se han utilizado también datos correspondientes a otros estudios preelectorales de elecciones recientes (Nº: 3286, 3287, 3263 y 3198).

1. Salvador Illa más que el partido, el candidato. Mas que el candidato, una idea

En 2017 Ciudadanos logró aparecer como la principal alternativa ante un independentismo que apostaba por la unilateralidad y la independencia a cualquier coste. Esto hizo que lograra altas tasas de apoyo entre quienes no votaron en 2015 o votaron al PP o al PSC, es decir, logró armar una coalición de votantes muy diversa entre sí, pero a los que unía el rechazo a la independencia de Cataluña.

Tras 2019 esta coalición de votantes hacía muy difícil que volviera a optar por Ciudadanos y era bastante lógico que la coalición de votantes que rechazaban la independencia fuera a optar por el PSC (que ya antes de que Illa fuera candidato, subía en todas las encuestas). La decisión de cambiar de Iceta como candidato a Illa únicamente ha acelerado el proceso y ha hecho más fácil la decisión de optar por el PSC al no tener a un candidato que tras tantos años en la primera línea política, podía generar rechazos entre el electorado, aunque el mensaje fuera a ser el mismo.

Así pues, Illa y el PSC han logrado formar una coalición amplia de votantes que rechazan la unilateralidad sin caer en el centralismo y fin del modelo autonómico y que apuestan por valores más progresistas que Ciudadanos. Es por esto que está logrando seducir a buena parte de quienes optaron por Ciudadanos (entre un 8% y un 13,9% en función de si nos fijamos en la IDV o en la IDV+Simpatia), por ECP (entre el 15,2% y el 19,9%) o que incluso no votaron en 2017 (entre el 9,7% y el 19,1%), además de tener altamente motivado a su electorado (mayor fidelidad de voto en IDV+Simpatia: 74,7%), más incluso que dentro de las filas independentistas, incluso de la CUP.

Esta alta simpatía e intención de voto al PSC podría ser incluso mayor el día de las elecciones, no solo por el efecto de votar al ganador, sino también porque entre sus principales caladeros de voto (quienes no optaron por partidos independentistas en 2017) hay más votantes que querrían que Illa fuera President (33,2% de ECP, 26,8% de Cs, 14,3% del PP e incluso el 11% de ERC) de los que de momento dicen que votarán al PSC. Y los continuos ataques del resto de formaciones se están dirigiendo constantemente al candidato más que al partido.

Además, un votante medio desmotivado con sus líderes podría comprar la crítica a Illa de su anterior partido, pero cuando además de su partido, las críticas vienen también de su mayor contrario (VOX, Cs y PP en el caso de partidos independentistas y ECP, y el independentismo en el caso de Cs), este mensaje es más difícil de comprar. Illa no puede ser a la vez colaborador de VOX y del independentismo. Es por esto que Illa puede estar siendo más que un candidato una idea donde un electorado diverso está poniendo sus esperanzas, como lo fue Podemos en enero de 2015.

En conjunto, la configuración del actual mapa político catalán resulta indudablemente favorecedor para la candidatura socialista. El mencionado desdibujamiento de Ciudadanos como principal alternativa al independentismo, y el significativo problema de notoriedad de la candidatura de los comunes (el 48,1% de los catalanes no conoce a Jessica Albiach, siendo de un 41,3% el grado de desconocimiento entre los antiguos votantes de los comunes), se presenta como una importante ventana de oportunidad para ampliar las fronteras electorales del PSC respecto a 2017.

Por otro lado, ante unos niveles de apoyo al independentismo similares a los de 2012, y una relativa desconfiguración de la oferta política soberanista, la apuesta del PSC puede resultar incluso efectiva más allá del espacio no independentista a través de un discurso que apele a los avances sociales y la buena gestión. Los datos nos evidencian que Illa se presenta a día de hoy como un candidato significativamente más competitivo de lo que era Iceta en las elecciones catalanas de 2017 (ver gráfico 1). No solo por estar consiguiendo permear mejor en distintos estratos sociales e ideológicos, también por unas circunstancias que, como ha sido comentado, favorecen la catalización de nuevos apoyos. En cualquier caso, la larga travesía a través de la campaña electoral pondrá a prueba la resiliencia de la gran apuesta socialista, la cual, será sin duda uno de los grandes protagonistas de estos comicios.

Gráfico 1

2. El bloque independentista: ERC, Junts y la CUP

Cuando se convocaron las elecciones el 21 de diciembre de 2020, el escenario era muy diferente al actual. No había un candidato a batir fuera del bloque independentista, sino una lucha en la primacía entre ERC y Junts, ya que no había otras opciones de gobierno. Este cambio de perspectivas ha descolocado a buena parte de un electorado independentista no especialmente motivado con sus propios candidatos.

A modo de ejemplo, el 32,8% de los votantes de Junts querría que una persona distinta a Laura Borras fuera la nueva Presidenta, queriendo el 13,4% de ellos a Puigdemont. Solo el 29,3% de los votantes de ERC en 2017 querrían a Pere Aragones como President, optando el 13,8% por Laura Borras (y presumiblemente el 10,5% que respondió Otro, estaría pensando en Junqueras). El electorado de la CUP es el más llamativo en cuanto al eje izquierda derecha, ya que la exconvergent Laura Borras es la segunda opción como Presidenta (el 14,7% la preferiría frente al 4,9% que opta por Aragones).

Así pues, a la hora de entender las diferencias dentro del bloque independentista, la escala ideológica sigue siendo importante pero no tanto como se podría pensar. El rol de pactismo con el gobierno central o la unilateralidad vs ampliar la base tienen una gran importancia a la hora de definir el voto. Solo así se entiende que (en IDV) haya más votantes de la CUP en 2017 que opten por Junts (6,7%) que por ERC (2,2%) o que la transferencia de ERC a Junts sea menor (5,4%) que de la CUP a Junts. En este sentido del desdibujamiento de la escala ideológica (que generalmente correlaciona bastante con la autoidentificación de clase) en el bloque independentista se traduce incluso en que en 2017 la CUP fue el partido con una mayor proporción de votantes de clase alta y media-alta (39,2% de sus apoyos según la postelectoral del CIS de 2017).

Gráfico 2

Más allá del desdibujamiento de la escala ideológica, lograr el primer puesto dentro de las formaciones independentistas sigue siendo clave, ya que, si da la suma, este partido pondría al President. Es esto lo que está llevando a que discursivamente ERC se aleje de posiciones proclives a un tripartit (donde seguramente no sería primera fuerza) y compre buena parte del discurso de Junts en un intento de evitar que su principal competidor en el espacio soberanista capitalice de forma exclusiva la causa independentista. Aunque según todas las encuestas ERC se encuentra por delante de Junts, un marco discursivo que apele a un gobierno tripartit d’esquerres, podría impulsar a una candidata independentista mejor valorada como Laura Borras.

3. Ciudadanos y ECP: los grandes perdedores de las elecciones

Las perspectivas electorales de ambos partidos no eran especialmente buenas ya en diciembre, pero tras la candidatura de Illa su debacle podría ser aún mayor. A la hora de preguntar la intención de voto, la IDV+Simpatia y candidato preferido, ambos partidos tienen unas fugas importantes hacia otros partidos, fundamentalmente hacia el PSC, aunque en el caso de Cs también hacia el PP y VOX.

Esta pérdida de votantes parece además estar bastante consolidada, ya que no estarían optando por la abstención, como PP y Podemos en las elecciones autonómicas de Euskadi, sino por otro partido, como Podemos en las elecciones gallegas (ver gráfico 3).

Gráfico 3

En términos de perspectivas electorales, un buen resultado para Ciudadanos sería quedar cuarto en las elecciones a relativa distancia de PP y VOX, de esta manera podrían tratar de consolidar un espacio como principal alternativa de centro-derecha y derecha no independentista en el futuro. Sin embargo, las fugas de Lorena Roldan y el partido de Valls hacia el PP podrían dificultarlo. Las banderas de la defensa de la unidad nacional y la regeneración política definieron el discurso de la formación naranja desde la ruptura del sistema de partidos allá por el año 2014 y 2015. Ante un contexto en el que el debate de la regeneración política ha quedado sepultado, y en el que el liderazgo de la lucha contra los nacionalismos es disputado por otros partidos con retóricas más contundentes como Vox, Ciudadanos pierde los pilares sobre los que sostenía su razón de voto, lo que explica en gran medida su significativo desgaste.

En el caso de ECP, las bases electorales de la antigua ICV y centrarse en la provincia de Barcelona, dando por perdido Girona, Lleida (en 2017 no consiguieron representación) y Tarragona, son lo que mejor puede mitigar su caída electoral. Buena parte de su electorado ve a Illa más representativo del gobierno de coalición en el que participa UP, que a la propia formación. Por otro lado, seguir centrando su campaña en atacar a Illa (a quienes los votantes de ECP valoran y conocen mejor que a su propia candidata), con quien luego pretenden formar gobierno, no parece una buena estrategia electoral. Como ya ha sido mencionado con anterioridad en este artículo, la baja notoriedad de la candidata de ECP, Jessica Albiach (conocida por el 51,9% de los catalanes), constituye una de las principales debilidades de la candidatura ante un Salvador Illa conocido por el 92,8% (ver grafico 4). En este sentido, una estrategia de marca con especial presencia de líderes con altos niveles de conocimiento entre el electorado, ya sean autonómicos como Ada Colau, o nacionales como Pablo Iglesias, va a ser imprescindible para impulsar la campaña.

Gráfico 4

4. PP y VOX: ¿Quién quedará por delante?

En 2017, con Albiol como candidato, el PP sentó las bases para que VOX le comiera terreno en el futuro. El excandidato del PP, próximo a los postulados de VOX en materia migratoria, perdió buena parte de su electorado por el voto útil a Cs y se quedó con sus fieles, sin embargo, son estos votantes más radicales los que pueden optar por VOX en estas elecciones (entre el 13,4 y el 14,7% de votantes del PP en 2017 votaria a VOX). De ahí la estrategia del PP de atraer a Lorena Roldan y el partido de Valls para acercar al votante descontento de Cs (entre el 6,2% y el 8,2% del votante de Cs de 2017 optaría por el PP frente al entre 9,1% y 11,9% que lo haría por VOX).

Barcelona y Tarragona son realmente los lugares en disputa, ya que si bien la suma de PP y VOX lograría seguro representación en Girona y Lleida, al no concurrir juntos y tener una intención de voto y estimación similares, sus opciones de lograr escaño en esos lugares son muy bajas (sobre todo no siendo elecciones estatales sino autonómicas, donde a priori su electorado se moviliza menos). En estas dos provincias en las últimas elecciones generales VOX superó al PP en Tarragona y obtuvo algo menos de 40.000 votos que un PP encabezado por Cayetana Álvarez de Toledo.

La lucha entre PP y VOX es realmente más simbólica de cara al resto de España, que una disputa real. Ninguno de los dos partidos va a tener opciones de co-gobernar ni de ser el principal partido de la oposición y en cuanto al resultado electoral, es bastante posible un empate en escaños o una diferencia de entre 1 y 2 escaños por mucho que VOX este centrando bastante en tratar de lograr representación fuera de Barcelona.

5. Los minoritarios: PACMA, PDeCAT, PNC, Primaries y FNC

Estas elecciones son la primera ocasión en la que el partido animalista, que en las autonómicas de 2017 obtuvo 38.000 votos y en las últimas generales 44.000, no se presenta. Si bien ese 1% de los votos no es suficiente para optar a representación, el destino de esos votos puede acabar siendo relevante a la hora de determinar el último escaño en disputa. La muestra del CIS es pequeña como para poder extrapolar, si bien el PSC es el partido que menos rechazo parece generar a un electorado que perfectamente podría optar mayoritariamente por la abstención.

El resto de listas nacionalistas o independentistas parece poco probable que logren representación. Incluso el PDeCAT a pesar de tener representación en el debate electoral parece complicado que logre los votos necesarios en algún lugar. Sin embargo, entre los “moderados” del PDeCAT y PNC, el independentista Primaries y el partido de extrema derecha independentista FNC, pueden reducir el margen de representación del bloque independentista notablemente, ya que hasta un 9% de los votantes de JxCat y el 4% de los de la CUP podría optar por estas listas.

6. El futuro gobierno: independencia o tripartit

Teniendo en cuenta las estimaciones actuales solo habría dos combinaciones posibles para formar gobierno en Cataluña tras las elecciones: seguir con un gobierno de Junts y ERC apoyado externamente o no por la CUP o un tripartit con el PSC, ERC y ECP.

En caso de que solo una de estas combinaciones obtenga mayoría absoluta (68 escaños), el resultado parece claro, sin embargo, en caso de que ambas opciones sumen más de 68 escaños las cosas pueden ponerse complicadas, especialmente para ERC.

  • En caso de que ERC gane las elecciones no habría duda, se reeditaría el actual gobierno con un president de ERC.
  • En caso de que ganase el PSC (tal y como apuntan las últimas encuestas) pero ERC fuera segunda fuerza parece probable que se optará igualmente por un gobierno con Junts, ya que en esa coalición de gobierno ERC obtendría la presidencia y en un tripartit con el PSC no. Seguramente surgiría alguna discrepancia por optar por un partido de derechas (como dijo Rufian durante la aprobación de los presupuestos de Sanchez) pero con el discurso actual contra Illa por parte de Aragonés, estarían afianzando el relato de cara a ese resultado.
  • El problema vendría en el caso de que el PSC ganase las elecciones y ERC se viera superado por Junts. Es este escenario en el que ERC no obtendría la presidencia donde podría haber más discrepancias entre los republicanos. Tendrían que optar entre la cuestión nacional y la ideológica y podríamos ver fuertes discrepancias que en caso de votaciones podrían ir a empates técnicos como le ocurrió en 2015 a la CUP cuando tenía que decidir si investir o no a Artur Mas.

Las próximas elecciones catalanas no sólo marcarán el futuro de una Cataluña inmersa en un contexto político, social y sanitario sin precedentes, también determinarán en gran medida la deriva política del conjunto de nuestro país. No debemos ignorar la relevancia de los partidos nacionalistas catalanes dentro de la aritmética parlamentaria en el Congreso de los Diputados, pudiendo presentarse estas elecciones como una oportunidad para generar dinámicas multinivel entre el Gobierno de España y la Generalitat de Catalunya en el caso de arrojarse cierta correlación de fuerzas que incentive la interdependencia entre partidos. Sea cual sea el Parlament que nos arroje estos comicios, se trata de un acontecimiento de destacada relevancia por decidir el futuro del proces y en gran medida, el futuro político nacional.

Javier Alberdi: Graduado en Ingeniería en Organización Industrial por la Universidad de Navarra y Máster en análisis político y electoral por la Universidad Carlos III de Madrid. Es analista independiente y presentador de Podcast Sirimiri especializado en campañas electorales y análisis de datos.

Stephan Zhao: Graduado en Ciencias Políticas por la Universidad Carlos III de Madrid y Máster en análisis político y electoral por la misma universidad. Es analista en el Área de investigación, análisis y estrategia de 40dB y docente en el Máster de Big Data & Analytics de la EAE Bussiness School

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