Trump 2020: ¿Camino a la reelección?

Esta vez una victoria de Trump no debería pillarnos por sorpresa, respondería a razones de tipo histórico, económico y demoscópico.

Eduardo Tena Sanz
MásQueDATA
5 min readSep 3, 2019

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Donald Trump en el primer “mitin de reelección” de junio en Florida: Mandel Ngan/AFP/Getty Images

Falta poco más de un año para las elecciones presidenciales en Estados Unidos y parece el momento idóneo para analizar las posibilidades de reelección del actual inquilino de la Casa Blanca. Las primarias demócratas están algo más delimitadas tras el aluvión inicial de nombres y parece que el camino está despejado para Donald Trump en el campo republicano.

Presidente candidato a la reelección

Trump es un presidente que se presenta a la reelección, lo que le otorga, si tenemos en cuenta los precedentes históricos, una alta probabilidad de repetir en el cargo. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial se han celebrado dieciocho elecciones presidenciales en Estados Unidos. De ellas, once contaron con un “incumbent” (candidato ya en el cargo presidencial), y únicamente en tres ocasiones éste fue derrotado. Así, solamente en un 27% de los casos el candidato a la reelección habría perdido la elección, frente al 73% de casos victoriosos.

Además, si pasamos a analizar de manera más pormenorizada esos tres casos de excepción, veremos algunas situaciones realmente anómalas. Por ejemplo, el primero de los casos corresponde a las elecciones presidenciales de 1976, en las que el republicano Gerald Ford (vicepresidente con Nixon y presidente electo tras la dimisión de este) se enfrentó al demócrata Jimmy Carter en un contexto fuertemente marcado por el papel del ex presidente Nixon en el Escándalo Watergate, hecho que debilito enormemente las opciones de victoria de Ford.

Excelente estado de la economía estadounidense

Otra razón de peso es que desde la llegada de Trump a Washington, la situación económica del país ha mejorado respecto al mandato anterior. Actualmente las cifras económicas estadounidenses se encuentran entre las mejores de la historia. No obstante, de acuerdo con lo señalado por numerosos analistas, este buen clima económico no sería sino parte de la ola generada durante el segundo mandato de Obama . Sin embargo, el elector no suele realizar análisis tan sofisticados, y la buena marcha de la economía juega también a favor del incumbent en este sentido.

Tomemos, por ejemplo, otro de los casos señalados como excepciones de no victoria del “incumbent”. En las Elecciones Presidenciales de 1980, el Presidente Jimmy Carter se enfrentó, en un contexto de elevada inflación y fuerte aumento del precio del petróleo, al Gobernador de California y candidato republicano Ronald Reagan. Finalmente, el ambicioso y rupturista programa económico de Reagan fue una de las claves de su victoria.

Es cierto también que, economistas como Paul Krugman o Dani Rodrik alertan de que algunas de las medidas comerciales promovidas por Trump podrían acelerar la llegada de una nueva recesión a Estados Unidos, lo que podría costarle la reelección. Sin embargo, cabe tener en cuenta dos cuestiones: en primer lugar, dicha recesión tendría que producirse antes de la celebración de las elecciones en noviembre de 2020 para tener efecto sobre las mismas (algo no descartable). En segundo lugar, los efectos de dicha recesión tendrían que hacerse sentir entre la ciudadanía estadounidense de manera clara antes de la fecha electoral (lo que resulta mucho menos probable).

Datos de aprobación de Trump

En tercer lugar, las bases republicanas están muy contentas con Trump. De acuerdo con el último sondeo de Gallup sobre aprobación del presidente (realizado entre el 1 y el 14 de agosto), ésta sería del 41% entre el global del electorado. Sin embargo, estas cifras están enmascaradas por el ínfimo grado de aprobación de Trump entre los demócratas (apenas el 4% aprueban la labor del presidente), ya que su aprobación entre los republicanos asciende hasta el 88%.

Teniendo en cuenta el elemento polarizador del propio Trump como líder, lo interesante está en el apoyo de la base electoral republicana (no deberíamos olvidar que Trump no necesitó ganar en voto popular para alcanzar la presidencia). Teniendo en cuenta características como el menor abstencionismo del votante republicano respecto al demócrata, Trump contaría con una base electoral fuertemente cohesionada entorno a su figura.

¿Es posible que Trump no logre la reelección?

Desde mi punto de vista, las posibilidades de derrota de Trump pasarían inevitablemente por uno de los siguientes supuestos: una importante desmovilización de la base electoral republicana o una amplia movilización del electorado demócrata. Merece la pena comentar la viabilidad de ambas hipótesis de manera diferenciada.

1. Desmovilización de las bases republicanas

La posibilidad de una desmovilización del electorado republicano parece poco probable, especialmente si atendemos a la elevada aprobación de Trump entre los suyos. Hasta ahora ninguno de los numerosos escándalos que han salpicado al presidente, tanto en la campaña de 2016 como durante su primer mandato, ha parecido hacer mella entre las bases republicanas. Tampoco hay nada que indique que esto vaya a cambiar antes de noviembre de 2020. El votante republicano puede sentirse incómodo con algunos de estos escándalos, pero a la hora de la verdad su cálculo coste-beneficio es claro, entre un presidente Trump y un presidente demócrata se decanta claramente por la primera opción.

2. Elevada movilización del electorado demócrata

Respecto al otro supuesto, una amplia movilización del electorado demócrata, es importante fijar algunos puntos. En primer lugar, todavía no conocemos el nombre del candidato/a demócrata a la presidencia en 2020, por lo que tendremos que esperar a que las primarias vayan avanzando y descarten a los candidatos que conciten menos apoyos. Mientras no se conozca el nombre del aspirante demócrata, no podremos saber a qué electorados puede apelar con mayor intensidad. Por ahora es muy interesante el análisis de Nate Silver sobre colectivos electorales más favorables a cada uno de los candidatos.

Teniendo en cuenta el precedente de Hillary Clinton en 2016, lo más importante tal vez no sea una candidatura demócrata capaz de lograr una gran movilización, sino de lograr que esta se produzca en territorios clave. Recordemos que Clinton fue capaz de superar ampliamente a Trump en voto popular, pero el desigual reparto de sus apoyos en los diferentes estados llevó a la victoria al candidato republicano. Es paradigmático el caso de California, donde Hillary aventajó a Trump en más de cuatro millones de votos.

En este sentido, una candidatura demócrata capaz de movilizar votantes en “swing states” (estados cuya preferencia partidista no es muy estable entre diferentes elecciones) o en estados del cinturón industrial (como Ohio, Michigan o Wisconsin, que en 2016 hicieron posible la llegada de Trump a la Casa Blanca), aparecería como la opción más “eficiente” en términos electorales. Si el Partido Demócrata decidiera apostar a esta carta, sería fundamental conocer qué hace a estos electores diferentes a los del resto del país. Qué características particulares los definen. Y, en consecuencia designar una candidatura capaz de disputar la presidencia a Trump.

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Eduardo Tena Sanz
MásQueDATA

Politólogo. Escribo sobre partidos políticos, campañas electorales y nueva extrema derecha.