El Discurso Bélico en un País sin Ejército

Mauricio Valerio
Yo tengo un Blog
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3 min readApr 4, 2021

¡Basta! No recibimos bien sus propuestas e ideas cuando nos hablan con armas, balas, soldados o trincheras. No las asimilamos. Y no es cuestión de un partido u otro. Nos hablan en una lengua (anti)romance (en el peor sentido) que creemos conocer, pero sólo por presunción.

Tenemos una reputación ante el mundo y ésta no es hipócrita, no es falsa en lo absoluto. Es real y lo seguirá siendo. Nos conocen por ser felices y pacíficos y en el fondo lo somos. En la forma cada vez estamos más convencidos. Entonces, ¿por qué seguimos utilizando discursos dignos de la mitad del siglo pasado?

Abolimos el ejército y destinamos nuestros recursos a la salud y a la educación. ¿Por qué seguimos hablando con adjetivos de guerra para describir una realidad ajena?

La imagen que hoy nos da vergüenza

No conocemos soldados. No hemos tocado una arma. No respondemos a generales o capitanes. Los costarricenses menores a 70 años, en su mayoría, nunca han visto a un soldado marchar en este país. No conocemos su uniforme.

Es necesario dejar de utilizar sinónimos y analogías bélicas en los discursos políticos. Y esa guerra de adjetivos tiene que cesar en los medios de comunicación. Sus sinónimos sólo pueden traducirse en enojo, desaprobación… en amarillismo.

Como democracia estable y ejemplar, no podemos responder bien cuando escuchamos, leemos o replicamos frases como:

“Candidato tiene en la MIRA a….”. (no es francotirador)

“La GUERRA electoral ya inició”. (las hemos visto — a las guerras — en películas)

“Su TRINCHERA está ubicada en Sabana” (Casa de Campaña).

“El BOMBARDEO de spots publicitarios”. (Un 45% de pobladores mueren en ataques dirigidos y mapeados cada kilómetro cuadrado. El 52% restante queda desatendido o en condiciones de pobreza extrema o insalubridad inmediata. El 3% logra escapar de una zona bombardeada con excepciones dignas de Best Seller).

Las palabras mal utilizadas no sólo nos alteran como consumidores o votantes, sino que nos ponen a la defensiva y nos ciegan ante propuestas estadísticamente viables. La politiquería es fácil de erradicar: es por eso que los partidos conservadores nunca cumplen con sus promesas. Es por eso que Juan Diego Castro está fuera del mapa electoral costarricense.

Lo bélico en el discurso político nos obliga a ocultarnos en los sótanos o armarios de la opinión pública. A largo plazo es una forma de manipulación mediática o política. Son palabras que nos inyectan analgésicos en medio de la batalla más pacífica que puede existir. Son disparos al aire que dejan nerviosos y a la defensiva a todos.

Goebbels, la mano derecha de Hitler

Es ridículo que en un país como Costa Rica nos digan que nuestros soldados son los estudiantes, los generales los maestros y los cuarteles las escuelas. Ese discurso, digno de una época envidiable, no puede seguir utilizándose cuando los problemas son otros.

Nos superamos hace muchas décadas. Alto al discurso armamentista y asesino.

Hagan este ejercicio: Pregúntenle a sus padres si alguna vez han visto un soldado marchando en Costa Rica. Asocien su respuesta con sus derechos, con sus deberes, con su libertad… con sus garantías sociales.

Nos conocen en el mundo por ser pacíficos… pero cada cuatro años los directores de los medios ordenan cubrir nuestros procesos electorales como si estuviésemos librando una guerrilla. Y si no son sus jefes, amigos periodistas, entonces valoren la forma en la que redactan sus notas.

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Mauricio Valerio
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Todo un colocho mental y verbal — Siempre en Shuffle Mode