El encuadre de la belleza
En los Diálogos de Platón quedan recogidas las ideas sobre el arte y la belleza, y según el filósofo, esta última la encontramos en la idea y no en el objeto o arquetipo que la representa. Si nos remontamos en el tiempo, observamos que lo que es considerado como «bello», ha ido evolucionando con el paso del tiempo debido a diversos factores. Atendiendo a la idea de Platón, diremos que no es la belleza la que ha cambiado, sino que es la idea de la misma la que ha ido evolucionando con los años. Y es en la percepción e interpretación donde residen los límites de lo bello, donde encontramos nuestro encuadre.
«La obra de arte, como todo objeto cultural, puede ofrecer significaciones de niveles diferentes según la clave de interpretación que se le aplica» (Bourdieu, 1968: 48). Tomando la cita de Bourdieu como punto de partida, mi reflexión desemboca en que la apreciación o entendimiento tanto del arte como del gusto, nos vienen determinadas por unas características sociales y culturales de las que nos hemos ido impregnando con el paso del tiempo. Lo sorprendente es, que estas propiedades que nos otorgan más o menos conocimiento sobre la apreciación del arte, son comunes a la clase y círculos sociales a los que pertenecemos y en los que convivimos. Personalmente, me ha resultado verdaderamente sorprendente llegar a este entendimiento, ya que, como individuos creemos que somos dueños de la construcción de nuestras personalidades, en definitiva, de las ideas que nos componen. Sin embargo, es la sociedad la que mayormente introduce las creencias y principios que hoy mantenemos, aunque no nos guste admitirlo. Es, por tanto, muy lícito que haya personas que prefieran vivir en la ignorancia, admirando y venerando a las sombras, porque a pesar de veritas liberat nobis, nadie te asegura que lo que encuentres fuera sea mejor de lo que tienes.
Para concluir diré que, aunque inevitablemente seamos reflejo de la construcción de la sociedad, no todas nuestras decisiones son premeditadas, no todo lo que elegimos tiene un porqué, porque el ser humano no siempre es lógico y mucho menos coherente. «La belleza no tiene que ver con la razón, en tanto que la reconocemos sin necesidad de indagar la causa» (Addison, 1991, p.34)
Bibliografía
Bourdieu, P. (1968): «Elemento de una teoría sociológica de la percepción artística». En A. Silberman et al. Sociología del arte, Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1971.
Pérez Alonso-Geta, P. M. (2008): «El gusto estético. La educación del (buen) gusto». ESE : Estudios sobre educación, Nº. 14, págs. 11–30.
