El espectáculo de las redes sociales.
Las redes sociales siempre han dado lugar a diversos debates. Suponen un cambio en la forma que tenemos de relacionarnos con nosotros mismos y con los de nuestro alrededor.
Es un fenómeno que podríamos relacionarlo con el pensamiento de Guy Debord, contenido en su obra La sociedad del espectáculo (1967). Debord caracteriza el espectáculo como una ideología de carácter capitalista, que promueve que los individuos se relacionen entre sí por medio de imágenes o representaciones abstractas de sí mismos, pudiendo ser modeladas y exhibidas para resaltar determinadas características que las hagan atractivas, convirtiendo su propia vida en un producto.
La vida entera de las sociedades en las que imperan las condiciones de producción modernas se anuncia como una inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo directamente experimentado se ha convertido en representación (Debord, 1999: §1).
¿Hasta qué punto las redes sociales han cumplido las predicciones de Debord?
Todo lo que publicamos en Internet es un retrato construido, seleccionado y estilizado de cara a su exhibición pública. Sin ni si quiera ser conscientes, pasamos por una transformación de la identidad para atraer la mirada de los demás, como si fuésemos a una mercancía. Buscamos acumular capital social digital, en forma de followers, likes o visualizaciones, para lograr aumentar el valor de nuestra marca.
Esto, inevitablemente, también nos lleva a que nuestra vida offline acabe por someterse a una cuidadosa revisión y un ejercicio de estilización, ya que solo conviene exhibir aquello que nos venga bien.
Cuanto más contempla, menos vive; cuanto más acepta reconocerse en las imágenes dominantes de la necesidad, menos comprende su propia existencia y su propio deseo. La exterioridad del espectáculo en relación con el hombre activo se hace manifiesta en el hecho de que sus propios gestos dejan de ser suyos, para convertirse en los gestos de otro que los representa para él (Debord, 1999: §30).
Por lo que hemos visto hasta ahora, la vida real pasa a ser una mera representación en redes. Entonces, ¿si no tengo redes, no existo?
A pesar de los años, la propuesta de Debord sorprende por su vigencia, siendo capaz de relacionarla con numerosos fenómenos actuales. Su tesis cobra más significado, si cabe, tras la llegada de las redes sociales.
