La soledad del número primo
Hoy he descubierto porqué le tengo pánico a estas entradas. Y no es tanto por ser leída, sino por las dificultades que supone escribir un texto con argumentos. Esto quiere decir que estás seguro de lo que propones, y a mí raramente me sucede algo así. De las ideas explicadas en clase esta semana, la que más interesante me resultó fue la de la estética del gusto. Me hizo pensar que mis gustos están programados antes incluso de que yo nazca. Y esto, si estás mínimamente vivo, provoca que un escalofrío recorra tu espalda. En las siguientes 500 palabras, voy a intentar explicarlo.
El socio-antropólogo francés Pierre Bourdieu (1930–2002), escribió toda una obra sobre esto: La distinción. Criterios y bases sociales del gusto (1979). Tras hacer una encuesta a cientos de personas, llegó a la conclusión de que tu poder económico está ligado a un poder cultural. Es decir, el contexto en el que naces y cómo se desarrolla tu vida, va a encaminar tu gusto. Es más fácil, de este modo, que te guste Wagner si alguien te ha enseñado quién es o has podido escucharlo en un teatro. Y en esa ecuación está presente la educación y el poder adquisitivo. Esto se explica muy bien en esta ponencia presentada por Fabián Beltramino en el II Congreso Internacional Artes en Cruce (Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, Departamento de Artes)
Reconozco un barrio en mi misma ciudad, el cual entraría dentro de eso que llamamos «barrio marginal« porque alguien en algún momento decidió que así fuera. Ahí se mueven toda clase de negocios sucios, especialmente relacionados con las drogas. La basura y los enganches ilegales de luz están a la orden del día. Pero esto no es lo más triste. Lo más triste es que dentro de este barrio hay un colegio. La población de este colegio es en su mayoría de etnia gitana, porque los payos suelen llevar a sus hijos a otros colegios de los alrededores. En él se dedican a tener a los niños entretenidos durante unas horas y enseñarles lo básico, pero jamás tendrán una educación como se les da en otros colegios. Si no le das opción al niño a tener conocimientos sólidos, cómo va a poder decidir que eso es a lo que va a dedicar su vida. Esos profesores tienen el poder de transformación, pero probablemente sea más fácil dedicar el tiempo a colorear. Estas son unas fotos que realicé hace poco en este barrio.
Con todo esto quiero decir que el modelo que propone Bourdieu es válido: sólo hay que echar un vistazo ahí fuera para comprobar que ayuda a comprender la complejidad de nuestra sociedad. ¿Cómo un hijo de artistas como es Miguel Bosé, rodeado siempre de grandes figuras intelectuales en su casa, no va a salir cantante? E inteligente. Y con carisma. O imagínate ser un miembro de la familia Flores. Algo muy ocurrente es lo que nos propone Woody Allen en su película Granujas de medio pelo, en el que una pareja de ricos se avergüenzan de su escasa cultura.
Y ya está. Eso es todo. Lo importante de este escrito es que yo siempre he discutido con mis padres. Les he llamado clasistas, hipócritas y que me habían engañado. Porque desde pequeña me enseñaron a querer y respetar a todo el mundo, para más tarde recomendarme no juntarme con ciertas personas porque “no teníamos la misma percepción de la vida”. Papá, mamá, sigo sin estar de acuerdo con vosotros, pero Bourdieu os avala. Pero él aclara que se pueden cambiar estas circunstancias de nacimiento, puedes crear tu identidad fuera de tu núcleo familiar y social. Jaque mate.