La televisión basura y las bases socio-culturales del gusto y la estética

Gerardo Guarinos Ruiz, 2018

Charles Dickens dijo una vez que el ser humano es un animal de costumbres. No puedo decir que estuviera equivocado, o por lo menos no conmigo. Si hay algo en lo que no he cambiado desde que era niño hasta ahora, es mi fascinación por los medios audiovisuales. De pequeño podía tirarme el día frente a la pantalla de la televisión, y enterarme al instante de todas las novedades que se avecinaban en mis canales preferidos. Echo la vista atrás y sonrío, como si hoy en día no hiciera lo mismo con los ordenadores e Internet. No, mi presente no ha cambiado tanto, y el de los medios tampoco. Y de la misma forma que ahora hay mucha basura que pasa por nuestra pantalla, también ocurría cuando era pequeño. Y aquellas memorias hacen que la sonrisa que había esbozado hace unos segundos ahora desaparezca.

¿Pero a qué me refiero con basura? Al fin y al cabo, lo que para mí puede ser un programa malo, para otros puede ser un portento. Mi interpretación es bastante sencilla, un programa basura es aquel que nos contamina, nos aporta pensamientos negativos, o simplemente nos causa repulsión. ¡Y la televisión está completamente contaminada! Esa mugre está por todas partes, y en muchos casos sirve el propósito de manipular nuestra percepción de las cosas. A veces lo hace de forma muy disimulada, pero indudablemente está ahí haciendo de las suyas. Vamos a tomar de referencia las series juveniles y su efecto en la sociedad.

Fuente: Freepik.es

Cuando yo era pequeño, llegaba a casa y encendía la tele. Los niños ahora llegan a casa y encienden sus tablets y abren Netflix. Yo hago zapping y me encuentro con El Internado en Antena 3, y los pequeños ahora están rebuscando en el catálogo y encuentran Élite. El medio ha cambiado, yo he cambiado, pero el problema sigue ahí: Unos niños están viendo un programa de adolescentes que está siendo interpretado por adultos.

A partir de ahí es cuando surgen las preguntas que se hacen los niños. ¿Por qué no somos así?, ¿Por qué no conocemos a nadie de nuestro curso que sea mínimamente parecido a estas personas? La serie nos está diciendo en la cara el modelo de cómo deberían ser los adolescentes. Y mientras que algunos saben que es ficción sin más, otros los toman como un ejemplo a seguir. Una meta que, por mucho que lo intenten, no pueden alcanzar en ese momento de sus vidas.

La serie Élite, con personajes adolescentes interpretados por adultos. Fuente: Netflix. Zeta Producciones (2018)

Pero no es un problema exclusivo de adolescentes. Es algo que va mucho más allá, pues la televisión nos dicta nuestro modo de percibir la sociedad y sus integrantes. Si te muestran a un chico con gafas, acné y que muestra una actitud más tímida, te están diciendo que esa persona es ‘friki’. Si una persona va con ropa de marca, extremadamente bien arreglado y una actitud prepotente y egocéntrica, esa persona es ‘pija’. La televisión marca nuestras formas de diferenciar grupos sociales y culturales mediante estereotipos, y cambia nuestra interpretación de la realidad.

La representación de la mujer también se ve afectada, tal y como lo advierte Javier Flores en su artículo para la revista Muy Interesante, en el que muestra un extenso análisis de los dibujos animados a nivel internacional.

Pero lo he dicho antes, somos animales de costumbres. Y si la televisión lleva tantos años teniendo ese efecto en nosotros y lo permitimos, entonces no es algo que resulte fácil de cambiar.

Hasta entonces, quizás sea el momento de apagar la pantalla y pensar.

--

--