Mediaciones anacrónicas en la Universidad contemporánea
Desde el comienzo de la Revolución Industrial, a mitad de siglo XVIII, los sistemas educativos del mundo se han transformado en una máquina de imprimir enormes cantidades de conocimiento técnico en las mentes de los alumnos para que estos puedan aplicarlo a un fin productivo.
Esta asignatura de Mediaciones culturales en las artes es un bicho raro, rarísimo, un alien en el entablillado plan de estudios de la Universitas Miguel Hernández. El primer día se nos dijo que esta asignatura no nos iba a servir para nada; que era, en esencia, inútil. Aunque entiendo el porqué nuestro profesor lo dijo, tengo que discrepar. Decir que esta asignatura es inútil es ceder poder en la batalla lingüística de asociar lo útil con lo productivo.
Quiero dar las gracias a Antonio por animarnos a buscar ese conocimiento inútil, que no me ayudará a encontrar trabajo, pero me hace ver el mundo que me rodea desde nuevos prismas.
Como creadores de contenido, lanzamos una parte de nuestro ego para consumo del público. Si pretendemos retratar la realidad, es fundamental que seamos conscientes de la nuestra propia. Si buscamos difundir la verdad, necesitamos entender que no sólo existe la nuestra. Si queremos plantearle preguntas al mundo, primero deberíamos ser capaces de responder las nuestras. Entender el ego para poder salir de él mediante preguntas que cuestionen nuestras convicciones.
Esta asignatura es mucho más necesaria y útil para nosotros, que nos dedicamos a la comunicación, que cualquier otra, porque nos forma como individuos y no como mera fuerza de trabajo. Me parece revelador que hayamos visto más obras de arte en Mediaciones que en el resto de asignaturas de cuarto juntas.
La única pega que le pongo es que la definición de mediaciones no era tan importante.
