No es lo mismo ver que mirar

Que el Louvre sea uno de los lugares más visitados del mundo debería ser una noticia positiva, pero si nos paramos a analizar la situación con tranquilidad, ¿cuántos de esos visitantes acuden realmente para disfrutar y mirar las obras de arte allí expuestas? Si elaborásemos una encuesta entre las personas que acceden al museo, probablemente la mayor parte indicaría que solo quieren ver las obras más conocidas, entre ellas, «La Gioconda».

Visitantes en el Louvre viendo «La Gioconda», de Leonardo da Vinci. Fuente: Pixabay

Los datos demuestran que el famoso cuadro pintado por Leonardo da Vinci recibe una media de 20.000 visitas diarias, personas que abarrotan la sala en la que se encuentra expuesta dicha obra de arte. Podríamos pensar que todos esos visitantes entran para observar y maravillarse ante una obra que fue elaborada a principios del siglo XVI por uno de los artistas más importantes de la historia, pero la realidad deja mucho que desear.

En el cortometraje titulado Mona Lisa selfie, Daniel McKee plasma a través de fotografías tomadas de las redes sociales todo el caos que se vive alrededor del cuadro, donde tumultos de personas se pelean por hacerse un hueco delante de «La Gioconda» para poder inmortalizar el momento a través de la cámara. Incluso una chica explica en el vídeo que ha viajado miles de kilómetros para poder hacer una foto al cuadro con uno de los filtros de Snapchat.

La pieza audiovisual de McKee es solo un ejemplo más de cómo la sociedad se ha convertido en un mero espectáculo. Gracias a ese cortometraje comprobamos que los visitantes no acuden a mirar el cuadro, sino que entran en la sala para decir que lo han visto o, lo que es más importante, para hacer la fotografía que demuestre que han estado allí. Ya no interesa estar ante una de las obras más relevantes de todos los tiempos, el único logro es hacerse un selfie.

«La Gioconda», de Leonardo da Vinci. Fuente: Pixabay

Por desgracia, la intención o el sentido que orientaba la acción y que quería reflejar el artista al realizar su obra queda mermada por las nuevas tecnologías. Da Vinci creó «La Gioconda» a partir de la necesidad de dar forma a algo, uno de los motivos principales por los que un producto se convierte en arte. Además, le otorgó un realismo extremo al emplear métodos matemáticos para medir las proporciones humanas. Sin embargo, ¿cuántos de los miles de visitantes que acuden al Louvre se paran a reflexionar sobre estas circunstancias?

En definitiva, parece que nos estamos olvidando de que no es lo mismo ver que mirar un cuadro. A veces, cuando nos situamos frente a una obra de arte, ignoramos la experiencia estética, es decir, la capacidad de ser irracionales y dejarnos llevar por lo que tenemos ante nuestros ojos dando rienda suelta a la imaginación. Por tanto, estamos obviando todos aquellos aspectos que hacen de un cuadro una obra de arte, convirtiendo los museos en puros espectáculos donde prima el postureo y la necesidad de que todo quede inmortalizado de forma digital. Pero quizá nosotros tengamos la culpa por haber convertido la sociedad en un conjunto de relaciones sociales mediatizadas por las imágenes.

Referencias

Carballo, M.F. (2019). «El museo del Louvre es el más visitado del mundo (y nos alegramos… ¿no?)». Traveler, 23 de mayo de 2019.

Elío, J (2017). «Si has subido una foto de la Mona Lisa, puedes aparecer en este corto». El Español, 8 de noviembre de 2017.

Imaginario, A. «Cuadro la Mona Lisa o La Gioconda de Leonardo da Vinci». Cultura genial.

Pajares, G (2019). «“La Gioconda”: Una influencer con 20.000 visitas diarias». La Razón, 28 de noviembre de 2019.

Redacción Cultura (2015). «La diferencia entre mirar y ver». El Espectador, 26 de agosto de 2015.

Soto. Á. (2019). «‘La Gioconda’ se harta de las visitas». Diario Sur, 28 de mayo de 2019.

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