SOCIODICEA: La expresión artística del mal y las manzanas.

GEMMA CAMBRA RUBIO
Mediaciones culturales en las artes
4 min readJan 17, 2020

La sociodicea surge como término para darle una explicación y justificación social al mal. Es la versión mundana de la teodicea, rama de la filosofía cuyo cometido es demostrar de una forma racional la existencia de Dios mediante razonamientos, así como la búsqueda de una descripción análoga de su naturaleza y atributos divinos. Como elemento fundamental de cualquier ideología, la sociodicea identifica culpables o atribuye orígenes a males y daños socialmente causados, construyendo al mismo tiempo una determinada jerarquía social basada en la moralidad de los actos.

Para las religiones abrahámicas la concepción de mal se basa en el dualismo de conceptos. En este caso el bien y todo lo que está bien está relacionado con un principio llamado Dios, en contraposición con el concepto del mal que finalmente se reduce al pecado. Gracias al término de «Dios» la teología puede atribuir la idea completa del bien y representarla en su totalidad sin dejar lugar a la duda de que no sea una verdad absoluta, fenómeno que hace que la definición, por contraposición del mal sea mucho más concreta y de fácil explicación y representación.

Las representaciones artísticas religiosas surgen como una necesidad de transmisión de conceptos y enseñanzas para un público, en su origen analfabeto. Así la simplificación, personificación y cosificación toman un papel fundamental en dichas expresiones. Estas representaciones de conceptos tan abstractos e incluso paradigmas de extrema dificultad de comprensión se instauran en las sociedades y culturas, en gran medida gracias a la religión predominante de la localización en cuestión. Ya que tanto la idea del mal como de bien no son naturales, es decir, no se dan en la naturaleza como tales. Las religiones han ido eligiendo formas, animales, personas e incluso alimentos para representarlos, simplificarlas y dar una explicación asequible.

Alberto Durero, 1507 (Museo del Prado)

Es el caso de la famosa manzana que forma parte de la iconografía cristiana, la máxima expresión del mal como origen, el pecado original que mancha a todos los seres humanos desde su nacimiento. Existen múltiples interpretaciones sobre este pasaje de la Biblia, muchas de las cuales siempre derivan en que está estrechamente ligado al sexo y la lujuria. Quizás el problema de estas explicaciones sea que se han basado en el estudio de las expresiones artísticas plásticas y no en la interpretación directa de la Biblia. La explicación teológica más extendida y apoyada es que el misterio del pecado original surge como la opción que da Dios al ser humano de autodeterminarse y decidir lo que es bueno y malo independientemente de Dios, en resumidas cuentas, la autodeterminación moral. A pesar de que el ser humano es creado por Dios a su imagen y semejanza, este al desobedecer el mandato divino para reivindicar en si una autonomía que no se conforma con su condición de criatura y usurpa un privilegio exclusivo de Dios, queda manchado permanentemente por el pecado original.

El manzano es originario de las zonas templadas de Europa, el oeste del Turkestán y el sureste y centro de Asia. Es un fruto que se consume desde hace muchísimo tiempo. La Biblia habla de un fruto genérico, no especifica que sea una manzana. La historia del arte indica a Alberto Durero como el primer pintor que plasma este misterio en forma de manzana en una obra pictórica. Quizás exista una relación directa entre que este artista pertenezca a la Escuela Alemana y que Alemania sea el séptimo país productor a nivel mundial de manzanas. Seguramente si Durero hubiese desarrollado su carrera en Tailandia nos habría pintado un rambután y aquí en Europa no sabríamos identificarlo como un fruto. Una vez más la iconografía recae sobre un elemento cotidiano de fácil identificación y reconocimiento.

Los artistas encargados de representar los misterios de las religiones a lo largo de la historia no siempre han sido creyentes, practicantes o se han regido por las normas de la religión que han ido plasmando en sus obras. Sin embargo, desde un principio han sido los grandes generadores del universo iconológico que envuelve a todas las religiones y a su vez les hemos dotado de un alto capital simbólico. Quizás por eso la sociodicea siempre haya sido transmitida a través del arte dentro de una atmósfera de lujuria, sexo y atracción. Y yo ahora ya no se si le atribuyo a las manzanas un carácter de voluptuosidad semejante a un seno femenino porque Durero la pintó como fruto prohibido o Durero la pintó porque ya significaba eso.

Documentación

  • Catálogo pictórico del Museo Nacional del Prado, Madrid. España
  • Carcagano, Carlos A. (2004): «La famosa manzana y el pecado original»
  • Giner, S. (2012): « El origen de la moral». ATALAYA. Giner, S.
  • «Sociodicea». REVISTA INTERNACIONAL DE SOCIOLOGÍA (RIS). Vol.72, Nº2, MAYO-AGOSTO.

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