Agenda 2030: metas para ser un país sustentable
La ONU fijó objetivos económicos, productivos, ambientales y sociales; cómo está la Argentina para cumplirlos
Luciana Proietti PARA LA NACIÓN
Erradicar la pobreza, lograr un crecimiento económico continuo e inclusivo y promover el consumo responsable son sólo algunos de los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) que fueron acordados por la Argentina y los otros 192 países miembros de la ONU en septiembre pasado en Nueva York, y que regirán los programas de desarrollo mundiales durante los próximos 15 años.
El crecimiento económico, la inclusión social y la protección del medio ambiente son los ejes de la Agenda 2030 del Desarrollo Sostenible, que reemplaza a los Objetivos del Milenio. Expertos argentinos sostienen que la prioridad en nuestro país es el aspecto humano y que aún falta mucho por hacer en materia económica y ambiental. Consideran que el nuevo gobierno dio señales importantes, como anunciar el plan Hambre Cero, dar a la temática de medio ambiente rango ministerial e incorporar a muchos especialistas provenientes del ámbito privado y de la academia.
La Agenda se elaboró por un mecanismo inédito que incluyó la participación de diversos actores sociales, además de los Estados, y así permitió la representación de una amplia gama de intereses. “Los 17 Objetivos son nuestra visión compartida de la humanidad y un contrato social entre los líderes del mundo y las personas”, expresó Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, en el lanzamiento.
Un informe reciente sobre las paradojas y los desafíos del desarrollo sostenible, elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), sostiene que el crecimiento económico de la región en los últimos años mejoró las condiciones económicas y sociales, pero también tuvo efectos negativos, como una mayor contaminación atmosférica en las áreas urbanas y un deterioro importante de los recursos naturales, como los no renovables, el agua y los bosques. Además, el informe indica que las economías y sociedades latinoamericanas tienen una alta vulnerabilidad a impactos adversos, como los fenómenos climáticos extremos, y una matriz productiva y de consumo que aún presenta altos niveles de emisiones de carbono. “Ese conjunto de factores llega al punto de erosionar las propias bases de sustentación del actual dinamismo económico”, concluye el informe de la Cepal.
En América del Sur la temperatura subió entre 0,7°C y 1°C desde mediados de los años 70, y las estimaciones más conservadoras que recoge la comisión indican que los costos económicos del cambio climático en la región podrían representar entre 1,5 y 5% del producto bruto actual con un aumento de 2,5°C, que se alcanzaría en 2050. Los impactos se verían principalmente en aspectos sensibles como la agricultura, el agua, la biodiversidad, los bosques, la salud, el turismo y la pobreza.
Parte del problema consiste -según la opinión de los expertos- en la vinculación compleja que existe entre todos los factores. Por ello hay que entender de qué manera los ODS están íntimamente ligados entre sí: “Si no tenemos agua y saneamiento, los efluentes van a parar al mar; si hay guerras se generan desechos contaminantes, y la lista sigue”, plantea Guillermo Caille, coordinador de la Fundación Patagonia Natural.
“Todas las grandes empresas deberían tener un área de innovación y contribuir con el cuidado ambiental, pero se necesitarán políticas para que eso pueda darse masivamente”, plantea Cristóbal Costa, director de Sustentabilidad de la firma de indumentaria de tiempo libre Patagonia, una empresa que basa su producción y gestión de recursos humanos en los conceptos del desarrollo sostenible (nacida bajo el concepto de triple impacto: económico, social y ambiental), y que ha generado tecnología para minimizar los daños de los procesos de producción. “De otro modo, la economía, como hoy está entendida, nos va a llevar a la destrucción del planeta”, concluye Costa.
Funcionarios, representantes de empresas y de organizaciones de la sociedad civil dieron su opinión a LA NACIÓN sobre cómo está la Argentina para poder cumplir con cada meta.
Diagnóstico y desafíos
Para lograr un país más rico, verde e inclusivo
1. Hacia un mundo sin pobres
Metas: eliminar la pobreza y el hambre, garantizar el acceso al agua y a la energía, reducir las desigualdades
“La pobreza en la Argentina ronda el 25–30% en términos de ingresos y puede llegar al 45% si se consideran otras dimensiones, como el acceso a derechos básicos”, explica Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). “Por la información que generamos en la UCA [según una encuesta que abarca a más de 5700 hogares] sabemos que el 15% de la población no tiene acceso al agua corriente, el 31% no tiene red cloacal, el 20% vive cerca de basurales, el 25% no tiene red de gas y el 12% se encuentra en zonas inundables”, dice Salvia. Según datos del Indec, 150.000 hogares no tienen acceso a la energía eléctrica. Además, casi un 10% de los niños padece desnutrición crónica, de acuerdo con la organización Nutrición 10 Hambre Cero.
“La pobreza podría reducirse a la mitad para 2030 si se logra una inflación de un dígito con crecimiento de 3% anual, se sigue con los planes sociales y se implementa un programa de desarrollo integral, que incluya inversión en infraestructura y creación de políticas que acompañen”, dice Salvia.
En cuanto a políticas, la nueva ley de energías renovables abre una posibilidad: “Alcanzar la meta del 8% [de la matriz energética] para 2017 tal vez es un poco optimista, pero hay que tomarlo como referencia. El potencial de renovables es inmenso y en energía eléctrica podemos alcanzar 100% para 2050”, explica Juan Carlos Villalonga, diputado de Cambiemos y ex presidente de la Agencia de Protección Ambiental de la Ciudad de Buenos Aires.
2. Crecer de modo sostenible
Metas: lograr un crecimiento con inclusión y sin degradación ambiental, promover los emprendimientos y las pymes
Considerar la responsabilidad social, analizar el impacto ambiental y seguir promoviendo el beneficio económico son los principios que deben guiar a una empresa en una economía de desarrollo sostenible. Florencia Güenzani, de Sistema B, una organización que trabaja para lograrlo, sostiene que hay un crecimiento de esta tendencia en la Argentina y en el resto del mundo. “En lo que debemos avanzar ahora es en las acciones concretas y en darle escala”, dice Florencia Salvi, gerente de Sustentabilidad de AmCham, la Cámara de Comercio de EE.UU. en la Argentina. Esta entidad promueve prácticas sustentables: “Desde cambiar pintura al aceite por pintura al agua en las automotrices hasta un simple cambio de packaging, todo produce un impacto”, explica Salvi.
Héctor Rocha, profesor del IAE y PhD del London Business School, aporta una visión crítica: “No es congruente que los ODS busquen un crecimiento anual del 7% del PBI cuando otros objetivos indican que hay que bajar el consumo y la producción para atender la cuestión ambiental o social. Además, en la Argentina hay que promover el desarrollo humano por sobre el económico, como hicieron Finlandia o Corea del Sur. Se ven señales políticas en este sentido, cuando se habla de «pobreza cero» o cuando el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, aplica el gradualismo”.
Rocha entiende que la Argentina no debe imitar el crecimiento económico de los países desarrollados, ya que “eso es lo que ha creado el problema ambiental global.”
3. Innovación y consumo responsable
Metas: ciencia y técnica para crear industrias inclusivas y sostenibles, procesos limpiosy consumo responsable
Florencia Salvi sostiene que los emprendedores y científicos fueron quienes generaron un gran impulso de innovación en materia de sostenibilidad. “Las empresas grandes ahora intentan seguir el ejemplo. Y creemos que el nuevo gobierno va a sumar experiencias de algunas grandes empresas e innovaciones y tecnología proveniente de otros países”, dice.
Los ejemplos abundan. Muchas empresas intentan hacer más sustentables sus procesos y productos. La empresa Patagonia desarrolló un traje de neoprene con un alto porcentaje de látex vegetal que extraen de un arbusto llamado guayule. Las empresas que ganaron el premio Ciudadanía Empresaria de AmCham son otras que marcan tendencia: Citrusvil, de Tucumán, generó una gestión eficiente del agua que repercutió en mejoras de la producción, y Generadora Córdoba crea electricidad a partir de biogás producido de maíz y estiércol.
Muchos especialistas coinciden en que existe una conciencia creciente por parte de los consumidores y que eso puede generar cambios en las políticas públicas y de las empresas. “Vamos a una lógica de la suficiencia, es decir, al consumo de lo que verdaderamente necesitamos. Un ejemplo a seguir en este sentido es el de Inglaterra, donde los productos en los supermercados brindan información sobre qué tipo de trabajo implicó hacer el producto, si cumple con normas laborales internacionales, si es de comercio justo o si tiene sello orgánico,” explica Salvi.
4. Ciudades inclusivas y “verdes”
Metas: vivienda, transporte, participación ciudadana, gestión de desechos, calidad del aire, espacios verdes, resiliencia
“Uno de los grandes problemas de América latina son los grandes conurbanos”, sostiene Héctor Rocha. “Para resolver este problema hay que lograr la cooperación de los sectores público, privado y de las organizaciones sociales, que conocen bien las dificultades de base. Por ejemplo, para abordar los problemas de las villas se tienen que sentar a dialogar el Real Estate, el Gobierno y las ONG”, plantea.
“La población urbana de América latina pasó de 41% en 1950 a 80% en 2010. Esto generó grandes desequilibrios sociales, económicos y ambientales en las ciudades”, cuenta Juan Bachi Pilota, cofundador de la Cooperativa Caminantes de Mar del Plata. Explica que se lograría un gran avance aplicando conceptos de arquitectura bioclimática en las viviendas, “los cuales, sin incrementar de manera significativa los costos, logran mayor confort y eficiencia energética”. Existen experiencias de barrios con este tipo de viviendas, como la de Tapalqué, provincia de Buenos Aires, donde se incorporan conceptos de orientación solar, calentamiento de agua sanitaria solar, energía fotovoltaica, muro trombe (que actúa como regulador de la temperatura del ambiente), y donde participaron la Universidad Nacional de La Plata, el Instituto provincial de la vivienda y el INTI.
Villalonga dice que debe plantearse un desarrollo demográfico federal y más armónico, con generación de empleo, centros educativos y servicios de calidad en cada región. “Eso evitaría muchos problemas crónicos de las grandes ciudades”, agrega.
5. Contra el cambio climático
Metas: adaptación y mitigación, reducción de sus efectos y alerta temprana de fenómenos extremos
“No tenemos una política de adaptación. Entonces habría que empezar por realizar un ordenamiento territorial y definir las obras a realizar: determinar para qué vamos a usar cada zona procurando reducir la exposición de la población, como los asentamientos en áreas de inundaciones”, sostiene Raúl Estrada Oyuela, embajador y ex representante de Cancillería para las negociaciones ambientales, al referirse al cambio climático.
“En materia de mitigación, los últimos informes muestran un crecimiento de las emisiones, que se relaciona con los subsidios a los combustibles fósiles, la generación eléctrica a partir de hidrocarburos, las emisiones de la producción agrícola ganadera y del transporte vial. La inversión para mitigar y adaptarse debe ser pública y privada. Si la Argentina no adopta una política razonable de mitigación, nuestras exportaciones se pueden ver entorpecidas por restricciones comerciales que argumenten la huella de carbono, por ejemplo”, dice Estrada Oyuela. La eficiencia energética es otro potencial aún no aprovechado, especialmente en la industria, coinciden los especialistas.
La capacidad para enfrentar y prevenir los efectos de los desastres derivados del cambio climático es otro desafío. “Lo sucedido con las intensas lluvias de este verano por el fenómeno El Niño muestra que no tenemos un sistema de alerta temprana”, dice Villalonga. Estrada Oyuela explica que es “imprescindible mejorar el equipamiento para la observación meteorológica”.
6. Océanos y recursos marinos
Metas: eliminar la sobrepesca, reducir la contaminación, conservar el 10% de las zonas costeras y marinas
“La Argentina ha logrado avances sustantivos en la protección de áreas marinas, alcanzando el 5% en los últimos 10 años, y se puede llegar al 10% en 2020. Los problemas de sobrepesca se lograron revertir y la pesca ilegal se redujo”, dice Guillermo Caille, coordinador de áreas marinas protegidas de la Fundación Patagonia Natural. “Faltaría explorar alianzas con países limítrofes para proteger áreas compartidas y subsanar las brechas en las capacidades técnicas.” Marcelo Pájaro, director de pesca y ambiente marino del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (Inidep), explica que se protegen las “áreas frontales”, donde las especies desovan y habitan las crías. Además, el Inidep realiza recomendaciones, basadas en sus investigaciones, sobre qué especies pescar en determinado momento y en qué cantidad.
Los especialistas ven con buenos ojos la iniciativa Pampa Azul, que se propone estudiar y desarrollar tecnología para el mar y que llevan a cabo en forma coordinada varios ministerios. También la propuesta llevada a la ONU para ampliar más allá de las 200 millas el límite de la plataforma continental argentina.
Sin embargo, a nivel planetario los océanos sufren de sobrepesca, contaminación y la acidificación aumenta de manera alarmante. En el primer día del Foro Económico de Davos, Ian Bremmer, CEO de Eurasia Group, fue el más mencionado en Twitter al exponer que “en el año 2050, los océanos contendrán más plásticos que peces (en peso)”.
7. Uso de la tierra y agricultura
Metas: uso sostenible de ecosistemas, gestión de bosques, lucha contra la desertificación y la pérdida de biodiversidad
“La Argentina puede dar un gran salto en el uso del suelo, pasando de la minería forestal (deforestación) que promueve beneficios económicos con alto costo ambiental y social, como las inundaciones, a la ingeniería forestal, logrando que los bosques generen rentabilidad en tanto bosques, con prácticas como la ganadería de monte a baja carga o el desarrollo de destinos turísticos, como el nuevo Parque Nacional El Impenetrable. Esto genera rentabilidad en el largo plazo, que es la rentabilidad bien entendida”, explica Emiliano Ezcurra, vicepresidente de Parques Nacionales y creador del Banco de Bosques.
En materia de agricultura, Ezcurra plantea: “Hay que generar corredores biológicos de pastizales y especies nativas en las divisiones de los campos. Así se ganarían millones de hectáreas forestadas y se atenuaría el impacto que produce la escasa cobertura vegetal de los cultivos. También se puede avanzar hacia una agricultura de bajos insumos, cada vez menos tóxica”. Explica que la agricultura sostenible de gran escala es posible, “pero lograr convertir las 14 millones de hectáreas de soja tomaría más de una década”. Mientras tanto hay que avanzar desde acciones complementarias y en la pequeña escala: “Hay experiencias exitosas en el país, como las que llevan adelante la Red Forestal Chaco, la Comarca Andina, la práctica de «rancheo» en curtiembres de Formosa o las 3000 hectáreas de agricultura sostenible que desarrolló Douglas Tompkins en Santa Elena”, concluye.
8. Educación, igualdad y paz
Metas: lograr educación de calidad, sociedades solidarias e igualitarias, instituciones eficaces y responsables
“En el país hace falta priorizar el desarrollo social por sobre el económico: pobreza, hambre y educación deben estar por encima”, sostiene Héctor Rocha. “Esto no significa desatender los demás objetivos, pero hay que priorizar lo humano y luego lo económico se da mejor.”
“Necesitamos salir de la cultura de la confrontación y aprender a cooperar, generando ámbitos de encuentro entre lo público y lo privado, ir más allá de las visiones sectoriales y poder identificar objetivos comunes y plantear acciones tendientes a resolver los problemas concretos, que tienen que ver en primer lugar con las personas, la familia y recomponer el tejido social. De esta manera se puede lograr un desarrollo institucional. Todas estas son piezas clave para lograr un desarrollo verdaderamente sostenible”, dice el especialista.
Estos ámbitos de encuentro ya comenzaron a darse: El IAE lanzó el programa Potenciar la vocación pública con la iniciativa privada por el que pasaron líderes sociales, políticos y empresarios. La Fundación Pensar, el think tank creado por Pro, fue otro espacio de encuentro que se estableció y del que surgieron muchas de las políticas del actual gobierno. Otras iniciativas florecen en diversos ámbitos: la Red de Mujeres por la Sustentabilidad, por ejemplo, es un espacio de trabajo de mujeres líderes en empresas, ONG y universidades que trabajan por la sustentabilidad ambiental y social, como la problemática de la inserción de la mujer en el sector privado y productivo.
Publicado en: http://www.lanacion.com.ar/1864580-diagnostico-y-desafios