Nueva autoridad ambiental

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Ambiente y Desarrollo Sustentable
4 min readDec 14, 2015

El ministro Sergio Bergman, que afronta un enorme desafío, acertó al rodearse de especialistas de reconocida trayectoria en la problemática medioambiental

La designación de Sergio Bergman a cargo del nuevo Ministerio de Ambiente no sólo es un desafío para él. Lo es también, y ante todo, para el porvenir del desarrollo sustentable de nuestro país. La función del nuevo ministro es clave: incorporar los aspectos ambientales a la agenda de los máximos niveles de decisión del Gobierno. Y ello en un momento en que no sólo la Argentina sino el planeta entero así lo exige. En ese sentido, representa un paso fundamental el acuerdo alcanzado anteayer en París, durante la Cumbre del Clima, mediante el cual 195 países se han comprometido a sumar esfuerzos en la lucha contra el calentamiento global.

Se trata de promover un uso sustentable de la naturaleza. También, de contribuir a la erradicación de la pobreza y a la modificación de las modalidades insostenibles de producción y consumo. La grave crisis social, política y económica que afecta a la Argentina plantea la necesidad de encontrar nuevas respuestas para los acuciantes padecimientos que sufre la sociedad. Es imprescindible reconfigurar la desdibujada agenda ambiental.

El escenario en el que debe desempeñarse el nuevo ministro abarca, entre otras cuestiones, la conservación, recuperación, y uso sustentable de los recursos naturales, renovables y no renovables; el ordenamiento ambiental del territorio; la gestión de los recursos hídricos; el manejo adecuado de los residuos peligrosos; cuestiones inherentes a la infraestructura y la correspondiente evaluación de los impactos ambientales; la definición de políticas vinculadas con la información y cooperación internacional; el resguardo de la biodiversidad; la conservación de los bosques (afectada hasta hoy por el desvío perverso del Fondo destinado a ese fin hacia programa Fútbol para todos) y la protección de los glaciares. Asimismo, la administración de los Parques Nacionales, dependientes hasta hoy de la cartera de Turismo.

Todas estas son, sin duda, cuestiones esenciales para el sustento de las futuras generaciones. Es que la temática que estará a cargo de Bergman tiene que ver con la vida en sentido amplio. Su desafío no es sólo ambiental, sino eminentemente ético y cultural. Lo que está en juego precisa de una aguda sensibilidad hacia el mediano y largo plazo. Si se carece de ella, el nuevo Ministerio será un servidor más de las necesidades coyunturales, hasta hoy predominantes, y no del ambiente argentino. La responsabilidad del ministro va mucho mas allá de la competencia formal en su área. Debe mantener una interlocución constante y fluida con las áreas de energía, producción agropecuaria, minería y pesca. Para ello, cuenta con una ventaja: la ciudadanía, especialmente la más joven, ha comprendido la magnitud del problema ambiental y demanda cambios sustanciales.

Bergman ha acertado al rodearse de especialistas en la materia con una reconocida trayectoria, pues Diego Moreno, ex director general de la Fundación Vida Silvestre Argentina será el secretario de Política Ambiental, y Dolores Duverges, ex directora de política ambiental de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales asumirá como secretaria de Planificación y Ordenamiento.

Desde la cuestionada figura de María Julia Alsogaray hasta el día de hoy, la autoridad ambiental ha sido anónima. En esta materia sólo se recuerda el deplorable manejo del Riachuelo, y el penoso desempeño de la Acumar (Autoridad de la Cuenca Matanza Riachuelo); el enigmático caso de las papeleras, del que aún se desconocen sus consecuencias ecológicas; la ley de glaciares, asfixiada por los intereses mineros; y la persistente deforestación que tala, cada año, 300 mil hectáreas de bosques nativos. Además de algunos nombres que se puedan recordar por su triste paso por ese cargo como Romina Picolotti, hay hechos que prueban que se privilegiaron las necesidades del “modelo” por sobre las del medio ambiente.

Bergman puede reinsertar el país en el mundo si obra en consonancia con las acuciantes necesidades del planeta. Puede hacer de nuestras ciudades un modelo eficiente, promover el potencial ilimitado de la Argentina para el desarrollo de energías renovables y un transporte limpio y construcciones que sean positivas en cuanto a su huella de carbono. Puede alentar un ordenamiento territorial que permita planificar el uso adecuado del suelo y prever los impactos del cambio del clima en los próximos años. Sin planificación, el deterioro de la calidad de vida será inevitable. El nuevo ministro puede promover transparencia en la toma de decisiones y un imprescindible acceso ciudadano a la información ambiental. De ese modo se podrá garantizar el verdadero derecho al ambiente sano.

Si hay algo que tiene el flamante ministro es una gran oportunidad: se hizo poco hasta ahora y lo poco que se ha hecho ha sido, a menudo, por la presión de la sociedad civil, en la mayoría de los casos a contrapelo de las sucesivas autoridades ambientales que nadie recuerda. El partido gobernante tiene, además, una gran ventaja: las jurisdicciones de la Nación, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires se encuentran bajo un mismo signo político, lo que ayudará a evitar conflictos políticos interjurisdiccionales, como el de los residuos.

Bergman es un reconocido líder espiritual. Deberá ahora conquistar el apoyo de las empresas, el de las organizaciones no gubernamentales y el de una ciudadanía que, hasta hoy, no contó con un auténtico liderazgo ambiental. Ha sido convocado para algo imprescindible: restituir a la problemática ambiental toda su trascendencia.

Publicado en:
http://www.lanacion.com.ar/1853955-nueva-autoridad-ambiental

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