El señor de los suspiros.

Un remedio que no cura el corazón.

Cesar Jordán
Medium en español

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Le llamaban el señor de los suspiros, unos pensaban que estaba loco, otros que le habían roto el corazón, algunos contaban que sólo era melancólico, pero lo que nadie sabía es que lo que le faltaba era un pulmón. Lo perdió apostando la baraja, Pedro sacó tercia de oros, Don Suspiros tenía dos pares de copas, ambas sin alcohol, la apuesta fue por Silvia, la que hasta ese momento, había sido su mujer. Esa fue la última que vez que respiro bien. Empezó con un par de Delicados diarios para el dolor del corazón. Para la siguiente semana ya eran 6 y al final de mes ya gastaba la mitad de su quincena en cajetillas. Las cajas venían con publicidad, un tipo sin laringe, un feto abortado y una rata del tamaño de un conejo avisaban de los problemas que podías contraer, nadie nunca le avisó a Don Suspiros que fumar era un sádico remedio para el mal de amor.

Duró un año con un hueco en el pecho, a la altura del esternón, en febrero del siguiente, le detectaron cáncer, ella nunca se enteró. Las quimioterapias nunca funcionaron, sólo le costaron el empleo y el vocho que tuvo que vender. Le extirparon el pulmón el mes siguiente, la cuenta por hospitalización lo dejó sin casa y se fue a vivir con un hermano que al poco tiempo lo corrió. Fue por ese tiempo que lo comenzaron a llamar Señor Suspiros, el aire normal que respiraba no alcanzaba para oxigenarlo todo y tenía que dar un jalón más, cada 3 minutos se repetía la operación.

Sin dinero, sin techo, sin comida y sin pulmón andaba diario sobre Matamoros y Morelos, pidiendo ayudas al azar. Dormía en cualquier lado, la mugre le servía como colchón. Un día como cualquiera lo vieron ir a prisa sobre Hidalgo, muy lejos de su lugar habitual, cuatro pasos y un suspiro, acompasados, bastaron para saber que se trataba de él, iba con su paso lento llenándose de prisa, sin pararse a mirar. En el cruce con Sor Juana, don suspiros dio la vuelta, nunca más se le volvió a ver. Don suspiros desapareció el mismo día en que Silvia y Pedro festejaban su 15 aniversario, ella pidió una sopa de cangrejo y el camarón empanizado. A Silvia le trajeron primero, empezó a comer, en un momento determinado se detuvo, miró con pánico a Pedro y vomitó, en medio de su plato, justo debajo del cangrejo, había un buen pedazo de pulmón.

C.L.J

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