El día que necesité una impresora 3D

Joel Bo
Historias en español
2 min readSep 24, 2014

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Científicos y tecnológos están muy entusiasmados por el potencial de la impresión 3D. Y ya no quedan dudas que es una de las tecnologías del presente que promete cambiar la forma de manufacturar productos en el futuro.

Si los intereses corporativos lo permiten y prevalece el potencial social, transformará industrias y creará nuevas oportunidades para nuevos protagonistas. ¿O la era digital no se trata de eso? De democratizar. De igualar oportunidades. De bajar costos de acceso para la mayoría y no de aumentar beneficios para la minoría.

Imagine imprimir adornos, utensilios, accesorios, prótesis (como el conocido caso de Felipe de Argentina), repuestos, comestibles, órganos…objetos reales, de la misma manera que hoy imprime texto en una hoja de papel. Porque la impresión 3d es materializar.

Mientras que los programadores están acostumbrados a que sus creaciones nacen, viven y se desarrollan en el mundo digital, los diseñadores gráficos transforman bits en productos físicos. Son ellos los nuevos protagonistas. En no mucho tiempo estaremos compartiendo y personalizando diseños de objetos que luego enviaremos a imprimir en nuestro propio taller, o mejor aun, en nuestra propia casa.

Aunque el potencial al que me refiero no es el de solucionar los pequeños problemas cotidianos, considere esta situación: Esta colocando un caño de un desagote cuando descubre que uno no encaja firmemente en el otro.

Usted quisiera solucionarlo rápidamente y seguir con su vida…o su descanso, pero se siente en la misma situación que los tripulantes del Apolo 13 cuando necesitaban conectar un cilindro con un cuadrado para filtrar el aire necesario para respirar.

No hay duda; hubiera sido un momento formidable para imprimir las piezas necesarias. Esta vez no fue. Quizá muy pronto.

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Joel Bo
Historias en español

Por un mundo seguro para el intercambio de información digital.