Frases de marinos

Sabiduría del mar para aplicar en tierra

Juan
Historias en español

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Navego a vela, cómo si no, desde hace bastantes años. Desde que un pretendiente de mi madre, durante uno de esos largos e intensos veranos de la adolescencia, la cortejaba sacándonos a navegar a mi hermano y a mí, por la bahía de Pollença, en un crucerito, llamado El Zorro (nombre adecuado para el barco de un tipo astuto que, aunque no he tenido noticia de si consiguió o no su objetivo, usaba bien sus armas).

Desde aquel verano, siempre que me lo puedo permitir, navego. Y lo hago siempre por placer o, mejor dicho, por placeres, porque navegar me proporciona placer de muchas formas.

Y una de las formas en las que navegar me complace más es haciéndolo junto a personajes que han pasado más tiempo en el agua que en tierra firme. Esta gente, entre otros rasgos que los hacen inconfundibles, posee una forma de sabiduría a la que solo se llega si se pasa mucho tiempo en cierto estado de concentración dispersa que la ocupación de navegar facilita.

Esta sabiduría brota siempre abruptamente, en frases cortas, ideas aparentemente simples, destiladas por generaciones de marinos. Cuando lo hace, deja a su paso los largos minutos del silencio que requiere sondar la profundidad de lo que se acaba de escuchar.

Una de esos lobos de mar con los que he tenido, y tengo, el placer de compartir muchas horas de navegación se llama Antonio. Mantenemos una relación muy asimétrica en la que él se limita a hacer lo que mejor hace, navegar, y yo le observo con atención intentando descifrar la finalidad de cada movimiento.

Para quién no lo sepa, tomar un rizo es un maniobra bastante sencilla mediante la que se reduce la cantidad de trapo con el fin de mejorar la seguridad y la estabilidad del barco cuando el viento arrecia. En cierta ocasión, y justo en el mismo instante en que me arrepentía de la simplicidad de mi pregunta, pronuncié ¿Cuándo tomar un rizo?

Y la respuesta fue una de esas perlas cuyo eco resuena en la cabeza durante mucho tiempo: cuando lo estás pensando.

Aplicad esta máxima a cualquier disyuntiva que os proponga la vida sustituyendo “tomar un rizo” por dejar un trabajo, comprometerse en una relación, abandonar una relación… Preguntas para las que no existe una respuesta universal, pero a las que siempre es mejor responder pasando a la acción.

Ceñir es navegar contra el viento. Contraintuitivamente, cualquier velero moderno puede navegar en un ángulo bastante cerrado contra el viento. Sin embargo es un rumbo incómodo, el barco tiende a escorar y es fácil que entre mucha agua en cubierta, pero puede ser la forma de llegar a un destino en el menor tiempo. Y aquí viene la perla marinera, soltada por Antonio en mitad de una larga travesía de dura e incómoda ceñida: ceñir es de pobres.

Esta frase solo muestra su enorme calado a los que somos conscientes de que la verdadera riqueza nunca es el dinero, sino el tiempo. Tener que mantener un rumbo incómodo por llegar a tiempo a un destino, en lugar de abrirse al viento y navegar más cómodamente, es propio de personas que no son dueñas de su tiempo, de los auténticos pobres.

Al hilo de esta perla me viene a la cabeza otra, que es casi un slogan publicitario para vender barcos: el tiempo que pasas navegando no cuenta. Y es que la percepción del tiempo es completamente diferente en el mar, y por eso es uno de los temas sobre los que más se medita a bordo.

Otro día, comentando con Antonio las duras condiciones (duras para él, para mí fueron durísimas) que nos tocaron en una regata de altura, soltó un ingenioso yo navego porque tengo mala memoria que resume perfectamente la motivación de todo el que disfruta con los avatares del viaje más que llegando a destino.

Y no me resisto a incluir una frase que, no por haber sido escuchada en el cine y por no tener que ver con la navegación a vela más que tangencialmente, deja de encerrar sabiduría marinera: ¿Cuándo construyó Noé el arca? le pregunta retóricamente Nathan Muir a su secretaria Gladys en Spy Game; antes del diluvio se responde a sí mismo seguidamente.

Para mi esta frase va sobre el estado de alerta constructiva, de relajación activa en el que más nos vale navegar y vivir para llegar a buen puerto. Porque por mucho que los lobos de mar prefieran el viento y las olas nada tiene sentido si no se puede llegar a puerto o, ya puestos, vivir para contarlo.

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Juan
Historias en español

By appointment to her majesty since 1971. Creative Director & TEDxMadrid.