Hacia una moneda social auxiliar universal

Sofocles
Historias en español
6 min readMar 13, 2017

Cuando nacemos, se nos proporciona una identidad monetaria sin posibilidad legal de rechazarla o cambiarla. Si naces en USA serás educado en la fe del dólar, si en Europa del euro y si en Japón del Yen. Es una fe impuesta en la que, curiosamente, casi nadie se plantea su realidad o conveniencia.

Los sistemas monetarios pertenecen a los Estados. Y, en última instancia, a poderes económicos que escapan del todo a la comprensión del ciudadano medio. Simplemente se nos ha dicho que para vivir hay que trabajar porque así ganas dinero para vivir. Naturalmente, el dinero está controlado por un dios invisible y todopoderoso.

De esta forma, el control económico sobre los individuos es total. Moviendo los hilos de la economía se pueden conquistar naciones y pueblos. Por medio de esos hilos se crea la esclavitud moderna.

Las monedas sociales siguen siendo una buena idea.

Ejemplo de moneda social local en papel

En los tiempos que corren ninguna persona medianamente lúcida dejaría toda su vida y su futuro en manos de un Estado. Aquellos idílicos tiempos en que la gente permanecía agradablemente adormecida pensado en un futuro provisto por la mano bienhechora del Estado han pasado. Espero que estés captando las señales evidentes cuando los mismos Estados te sugieren una y otra vez que no confíes mucho en cobrar una pensión. Estamos sufriendo en nuestras propias carnes la culminación de la esclavitud moderna en la que, gracias al miedo, aceptamos mansamente perder derechos conquistados a través de décadas de luchas.

No es una idea descabellada que nos movamos de la forma más diligente posible para rescatar parcelas de poder concentradas en estructuras económicas gigantescas e inasequibles para devolvérselo a las personas. Y en esto las monedas sociales tienen mucho que decir.

Como ya escribí algo sobre el tema hace cuatro años, no merece la pena repetirlo. Por favor, lee ahora: Es hora de imprimir tu propio dinero. Luego continúa por aquí, si quieres. Gracias.

De lo local a lo universal

Las monedas y las economías locales fuertes benefician extraordinariamente a las comunidades. Sin embargo, vivimos en un mundo en el que es posible viajar (con permiso de los que construyen vallas en la Tierra), moverse a una gran velocidad, contactar con gente de todo el mundo, establecer relaciones más allá de lo puramente local. Y, por tanto, necesitaríamos un nexo común económico, no construido por entidades centrales todopoderosas sino por la propia gente en una relación de poder totalmente horizontal.

Así pues, necesitamos un medio de intercambio que pueda ser utilizado a nivel global. Una referencia para entendernos económicamente. Usualmente utilizamos el dólar o el euro, por ejemplo pero ¿por qué no tener como referencia una moneda que no esté controlada por un oscuro ente central?.

Hackeando el sistema

Sería maravilloso que cada comunidad tuviese su propia moneda social descentralizada. Existen numerosas iniciativas al respecto, algunas con un notable éxito y otras que no han conseguido prosperar. No es fácil desarrollar una moneda social local, aunque tampoco es imposible. Básicamente se trata de encontrar o usar un sistema que genere confianza y no de lugar a errores contables.

Igualmente, debo decirlo, sería estupendo que tuviéramos una lengua auxiliar universal, una lengua fácil de aprender y totalmente respetuosa con las lenguas locales; una lengua en la que pudiéramos entendernos en igualdad de condiciones. Bueno, algo así existe. Se llama Esperanto. En 100 años no consiguió ese simple objetivo de ser lengua auxiliar universal pero el desarrollo de Internet está haciendo que entre en una especie de edad de oro y la “esperanza” siga viva.

Pero en el puro terreno económico, el desarrollo de Internet, la globalización de las comunicaciones y, especialmente, la creación del código de Bitcoin, nos proporciona las herramientas para llegar muy lejos y la realidad es que una moneda firmemente candidata a moneda social auxiliar universal existe. Se llama FAIRCOIN. Está funcionando. Y tiene toda la capacidad potencial para hackear un sistema que nunca ha sido creado por y para las personas.

¿Por qué moneda social auxiliar universal?

Porque FAIRCOIN cumple todas las condiciones necesarias para convertirse en un medio de cambio universal. Su valor está definido por los propios usuarios de forma democrática y asamblearia, no por una élite. Es posible utilizarla en todo el mundo. Es fiable e incorruptible. Y no pretende sustituir a ninguna otra moneda social.

Es bueno que haya monedas sociales locales, sistemas de trueque, bancos de tiempo… De hecho, todas esas monedas y sistemas económicos locales empoderan a las personas y las comunidades. Además, hay mucha gente que no puede o no quiere usar tecnologías modernas aunque parezcan tan extendidas como un teléfono móvil. Todas las monedas sociales que existen o se puedan desarrollar representan una riqueza para las diferentes comunidades que forman la humanidad.

Pero a la hora de relacionarnos con el resto del mundo, la riqueza de una moneda local (o de una lengua) se constituye en un obstáculo. Por eso puse de ejemplo antes un proyecto vivo de lengua auxiliar universal. Y por ende, también será necesario plantear una moneda auxiliar universal. De esta forma, cuando sea necesario relacionarme económicamente con el resto del mundo, puedo cambiar mi moneda social local por la moneda auxiliar universal. O cambiar todo o parte de mi dinero “oficial”. Así, dependeremos menos de monedas controladas por organismos centrales desarrollando sistemas económicos más justos creados por la gente y para la gente.

Una sociedad sana es una sociedad en la que existe una buena cantidad de desobediencia coherente.

Digamos que la desobediencia sin más objetivo que la desobediencia genera crispaciones sociales inútiles. Pero la desobediencia con un sentido social es una forma de insumisión frente a reglas impuestas que no nos parecen justas ni coherentes. Los grandes cambios sociales nacieron siempre de la desobediencia civil. Seguiría existiendo la esclavitud del ser humano por el ser humano si no hubiera habido desobediencia. Pero no perdamos de vista que este tramo de la historia que nos ha tocado vivir se caracteriza por una férrea esclavitud económica; sin látigos ni cadenas físicas pero con una clara decisión de aplastar cualquier disidencia. La característica esencial de esta neoesclavitud es que se ha conseguido que los esclavos no tengan conciencia de serlo.

La desobediciencia económica es hoy más necesaria que nunca. Recuperar el poder y la libertad financiera es imprescindible si aspiramos a cambiar el curso de la historia que, como se ve, no parece especialmente halagüeño ni desde el punto de vista social ni ecológico. Nuestro tránsito por esto que llamamos vida es extremadamente corto por lo que, de ninguna manera, debiéramos conformarnos con verlas venir y agachar la cabeza. La acción es necesaria; aunque sea para dotar de algún sentido a esta parcela de tiempo.

¿Qué puedo hacer?

Actuar. Participa en iniciativas locales de autogestión, cooperativismo y colaboración entre iguales. Sal a la calle cuando se convoque una protesta con la que te identifiques o creas que es justa. Conoce y apoya monedas sociales que existan en tu entorno. Lee y profundiza sobre lo que es Bitcoin y otras criptomonedas. Infórmate de sistemas de cooperación integral local como Fair.coop, participa en sus nodos locales y apoya el uso de su moneda social auxiliar universal en marcha, el FairCoin. Las herramientas están ahí; ahora solo resta usarlas y cambiar el curso de la historia. Ningún pequeño esfuerzo en esa dirección es inútil.

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