Chigüire

Yimmi E. Castillo A.
Medium en Piel y Alma
5 min readAug 3, 2014

--

La primera vez que Carlitos escuchó la palabra fue de boca de un compañero del primer grado. En un juego de patio de colegio, Carlitos que ya cursaba el segundo grado, tropezó con un chamo dos grados más adelantado que él, aún después que Carlitos le pidió disculpas, el más grande le invitó a pelear. Carlitos salió corriendo y Oscar, su amiguito de juegos, le gritó: “No seas chigüire chamo”. Tiempo después se enteraría que el chigüire también es un animal muy conocido en el llano, y que incluso se comía. Ya más crecido, la palabra fue asimilada e incluida en su léxico diario, junto a otras que engrosan ese diccionario no escrito que vive en la boca de la gente en el barrio: la neo-lengua carcelaria.

Oscar es un niño de 14 años, conoce a Carlitos desde que iban juntos al mismo preescolar. Tiene un hermano mayor llamado Alberto. Su hermano se la pasa con ciertos chamos del callejón que a veces van a la casa a fumar y tomar cerveza. Oscar los saluda, aunque a veces se incomoda con sus juegos pesados. Desde chamito les tenía temor. Había algo en su forma de hablar, en sus rostros, incluso en sus gestos, que le intimidaban. Oscar creció acostumbrándose a esa sensación de temor y confianza que le daban los amigos de su hermano mayor, y de ellos aprendió la mayoría de las palabras y los ademanes que usa hoy al hablar. También aprendió a defenderse.

Los dos hermanos tienen una relación bonita. Oscar ve en Alberto un modelo a seguir. Ha notado como la gente del barrio lo respeta, aunque a veces le pareciera más temor que respeto. En todo caso, él quiere que lo respeten igual cuando sea grande. En alguna ocasión, Alberto le contó cómo se ganó ese respeto:

-Ese carajito creía que yo me iba a dejar someter por ser menor. En lo que me quitó el trompo me le fui encima, me barrí y lo tumbé, en el piso le quité el trompo y se lo metí en la jeta. Yo no me iba a dejar chigüirear así.

- ¿Chigüirear?

- Si, uno no puede dejar que los bichitos del barrio te agarren de chigüire, el gafo al que le roban todo siempre y se deja joder. Nah… yo no soy chigüire menor.

Así fue como Oscar entendió que el respeto se gana a golpes… también entendió rápidamente que él tampoco podía ser un chigüire.

A pesar de su amistad, a Carlitos no le agradaba lo “camorrero” que era Oscar. Todos los juegos en los que participaban terminaban en pelea cuando estaba él. Así fueron creciendo en una relación amistosa marcada por la diferencia de ambas personalidades. Cuando ya Carlitos vestía camisa beige y Oscar aún lucía la azul, esa pequeña diferencia de personalidad los había separado casi por completo.

El día fatídico llegó cuando Carlitos se encontraba jugando fútbol con algunos compañeros del salón. Oscar llegó pidiendo la próxima mano de juego: “La llevo parada”. Carlitos lo vio con desconfianza, pero luego no le prestó atención, continuó jugando y ganó el juego con su equipo, entonces Oscar armó el suyo y empezaron la siguiente partida.

En un momento en el que Carlitos llevaba el balón, Oscar le hizo una entrada fuerte y lo tumbó al piso. Carlitos no pudo contener la molestia, se levantó del suelo y lo miró mal. Señalándolo le advirtió: “Juega limpio mamagüevo o te voy a patear ese culo”. -“Pff, tú y cuántos más?” -, fue la respuesta de Oscar. A partir de ese momento el juego de fútbol se convirtió en una guerra no declarada entre Oscar y Carlitos. Carlitos de nuevo llevaba el balón y esta vez Oscar le pateó el tobillo sin mayor disimulo, Carlitos se le fue encima dándole la patada que le había prometido: “Vete de aquí maldito camorrero”, Oscar se fue, aunque no por mucho rato, mientras se iba le gritó a Carlitos: “Tu no me vas a venir a tratar a mi como un chigüire”.

“Menor, ven acá”, le dijo uno de los amigos de su hermano a Oscar — “anda a llevar esta vaina para la casa de Antonio, dile que se la mando yo”. Oscar tomó el paquete, ya sabía qué era y sabía que el favorcito le haría ganar unas monedas. Antonio recibió el paquete y le dio unos billetes a Oscar, el tomó un billete y se lo metió en otro bolsillo. Antes de regresar pasó por la bodega y se compró una pelotica de goma. Al llegar, el amigo de su hermano contó los billetes y notó que faltaba algo:

- ¿De dónde sacaste esa pelota menor?

- Me la compré con lo mío pues…

- ¿Y quién te dio a ti nada? Dame lo que falta o te quito esa pelota…

Oscar le dio la pelota, pero luego escuchó algo que le hizo cambiar de opinión:

- Así me gusta chigüirito.

Oscar diría años después a su abogado que en ese momento sintió que el demonio le secuestró el alma. Interrumpió su marcha hacia al cuarto para regresar dónde estaba sentado el que le lanzó el insulto: “Chigüire es el coño de tu madre”, y se le lanzó encima. No pensó en las diferencias de edad, no pensó en que ese chamo era amigo de su hermano mayor. Sencillamente se dejó llevar por la ira que sintió al escuchar la palabra. La voz de su hermano le susurraba el recuerdo, “…uno no puede dejar que los bichitos del barrio te agarren de chigüire”, esa frase era lo único que le pasaba por la cabeza. Aún cuando ya el otro estaba en el piso, él seguía dándole con todo lo que encontraba a la mano, sus puños, una silla, un jarrón… solo se detuvo cuando su hermano entró y lo agarró en peso para separarlos.

La fiscal de menores se dispuso a hacer la narración de los hechos tal como la investigación los había determinado:

“Una vez que la víctima lo echó de la cancha, el imputado Oscar Martínez se dirigió a casa de un amigo de su hermano mayor. El segundo imputado, Alfredo González, le abrió la puerta de su casa y le dejó entrar. Oscar le dijo que había un muchacho en la cancha que lo quería “chigüirear” y que él nunca se había dejado y nunca se iba a dejar. El imputado Alfredo González, le ofreció un revólver calibre .40 para que fuera y le diera un susto. Oscar Martínez se acercó a la cancha donde todavía se encontraba la víctima Carlos Aranguren jugando fútbol. Se acercó y lo amenazó con el arma, la víctima le dijo que no se iba a intimidar con su pistola de juguete y le dio la espalda, Oscar accionó el gatillo hiriendo de muerte a Carlos con un disparo a corta distancia en la espalda con salida por el pecho”.

- ¿Cómo se declara el imputado? — preguntó el juez.

- Mejor preso que chigüire — respondió Oscar.

--

--

Yimmi E. Castillo A.
Medium en Piel y Alma

Optimista Digital Radical. Comunicador Social, Mercadólogo y Publicista entregado a la #LógicaDigital. #HumanistaDigital #SoyUnBeta