¿Eres capaz de desconectar cuando sales del trabajo?

Javier González Lozoya
MEITPRO_es
Published in
3 min readJul 31, 2017

Por todos es sabido que el trabajo es de vital importancia para la vida. No sólo para ganarnos la vida y poder permitirnos hacer realidad aquellos deseos que más anhelamos, sino para desarrollarnos como personas, adquiriendo reconocimientos y experiencias vitales.

No obstante, ¿Cuál es el límite infranqueable que debemos autoimponernos para no perturbar nuestro bienestar?¿Existe algún riesgo si trabajamos por encima de nuestra posibilidades sin ningún control?

Las investigaciones cuentan que el origen de los conocimientos sobre la adicción al trabajo se produjo en 1968 cuando el psicólogo y profesor americano Wayne Edward Oates lo expresó para referirse a sí mismo e hizo la comparación con el alcoholismo. Asimismo, posteriormente definió el concepto como “una necesidad excesiva e incontrolable de trabajar incesantemente, que afecta a la salud, a la felicidad y a las relaciones de la persona.”

En 2002, Flowers y Robinson clasificaron el término adicción al trabajo en 5 dimensiones diferentes:

  • Tendencias compulsivas vinculadas al trabajo duro y con dificultades para el relajamientos después de la jornada laboral
  • Necesidad por parte del trabajador de poseer el control en todo momento
  • Deterioro de la comunicación y las relaciones con los compañeros, ya que sólo se interesa por su propio quehacer
  • Incapacidad de trabajar en equipo y delegar funciones con sus compañeros
  • Autovaloración del trabajo y los resultados obtenidos, sin atender al propio proceso que le ha generado dichos resultados.

Por otro lado, Fuertes Rocañín señaló en 2004 que dicha “patología” se manifiesta cuando el trabajo se convierte en un idea obsesiva, ocupando la mayor parte de la vida del trabajador y este no es consciente de ello sino que es alguien de su entorno quien lo percibe debido al tiempo que resta en dedicarle a otras actividades de su vida.

Existe un perfil concreto del adicto al trabajo, con ocho características clave:

1. Trabajo excesivo

2. Trabajo compulsivo

3. Negación del problema

4. Alta importancia del trabajo

5. Necesidad de control

6. Vitalidad y competitividad

7. Problemas extra-laborales

8. Bajo rendimiento

La adicción al trabajo puede provenir de diversas fuentes bien diferenciadas. Personas poco estables mentalmente y con necesidad de aprobación de los demás, pueden verse abocadas a trabajar más duramente para complacer a su entorno. Y cabe prestar también atención al fenómeno del engagement (disfrute en el trabajo), que puede conducir a incrementar el número de horas en el trabajo y apartar otros terrenos importantes en la vida del empleado. Aún así, la adicción a diferencia del engagement no representa un sentimiento positivo en la persona y no establece una relación de compromiso organizacional real, sino una simple necesidad de llenar el vacío que genera este trastorno.

El problema afecta a nivel individual por medio del estrés, ansiedad, depresión y con una disminución del rendimiento, pero también presenta otras desventajas de cara a la organización como el empobrecimiento de los resultados y el aumento del estrés y la conflictividad en el ambiente laboral.

Desarrollar aspectos como la atención a los trabajadores, la cooperación, la dotación de recursos laborales y personales, y los cambios en los puestos de trabajo y la conciliación vida laboral-personal suponen una vacuna muy beneficiosa para la prevención de esta problemática, así como el asesoramiento y tratamiento posterior para aminorar los daños ya causados.

Llegado a un punto debemos ser capaces de preguntarnos: ¿vivimos para trabajar o trabajamos para vivir?

--

--