Aprendamos de nuestros logros, no sólo de nuestros fracasos

Mauricio Palma Lizana
MejorIndustriaTI
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4 min readMar 5, 2018

Mi opinión, que probablemente muchos no compartirán, es que aprender de los errores está sobrevalorado y que es mucho mejor concentrarse en los aciertos y a partir de ellos descubrir lo nuevo que debemos hacer. ¿Por qué?

Aprender de los errores

Aprender de los errores es lo que más nos fomentan en el colegio, en la universidad y en el trabajo (incluso diría que en las relaciones de pareja). Frases como El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra se repiten todos los días.

El problema es que hay más formas de equivocarse de lo que uno cree. ¡Tantas que podríamos equivocarnos todo el tiempo de manera diferente y original! Nunca terminaríamos de encontrar errores. Lamentablemente, prevenir las equivocaciones no es gratis: a menudo trae efectos no deseados como controles adicionales, vistos buenos y los famosos “comités”. En definitiva, más piedras en el camino que sortear y que pocas veces dan valor. Y si no somos cuidadosos, tanta medicina preventiva puede terminar matando al paciente.

Aprender del error es difícil. Requiere delicadeza y tacto para no herir autoestimas ni afectar relaciones personales. Es demasiado tentador encontrar culpables en vez de enfocarse en el problema mismo: nada más tóxico cuando lo anterior se convierte en la práctica generalizada de una organización.

En el mundo del emprendimiento también podemos ver cómo el error y el fracaso están sobrevalorados. En parte porque el fracaso históricamente ha significado la condena a las penas del infierno. Pero irse al otro extremo y glorificarlo es una exageración. Incluso he leído de inversionistas que exigen al emprendedor que lleve uno o dos fracasos a cuestas para financiarlo. El punto es que fracasar es duro y supone un costo emocional gigantesco. Por algo hemos aprendido a equivocarnos con cuidado (haciendo experimentos y decidiendo en base a evidencia), y si hemos de fracasar, fallar rápido y al menor costo posible.

Aprender de los aciertos

Lo que hacemos bien es parte del valor que ofrecemos a nuestro cliente o a la sociedad. La próxima vez que confíen en nosotros, no será por nuestros errores. Será por nuestros aciertos.

Lo que hacemos bien es lo que nos diferencia. Una vez identificados, nuestros aciertos se pueden replicar mucho más fácilmente que prevenir nuestros errores. Nos convertimos en nuestro propio modelo de virtud. Con el tiempo, se convierten en lo que nos define. Podemos no ser buenos en todo, pero saber en lo que sí lo somos, y mejorarlo continuamente, nos hará brillar.

Aprender de los éxitos refuerza una actitud positiva hacia nuestro quehacer. Y una actitud positiva se proyecta y se contagia. Reconocer nuestros éxitos ayuda a la autoestima y la confianza en uno mismo. El equipo de trabajo, y a la larga la organización, se fortalecen.

No conocer nuestras virtudes podría ser, irónicamente, nuestro peor error.

Aprender de lo que no hacemos

A Einstein le atribuyen la frase: “locura es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes” (probablemente Einstein nunca la dijo, pero la frase tiene sentido). Eventualmente perseguiremos nuevos objetivos y resultados cualitativamente distintos. Seguir repitiendo nuestras virtudes, por muy virtudes que sean, no nos llevarán a esos objetivos.

Cuando pasa eso, la clave es darnos cuenta de que el juego ha cambiado. Las reglas son otras. En un juego nuevo ya no se trata de evitar errores y reconocer aciertos del pasado. Se trata de jugar diferente. A lo mejor antes mi negocio era consultivo, y ahora necesito hacer otro marketing. Es posible que deba aprender a armar un equipo de ventas. A lo mejor ya no se trata de abarcar mucho y apretar poco, sino de hacer poco pero mejor que cualquier otro.

Está claro que ahora el desafío aumenta. No sólo hay que identificar lo nuevo que debemos hacer (lo cual no es evidente porque no obedecerá a nuestra intuición y experiencia). Además, ¡debemos aprender a hacerlo! Por otro lado, es entretenido. Mejor ser un principiante y pasarla bien, que un experto que se aburre.

En cualquier caso, tampoco se trata de olvidar lo que hacíamos bien antes, sino de destilar esas prácticas hasta su esencia, hasta lo que define nuestra cultura, y usarla como plataforma para el nuevo desafío. No hay necesidad de partir de cero cada vez.

Conclusión

La próxima vez que te encuentres analizando tus errores, proponte identificar también los éxitos y virtudes correspondientes. Comparte tu reflexión con todo el equipo y pregúntense como potenciarlos. Descubran si se pueden convertir en ventajas estratégicas. Sin caer en la arrogancia, proyecten sus logros a la organización.

Yo creo que funciona.

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Mauricio Palma Lizana
MejorIndustriaTI

Computer Engineer, working at @OrandResearch, growing medium.com/Impresee, @SafeSignerSpa and @Safehis. Member of medium.com/mejorindustriati and ASCE.cl.