Estamos todos juntos en esto

Leo Soto
MejorIndustriaTI
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9 min readJul 18, 2018

Si tuviera una varita mágica, ¿sabes qué le copiaría yo al instante a Silicon Valley? Ni las startups, ni el venture capital, ni Google, ni Apple. Ni siquiera Stanford. Tampoco la colaboración industrial-militar donde nació todo en primer lugar.

Lo que le copiaría a Silicon Valley es la cultura de ecosistema.

Porque la supervivencia de nuestra industria local (tanto en tecnología como en innovación) depende de que pongamos en práctica la cultura que allá llaman “pay it forward”: Una cadena infinita de colaboración en la que yo te ayudo y luego tú ayudas a alguien más.

En el video La alegoría de las cucharas largas (de donde saqué esta imagen) se explica en un minuto el poder de la colaboración. En un ecosistema la colaboración va aún mas allá pues la retribución no es tan inmediata/directa. Lo que hace que sea difícil de entender y de practicar.

Tuve la fortuna de entenderlo tempranamente y quiero compartir contigo esa experiencia. Un primer atisbo fue través de mi incursión en el mundo “open source”, donde personas colaboran a través de la red para programar todo lo que puedas imaginar. Pero la verdad no entendí la cultura pay-it-forward por internet. La entendí cuando todo cruzó al mundo real, presencial.

“We are all in this together”

A partir de un par de contribuciones open source, el 2008 Google me pagó el pasaje y estadía para poder presentar como expositor en la primera DjangoCon (una conferencia sobre un framework llamado Django que se usa para construir aplicaciones web). Coincidentemente el evento se realizaba en los headquarters de Google en Mountain View. Era mi primera visita a Estados Unidos y habría sido super aburrido ir por apenas los 2–3 días que duraba el evento. Así que me conseguí alojamiento en otro par de ciudades (Portland, OR y Boulder, CO) donde la única condición que me pusieron era repetir la misma charla en sus meetups locales.

Lo que viví en ese viaje me voló la cabeza.

La conferencia era organizada por voluntarios, que hacían un trabajo pro. Google puso el lugar (sin costo). La gente que asistía iba a mostrar lo que había construido y si no habías entendido algo (mi inglés era pésimo) entonces abrían el laptop y lo demostraban en persona. Otros se acercaban y te contaban que ya estaban usando lo que tú habías expuesto pero tenían algunas dudas. Ahí yo abría el laptop y trataba de explicar si nuestra contribución le servía o no.

En Portland y en Boulder fue lo mismo, a menor escala (menos personas). Una cosa que me llamó la atención en esos “meetups” (primera vez que escuchaba el término) es que además de contar con una presentación también se generaban mercados informales de trabajo donde ingenieros ayudaban a otros a encontrar (mejor) pega, o iban empresas a conseguir dato de quienes contratar para apoyo experto de nicho.

A diferencia de lo que estaba acostumbrado, nunca ví el “¿y que gano yo con ayudarte?” a pesar que muchos eran casi desconocidos entre ellos (incluyéndome).

¿Qué onda estos tipos?

La respuesta me la dió mi anfitrión (que estaba alojando a un casi desconocido en su casa en Portland) y me quedó grabada:

“We are all in this together”

— Jason Kirkland

Ahí me dí cuenta que yo también era parte de “esto”. En el transcurso de un par de semanas me había tocado recibir mucha ayuda. Cuando le expresaba mi gratitud a quienes me ayudaron (pagando el viaje, con ayuda técnica, con mentoreo, o simple paciencia con mi inglés) el tema que se repetía era que luego yo le diera una ayuda a otros. Cosa que tuve la oportunidad de hacer en esas mismas semanas (igual quedé debiendo karma). Y el entusiasmo que ves en quienes ayudas te deja claro que esa persona hará lo mismo con la siguiente.

Es una cadena de favores que se te devuelve. Muchas veces indirectamente.

Porque estábamos todos juntos en esto. Desde profesionales como yo hasta grandes corporaciones como Google, pasando también por emprendedores, comunidades, startups, los tipos que financian startups, la universidad, etc. Wow. 😮

De vuelta a la “realidad”: las comunidades locales

Uno de mis ex-jefes y mentores solía repetir:

“Think globally, act locally.”

— Jorge Herrera

Así que decidí involucrarme en el ecosistema local. Por primera vez asistí a una conferencia técnica local llamada “Encuentro Linux”. Me junté con otros entusiastas locales del open source, aproveché de viajar más por Chile y también a conferencias en otros países de Latinoamérica. A falta de meetups de programación, en Continuum creamos el de “lenguajes dinámicos” y tratamos de crear comunidad siguiendo los referentes que conocimos afuera y aprendiendo también de otras comunidades existentes.

Pero tampoco hay que engañarse: unas cuentas comunidades no hacen un ecosistema.

La ola de las startups

El 2011 Start-up Chile fue el detonante de una ola que se venía venir. En paralelo a mi historia de más arriba, por ahí por el 2008 Webprendedor había plantado la semilla. Convocó a una comunidad y generación de emprendedores que hasta el día de hoy está activa liderando muchas de las startups locales mas reconocidas.

Fueron también emprendedores los que impulsaron Start-up Chile y empujaron para que se hiciera realidad. Fueron emprendedores los que fundaron la ASECH para seguir generando fuerza.

Lo mejor de esa generación: el espíritu de colaboración. Todos nos ayudábamos simplemente bajo la expectativa de que los otros seguirían con el “pay it forward”.

Lo genial: La combinación de las startups con las comunidades de profesionales existentes se complementaban mutuamente y un incipiente ecosistema ya aparecía (Que Get on Board y la StarsConf hayan nacido en esos años no es casualidad).

¿La empresas también se suman?

Cada una con su propio timing, las grandes empresas han ido viendo cómo la innovación se vuelve central para su supervivencia a largo plazo. Y como nadie puede innovar sólo de la puerta para adentro, la innovación ha sido la puerta de entrada para que las empresas también se sumen a ese ecosistema. Eso ha generado desde eventos que — entre otras cosas— permiten conectar a las empresas grandes con las startups (ej: DigitalBank o el eCommerceDay) hasta iniciativas de innovación abierta donde la integración es realmente profunda. Conozco dos iniciativas notables en ese ámbito: EngieFactory y BciLabs.

En ambos casos, he visto ejemplos de cómo la gran empresa se puede integrar en serio al ecosistema generando no sólo competiciones de pitch, sino que también creando negocios mutuamente beneficiosos con startups y generando también una relación con las comunidades de profesionales. Se nota que el “estamos todos juntos en esto” es parte de la cultura de estas áreas de innovación abierta.

Otro caso: MercadoLibre. Los cuento como una empresa a estas alturas, pero una que sabe integrarse con startups y desarrolladores para seguir creciendo como se ven con el caso de MercadoPago.

También los gremios se han puesto las pilas. Chiletec (ex GECHS) ha tenido un renacer interesante como actor en las políticas públicas. Y en el caso de MITI, comenzamos creando confianza y colaboración porque de verdad creemos que estamos todos juntos en esto.

Y por el lado del estado, hay que mencionar que CORFO no se ha quedado sólo con Start-up Chile sino que también financia iniciativas como Telefónica I+D, (donde confluye también una universidad). Y también el estado genera iniciativas propias muy prometedoras como el Laboratorio de Gobierno.

El camino por recorrer

Me atrevo a decir que — a diferencia de hace 10 años atrás— ahora sí tenemos un ecosistema. Pero incipiente y frágil.

Las comunidades de profesionales han seguido creciendo de manera increíble. Son una joya que lamentablemente pasa desapercibida en los titulares y la “farándula”. Eventos técnicos de primer nivel nacieron o se han realizado en Chile en los últimos 5 años: 9punto5, 8dot8, StarsConf, Interaction South America, Agiles Latinoamérica, Business Agility Conference, Socrates Chile, NASA Space Apps, etc. Allí suele haber mas sustancia que en el evento promedio sobre tecnología organizado en Casa Piedra, y son instancias organizadas por voluntarios. Donde otros voluntarios comparten su conocimiento. Porque estamos todos juntos en esto.

(Súmale la importante inmigración de profesionales tecnológicos y verás que nos hemos convertido en un polo interesante desde el punto de vista del talento. Pero luego muchos talentos se van (o trabajan remoto) porque el resto del ecosistema no acompaña)

También ha crecido y madurado mucho el mundo de las startups y sin perder ese espíritu de en que estamos todos juntos en esto. Me enorgullece usar como ejemplo las startups de Platanus (socios de MITI y co-foundadores de Voxound, QueHambre, Buda y Fintual): ellos comparten la historia detrás de las victorias, se lanzan a participar en la mejor aceleradora del mundo (compartiendo generosamente el feedback que reciben cuando no han quedado) y dan la pelea cuando en lugar de encontrar un ecosistema que los potencie se encuentran con trabas y pisotones.

Lo que me lleva al punto clave: Las empresas grandes no se han sumado en serio al ecosistema. Hablan harto de innovación y colaboración y me consta que las áreas dedicadas al tema le ponen corazón a su trabajo. Pero:

  • ¿Cuántos directores de empresa y gerentes de primera línea conocen realmente el ecosistema de startups relacionado a su mercado?
  • ¿Cuántos directores y gerentes tienen mapeadas las tecnologías que podrían afectar su negocio? ¿Cuantos han generado expertise in-house para evaluarlas y prototiparlas? (en lugar de comprarle a IBM u Oracle la nueva supuesta fórmula mágica)
  • ¿Cuántos directores y gerentes saben del mercado de talento que maneja esa tecnología? ¿Y de las formas de trabajo modernas que se ocupan para diseñar y desarrollar productos?

Quizás no es cero, pero apuesto a que es un porcentaje bajo. Porque las empresas no están conectadas aún con el ecosistema de tecnología/innovación.

Y si las empresas no están conectadas con el ecosistema, entonces es muy probable que las familias dueñas de las empresas tampoco lo estén. Lo que explicaría que el capital de riesgo sea tan pobre en Chile y que no esté conectado con el ecosistema. Por ejemplo: ¿Cuántos inversionistas dicen que el equipo es de lo más importante que evalúan? ¿Y cuántos aparecen en eventos tecnología para conocer a los profesionales que potencian sus futuras inversiones? ¿Cuántos son capaces de hacer due diligence tecnológico?

Queda mucho ecosistema por construir, y eso es una oportunidad. Hace 10 años no teníamos (casi) nada. Lo que tenemos ahora no es porque hayamos reclamado de lo poco que teníamos, sino porque muchos hemos aportado un grano de arena a construir.

Así que te hago la invitación a ser parte de esta cultura de ecosistema, de entender que estamos juntos en todo esto y de ayudar a quienes puedas para seguir con la cadena de favores del “pay it forward”.

Desde MITI estaremos haciendo nuestra parte también. Para que en 5 o 10 años más miremos con orgullo lo que hemos construido 💪

PD: El mito de la desconfianza

Como postdata quiero refutar un clásico argumento que me plantean cuando hablo del tema:

Es sabido que los chilenos (y latinos) somos desconfiados. Así que no sabemos confiar en un desconocido aunque sea parte de nuestro ecosistema. (Por eso hurgamos en su pasado estudiantil buscando un colegio de elite o una universidad donde nuestras redes se conecten y podamos buscar referencias) Y no podemos practicar la cadena de favores del “pay it forward” cuando partimos desconfiando de las intenciones del otro.

¿Suena conocido? ¡Nos repiten tanta veces que no podemos confiar en otros que lo aceptamos sin cuestionar!

Pero es falso.

¿Es tan terrible que ayudemos a alguien y ese personaje luego no ayude a otros?

Perderás algo de tiempo, seguro. Pero nunca partes regalando una bolsa de plata ni un día completo de tu tiempo a un desconocido. Por mucha cultura de “pay it forward” que exista en Silicon Valley, a mi nadie me dio un cheque en blanco cuando andaba por primera vez allá. Mas bien mientras mas evidencia tenían de que valía la pena confiar en mí, más confiaban.

Velo como una forma lean de construir confianzas: Partes de una hipótesis base (positiva, la contraparte es de confiar). Pruebas tu hipótesis con una inversión de bajo riesgo (poco tiempo o poca plata en juego). Y si funciona puedes ir profundizando más la relación. ¡Apostaría a que ya lo has hecho en más de algún contexto 😉!

Y funciona como un portafolio. Algunas inversiones-de-confianza fallan y te cagan (o te decepcionan). Pero tu portafolio tiene otras inversiones-de-confianza que sí dan frutos. En mi experiencia no todo ha sido miel sobre hojuelas, pero mirando hacia atrás no me arrepiento para nada de la estrategia de comenzar confiando.

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