Hay algo que provocan los vientos de invierno, imperceptible, es un misterio interno, con sensaciones de melancolía y derrota. Un decadente temor a la soledad, al fracaso. En mi caso, tengo un soundtrack de acompañamiento para ahuyentar esas emociones: Give Up (2003, Sub Pop Records), del dúo musical The Postal Service, integrado por Ben Gibbard, cantante líder de la banda indie-pop Death Cab for Cutie, y Jimmy Tamborello, DJ de música techno y electrónica conocido por su seudónimo Dntel. Un proyecto independiente, de ambos, que juntos hacen de esta una superbanda. Este álbum debut (y único, hasta la fecha), plagado de sonoridades características de la escena indietrónica, resultó impactante en mi adolescencia. Para muchos, sirvió de referencia e influencia, para otros como yo, de culto. En todos estos años aún no he leído o escuchado a alguien hablar con desagrado de su música.
Lo descubrí una noche de 2011, mientras aún vivía en mi pueblo natal, ocho años después de su publicación, y todavía hoy sigue conmigo. Llegó en un momento donde la ansiedad y la depresión me parecían algo por lo que sentirme avergonzado. Antes del descubrimiento, fui un gran seguidor de bandas emo populares y también de los clásicos punk setenteros. Pero los riffs, distorsiones, drums, gritos y lamentos desgarradores de artistas coléricos terminaron opacándose ante los susurros de Ben Gibbard. Dejé de percibir con furia esas emociones, y las canalicé con aceptación. Fue una gran ayuda mental y emocional. Aprendí a lidiar, como se dice, con mis demonios. Parte de esto, gracias al cándido acompañamiento vocal de Jenny Lewis, en la mayoría de las canciones. Era una artista que había admirado por años, como parte de su ex banda Rilo Kiley, pero al no aparecer en los créditos como featuring, no fue hasta unos meses después que supe que participaba en el álbum de The Postal Service.
Con Give Up tengo la sensación de la lluvia fría acariciando mi cuerpo, en parte, porque lo reproduje mientras caminaba descalzo por las calles de Güines, en esos atardeceres de otoño, cuando las personas se refugian en sus casas. Yo, en cambio, salía a humedecer mis pies, escuchando el álbum que reflejaba mi ansiedad y aislamiento. Fue mi amigo por meses. Me decía exactamente las cosas que quería escuchar; desde I kissed you in a style / Clark Gable would have admired en «Clark Gable» hasta I know there’s a big world out there like the / One I saw on the screen en «This Place Is a Prision». La poesía en las letras era exactamente una descripción de mis emociones, mis pasiones, mis esperanzas. Todo lo que sentí por vivir en un pueblo apartado de la ciudad que tanto aspiraba a alcanzar. A veces, hasta lloré, descalzo, en la noche, deambulando las calles vacías. Una sensación indescriptible con el comienzo de «Such Great Heights», con el beat y su frase: I am thinking it’s a sign / That the freckles in our eyes / Are mirrors images. La primera vez que escuché el álbum en la ciudad caía sobre mí la lluvia primaveral de mayo. Caminaba descalzo por la vieja Habana, y las aves se perdían en el mar grisáceo del malecón. Volví a sentir ese frío de 2011 erizando mi piel, y recordé con nostalgia el pueblecito del pasado.
Creo que si The Postal Service decide lanzar una nueva producción, la recibiría con decepción. La idea de tener aquel álbum, exclusivo, único y especial, es una evocación de mi adolescencia. En el año 2013 lanzaron una edición especial por el décimo aniversario, en la que agregaron temas inéditos y algunas versiones. Entre ellas destacan «Suddenly Everything Has Changed» de The Flaming Lips, «Against All Odds (Take a Look at me Now) » de Phil Collins y «Grow Old With Me» de John Lennon. Esa reedición del álbum original contiene además una versión de «We Will Become Silhouettes» de The Shines y «Such Great Heights» de Iron & Wine. Fue un placer volver a disfrutar de las sonoridades experimentales de Dntel con la hipnótica voz de Ben Gibbard. Es este álbum y no otro la razón por la cual me obsesioné con los sintetizadores. Su combinación de ritmos repetitivos con baterías, las pocas cuerdas de guitarras, agradecidas, en los momentos indicados, te dan ganas — como dice el título — de rendirte. Aunque hay otros momentos que aterran y desesperan, como «Natural Anthem», la cual considero, no obstante, la mejor vía en el disco para liberarnos de la ansiedad y el estrés.
Tal vez esta no sea la ciudad que The Postal Service describen en sus canciones, ni mi pueblo el que mencionan. Pero algún día caminaré descalzo bajo la lluvia invernal, por las calles de un verdadero distrito (el mismo de «The District Sleeps Alone Tonight»), escuchando Give Up y sintiendo el frío viento del pasado que está en todas partes.