Desanda tu Camino
Desanda tu camino, caminante,
y observa alrededor atentamente,
luego de contemplar, sigue adelante
y cuenta tu experiencia a mucha gente.
Conseguirás aprobación de algunos
y encontrarás en muchos sólo quejas
oirás, tal vez, consejos oportunos
y otros te mostrarán severas cejas.
Pero no te detengas, caminante,
aunque a muchos disguste, es tu vida;
con vivir y luchar tienes bastante
y siempre encontrarás una salida.
Del mar, mira su andar impenitente,
su bravura y su calma; su imponencia;
su inmensidad, su misterio envolvente,
su prodigalidad y su paciencia.
Del viento, su inquietud a toda prueba;
su jugueteo indómito, infantil;
el ímpetu incansable que lo eleva
con permanente fuerza juvenil.
Del rayo, su fugaz luz deslumbrante,
la advertencia que porta su señal,
su fúlgida maniobra deslumbrante,
su amenaza de muerte tan vital.
Del trueno, su tronar denso, profundo,
su etérea ubicación aquí y allá;
su eterno caminar por todo el mundo
sin dejar que sepamos dónde está.
Del río, su devenir suave, sereno,
alternando con furia y con violencia;
su diario recorrer del meandro bueno
que transita con cándida cadencia.
De la naturaleza observa todo,
porque a ella, al final, todo debemos;
nos prodiga la vida y, de algún modo,
es el gran libro donde todos leemos.
Desanda tu camino, ¡mucha suerte!,
la vida es senda breve y sin retorno,
al final del camino está la muerte
que no admite ni angustia ni soborno.