4 de las madres más «badass» en la historia
Cultura
Una madre haría lo que sea para proteger a sus hijos y no toleraría verlos sufrir. Y es por eso que hoy, debido a la fecha, conmemoramos a cuatro mujeres poco convencionales cuyos actos criaron a hijos que la historia nunca olvidará.
1. Anna Jarvis
No podíamos no comenzar con Anna, una ruda enfermera de batallón durante la Guerra Civil Americana. Esta mujer siempre intentó lograr la paz entre ambos lados de la lucha, de hecho, la idea de crear el día de la Madre en EEUU fue suya, inspirada por Anna, su hija; solo que al principio le llamaban el “Día de la Amistad de Madres”. Le tomó muchos años pero finalmente en 1914, consiguió que Woodrow Wilson, el presidente estadounidense en aquel tiempo, lo convirtiera en una fiesta nacional. Como dato curioso, Anna odiaba las tarjetas de regalo:
«Una tarjeta impresa no significa nada excepto que eres demasiado flojo para escribirle a la mujer que ha hecho más por ti que nadie en el mundo».
2. Caterina de Médici
Caterina Maria Romula di Lorenzo de’ Medici nació en Italia, en el seno de una de las familias más poderosas y astutas de la historia; los Médici se codeaban con figuras importantes como Leonardo Da Vinci, renombrado inventor; Nicolás Maquiavelo, escritor de “El príncipe”; César Borgia, estratega militar y religioso; y María Stuardo, reina de Escocia.
Fue la reina consorte de Enrique II y madre de tres reyes franceses: Francisco II, Carlos IX y Enrique III. Caterina era una mujer cuyo poder provenía del dinero, no de la nobleza y contrajo matrimonio por conveniencia con un hombre que ya amaba a otra. Después de diez años de matrimonio, logró tener hijos; su primer infante Francisco II, ascendió a los quince años al trono y murió un par de años después, quedando el pequeño Carlos IX de diez años de edad como delfín y Caterina como reina regente.
Era una mujer de carácter fuerte y astuto que gobernó Francia, dividiendo lo civil de lo religioso. Como una buena jugadora de ajedrez, manipulaba, analizaba y engañaba a sus enemigos y cuando se trataba de proteger a sus hijos, no había nadie que lo hiciera con tal fiereza. ¿Conoces la Boda Roja, de Juego de Tronos? Fue inspirada en una estrategia de Caterina de Medici contra los protestantes. En la boda original, la reina estuvo detrás de la masacre de San Bartolomé en 1572, cuando organizó el matrimonio de su hija Margarita con el rey protestante Enrique III de Navarra. Durante las celebraciones de boda que podían durar hasta una semana, Coligny, el líder de los protestantes que se había vuelto muy cercano al joven rey y a quien Caterina temía solo buscaba manipular a su hijo, fue asesinado y con él le siguieron un total de 2,000 muertos en París y aproximadamente 9,000 en toda Francia.
3. María Leticia Ramolino
«Dejen a Francia tener buenas madres y ella tendrá buenos hijos». —Napoleón Bonaparte
Madre de Napoleón Bonaparte e hija de una viuda que la crió desde que su padre murió cuando tenía cinco años, María Ramolino se convirtió en matrona de todo la estirpe Bonaparte a los 35 años.
Leticia no solo era una joven hermosa de risos oscuros y exquisitos modales, sino que también sumamente inteligente; apreciaba los libros y la educación y jamás escatimó en la educación de sus hijos.
«Cuando ella muera, solo me quedarán inferiores».
El día que Napoleón fue coronado Emperador en la catedral de Notre Dame en París, la mujer se negó a asistir, ya que se oponía al matrimonio entre Josefina de Beauharnais y su hijo, pues la consideraba indigna, amante del lujo y una arpía en la que no se podía confiar –y según historiadores, Leticia, con su lengua afilada, quemaba con gracia a su nuera sin jamás perder la elegancia–. En el cuadro de Jacques-Louis David, cuya imagen recrea la coronación de los emperadores, Napoleón ordenó que su madre fuese pintada en el lugar donde ella debería haber estado y en 1805, le concedió el título de “Su alteza imperial, madre del emperador».
4. Olimpia de Epiro
Su hijo fue Alejandro Magno, conquistador de las tierras desde el Mediterráneo hasta las Montañas del Himalaya. Y tal vez el muchacho aprendió el arte de la guerra de su padre, Filipo II, pero la persona que más lo influenció fue la misma Olimpia. De ella heredó no solo el amor hacia el aprendizaje la sabiduría y el conocimiento, sino también la naturaleza fiera y valiente. La mujer mantenía a dos serpientes como sus mascotas, jamás se separaban de su lado, una práctica extraña incluso en aquellos tiempos.
Olimpia fue quien empujaba al gran hombre en el que se convirtió Alejandro; desde que era pequeño ella le inculcó la creencia que Filipo II no era su padre, sino Zeus, el dios supremo del Olimpo, y Alejandro, como descendiente de Aquiles, era digno de un futuro prometedor como rey.
Cuando el padre de Alejandro tomó a una macedonia llamada Cleopatra, Olimpia cogió el asunto entre sus manos y manipuló a un hombre para conseguir la muerte de Filipo, su esposa y el hijo de estos dos, deshaciéndose de la competencia y así asegurando el trono de Alejandro.