La despoblación rural: el cuento de nunca acabar

Cuantos menos habitantes, menos servicios y cuantos menos servicios menos habitantes, la ecuación es sencilla y el resultado, alarmante: el 80% de los pueblos de Castilla y León no llega a 1000 habitantes

Ruth Cordero Delgado
Periodismo Local Lab
11 min readDec 5, 2019

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El modo de vida entre una región de España y otra es muy diferente. El día a día de un estudiante que vive en un pueblo cercano a Elche y coge el tren todos los días para ir a la Universidad, dista mucho de lo que haría un estudiante de una comunidad mucho menos avanzada. En algunas, las poblaciones rurales crecen cada año y en otras, se cierran colegios y se amplían los cementerios. Precariedad en el transporte, nulos servicios de sanidad y educación, y escasas oportunidades laborales son los principales rasgos de la España despoblada.

Castilla y León es la Comunidad donde la despoblación es más severa, y es que ya suponen el 80% del total, los pueblos que cuentan con menos de 1000 habitantes. En los últimos 10 años es la comunidad que más población ha perdido con un total de 168.166 personas, casi todas procedentes del entorno rural. Cinco de las provincias castellanoleonesas encabezan la lista de provincias en agonía demográfica de todo el país. Lidera Soria, donde un 94% de sus municipios está en riesgo extremo de extinción. Siguen Zamora y Burgos, con un 93%, y cierran el ranking Ávila y Salamanca con un 92%.

Sus algo más de 2.4 millones de habitantes, cifra igual a la de 1900, se reparten de forma muy desigual por las nueve provincias. La población se concentra en las capitales, ya que ofrecen los servicios que nuestra sociedad demanda. Debido a la despoblación de estos pueblos los principales servicios como la educación, sanidad, o el pequeño comercio, han ido recortándose, lo que repercute negativamente en sus ya escasos habitantes. Debido a la falta de estos servicios mínimos, ellos también acabarán trasladándose a la ciudad más próxima. Esto provoca un ciclo irreversible que en muchos casos acaba con la desaparición del municipio.

Pero, ¿Qué entendemos por despoblación rural?

Según Luis Antonio Sáez Pérez, profesor de Economía en la Universidad de Zaragoza, experto en despoblación de áreas rurales , explica la despoblación de una manera técnica, se entiende “cuando sucede en pequeños territorios que, además tienen baja densidad y que normalmente los aboca a una situación crítica, ya que disminuye una masa suficiente de gente para justificar tanto unos servicios públicos como una dinámica económica y social suficiente”.

Las dos principales causas de la de población rural son las competencias relativas al mercado laboral y las escaseces de infraestructuras en los territorios rurales como, por ejemplo, la red de trasporte público o los servicios sanitarios o escolares, que obligan a las personas a trasladarse a ambientes urbanos.

Sáez añade otro factor a estos dos anteriores, que apenas es nombrado por los investigadores y periodistas. Comenta que, aunque haya territorios rurales que están bien comunicados, que tienen infraestructuras e incluso oportunidades laborales se siguen despoblando. Esto ocurre porque “lo decisivo es la mentalidad de la gente”. “Hoy en día la mentalidad está más por la labor de pensar que te realizas como consumidor o con una carrera profesional que traza un éxito muy urbano, que con otro tipo de cosas que se hacen en pequeñas comunidades”.

Sobre todo, entre los jóvenes surge el pensamiento de que quedarse en el pueblo es sinónimo de fracaso e involución, porque la sociedad nos impone que si queremos “triunfar” laboralmente tiene que ser en una gran ciudad, como nos comentaba Luis Antonio. Además “pudiendo vivir muchos en el medio rural, para los jóvenes resulta más atractiva la ciudad”. Este motivo determina la salida de población joven, entre 22 y 35 años, quedando en este sobre todo una población adulta y envejecida, ya que el regreso al pueblo es más difícil.

La despoblación rural está intrínsecamente ligada con el éxodo rural. Este fenómeno obligó, entre las décadas de los 60 y 70, a miles de personas a trasladarse desde los pueblos de la meseta a ciudades industriales emergentes de País Vasco, Madrid y Cataluña. Este fue el inicio de la despoblación rural tal y como se conoce hoy en día, ya que resultado de esta emigración masiva se proporcionó una gran mano de obra a las ciudades lo que permitió un fuerte avance económico y social, pero al mismo tiempo dejó un enorme desequilibrio en la población rural que a día de hoy se sigue notando.

“Ahora el éxodo rural es más selectivo, no depende de la necesidad sino de la mentalidad”

Actualmente el éxodo rural ya no es como se concebía antes, ahora es mucho más selectivo, como indica Luis Antonio Sáez. “Sobre todo es gente joven que ha estudiado y quiere capitalizar esa inversión en educación y que también valora más otro tipo de dinámicas que no se dan en los pueblos pequeños”. “Hay cantidad de personas que tienen un negocio familiar, que es viable y aunque los hijos hayan estudiado para ello no quieren verse trabajando en el pueblo”.

Como apuntaba Sáez, los jóvenes son los principales en abandonar el entorno rural para iniciar los estudios en la gran ciudad. Una vez finalizados, el 75% se queda en la urbe, bien para continuar estudios superiores o bien para estar más cerca del amplio mercado laboral que les ofrece la ciudad y que sería imposible encontrar en un pueblo. Es extraño que suceda al revés, pero también se dan casos de jóvenes que deciden regresar a su pequeño pueblo y apostar por el mundo rural.

Este es el caso de Carlos García Prieto, un veinteañero natural de Santa Croya de Tera (Zamora) que tras dos años estudiando Administración y Dirección de Empresas en la Universidad de Valladolid, decidió volver al pueblo para reabrir el pequeño comercio que había cerrado su tío tras su jubilación.

Interior de la tienda de Carlos García Prieto

Cuenta cómo fue para él la decisión de regresar a su pueblo y de apostar la vida en el entorno rural. Desde pequeño se interesó por el negocio familiar y tenía claro que no quería desvincularse de sus raíces rurales. “Cuando me hice algo más mayor ayudaba a mi tío con los proveedores, las ventas y en definitiva con toda la parte económica…”. “A los 17 años me contrató para que le ayudara durante los tres meses de verano y yo estaba encantado”.

Esto se repitió durante otro verano, hasta el momento en el que tío de Carlos tuvo que jubilarse y cerrar la tienda en febrero de 2018. Entonces fue cuando le propuso reabrirla en verano si él se hacía cargo de todos los gastos. Carlos aceptó, pero al llegar septiembre se le abrían dos caminos: seguir con el negocio o volver a Valladolid. “No tenía recursos económicos para tener un empleado por lo que tenía que cerrar”. “Entonces fue cuando mis padres me propusieron estudiar a distancia por la UNED. Al principio no me lo quise ni plantear, pero después de darle muchas vueltas accedí, en realidad estaba trabajando de lo que estaba estudiando y eso pasa muy pocas veces”

Para Carlos, las oportunidades de trabajo en los pueblos sí que existen, pero se debe tener muy definida la idea de negocio que se quiere poner y adaptarse a las circunstancias. “No se puede montar cualquier negocio en un pueblo, tienes que atender muy bien a las necesidades de los vecinos, si en una ciudad una familia deja de ir a un supermercado, no pasa nada, pero en el pequeño comercio de un pueblo esa familia es muy importante”.

El 80% de los pueblos de Castilla y León tiene menos de mil habitantes.

Los grandes movimientos de población a lo largo de los últimos 20 años desde los pueblos a las ciudades grandes han provocado que en algunas zonas de España la densidad de población se equipare con la de Laponia, Noruega.

La densidad de población de media en España es de 93 hab/Km2, cifra acorde con los casi 47 millones de habitantes que residen en el país. (INE 2018). El problema se encuentra en que esta densidad es muy dispar entre unas regiones y otras de España. Encontramos áreas con sobrepoblación como es el caso de Madrid y Barcelona que superan los 500 hab/Km2 (Datos de INE) y por otro lado áreas que apenas llegan a los 40 hab/Km2 como es el caso de todo el centro peninsular, exceptuando, naturalmente, la capital.

El problema de Castilla y León, a mayores de que sea en general una comunidad muy poco poblada es que, esa escasa población está concentrada en pocos municipios, es decir, dentro de la propia comunidad la población también es muy irregular. La comunidad cuenta con 2248 municipios, solo 272 de ellos tienen más de 1000 habitantes incluyendo las capitales de provincia.

Durante las dos últimas décadas, la población de los municipios de 1.000 o menos habitantes, ha caído un 8,9% (142.000 habitantes menos). De esta forma, han pasado de concentrar el 4% de la población en el año 2000 al 3,1% en 2018.

En Castilla y León se habla de despoblación severa porque, más de la mitad del territorio de la comunidad está prácticamente deshabitado.

Esto rebela otro principal problema de la comunidad, la población envejecida que es la que más habita en las zonas rurales. Esto es debido, como indicaba Luis Antonio Sáez a que “las personas cuando se jubilan regresan a los pueblos de donde tuvieron que emigrar”. Un 31.8% de la población tiene más de 60 años, y en Castilla y León existe una esperanza de vida de 83.6 años, la más alta de toda España. Por el contrario, la tasa de natalidad es muy baja, en 2018 nacieron en la comunidad 15.031 bebés, lo que supone una tasa del 6,24%.

La cifra de la natalidad llama la atención ya que, aunque la esperanza de vida sea tan alta siguen produciéndose 13.400 defunciones más que nacimientos al cabo de un año. ( en 2018 se produjeron 15.031 nacimientos y 29.230 defunciones). Esto indica que el saldo vegetativo es negativo, lo que significa que la población se contrae y que sufre un proceso de envejecimiento que perdurará durante los años ya que cada vez hay menos nacimientos y cada vez se producen más tarde

En proporción a su extensión, en Castilla y León tendrían que vivir 5 millones más

Para que la situación se mantuviera estable y no hubiera estas cifras de población, se contemplaría el siguiente supuesto: siendo la media de densidad de población un 93 hab/Km2 y teniendo en cuenta la gran extensión de esta comunidad (94,223 Km2) deberían vivir en torno a 7 millones de personas en vez 2.4 millones. (Como ocurre en Andalucía)

La gravedad de la situación es tal que fue llevada a las Naciones Unidas en el ‘High-Level Political Forum (HLPF)’ durante julio de 2018. En él se realizó un examen de la comunidad para fijar los objetivos a alcanzar en la Agenda 2030. El presidente nacional de la coordinadora de la ONG de Desarrollo, Andrés Amayuelas, expuso las conclusiones extraídas del Informe de la Sociedad Civil Española donde figuran los graves desequilibrios demográficos sufridos en toda España.

¿Cómo nos ve Europa?

El problema de la despoblación rural no sólo se limita a nuestro país, sino que está convirtiéndose en un asunto de urgente solución a nivel mundial. En muchas zonas de Europa existe un enorme éxodo rural, pero este se ve compensado con altos índices de inmigración que mantienen la balanza estabilizada. Sin embargo, hay otras zonas en las que esto no es suficiente, hay un gran abandono de las personas naturales de allí, lo que disminuye también notablemente el número de nacimientos y además los datos migratorios son negativos.

Recientemente, se ha realizado un estudio que ha dado a conocer el mapa de las ‘Áreas Escasamente Pobladas del Sur de Europa’ (SESPAs), que separa las zonas muy escasamente pobladas, con menos de ocho habitantes por kilómetro cuadrado, de aquellas con menos de 12,5. s.

Este mapa nos indica que España es el país más despoblado de todo el Sur de Europa: en el 53% del territorio solo vive el 5% de la población.

Y ¿cómo puede solucionarse la despoblación rural?

El principal problema de la despoblación rural es la poca importancia que se le da a un fenómeno de tanta trascendencia. Se han llevado a cabo, por parte del Gobierno y la Junta de Castilla y León, diversas medidas para frenar la deslocalización, pero no han surtido efecto.

Esto nos hace creer que no solo deben hacerse propuestas, sino que es fundamental un compromiso social y político con que estas se lleven a cabo para solucionar la situación definitivamente. Entre las medidas que se podrían implantar está, en primer lugar, destinar una cantidad de dinero mucho mayor a los pueblos, para mejorar sus servicios públicos básicos como la sanidad, la educación o el transporte.

La mejora de la educación es fundamental para que los jóvenes de los medios rurales puedan recibir una formación de calidad y completa sin tener que trasladarse a los núcleos urbanos. En el caso del transporte, cabe destacar la necesidad de mejorar las infraestructuras para facilitar la comunicación y las relaciones entre los núcleos urbanos y rurales.

Algo imprescindible y que no podemos olvidar cuando hablamos de los pueblos es lo que les da su identidad: la agricultura y la ganadería. Y para revivirlos, debemos centrarnos en ello. Por eso se debe potenciar tanto la agricultura como la ganadería, pero de una forma responsable, sostenible y de calidad.

METODOLOGÍA

Por causas ajenas a mi persona, tuve que cambiar de tema a una semana de entregar el reportaje. Para ello me basé en un artículo que había realizado previamente (que ha supuesto solamente el 10% del reportaje.) Decidí hacerlo sobre la despoblación rural de Castilla y León, ya que es un tema que me gusta y sabía como abordarlo por cercanía a él.

El contacto con la fuente experta fue rápido y conciso, y realizamos la entrevista por llamada telefónica, igual que con la fuente personal. Encontré otra fuente experta, pero no entendió exactamente lo que le pedía, me pidió las preguntas de la entrevista y le dije que sería grabada. A los 2 días me contestó con un resumen de las preguntas contestadas, que no pude usar para nada por su brevedad. La tercera fuente experta me dijo que podía realizar la entrevista el domingo 1 por la tarde, le dije que ese era el día tope de entrega y me dijo que sobre las 15:00 horas le llamara, que estaría disponible. Esto no fue así y al final no puede contactar con ella. (A eso se debe el retraso de la entrega.)

Todos los datos numéricos los he conseguido del INE o de la página web de la junta de Castilla y León (ya que eran todo datos estadísticos demográficos). Entre todas las bases de datos he realizado mi hoja de cálculo propia con los datos que necesitaba para realizar el reportaje.

La falta de tiempo ha repercutido sobre todo en la hora de realizar los contenidos multimedia y en la precisión de los datos.

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Ruth Cordero Delgado
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Periodista (Universidad de Valladolid). Estudios en locución, presentación y doblaje.