Raquel Soriano lee su testimonio momentos antes de exponerlo en el pasillo/ Foto cedida por Gina Guillamón

Retratos de un mañana sin miedo

Fotografías y testimonios de ex pacientes de cáncer dan vida a los pasillos del Hospital Universitario La Fe de Valencia

Juan Manuel Navarro Jiménez
4 min readJun 16, 2016

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Han vuelto para quedarse, pero no para ingresar. Son antiguos pacientes de cáncer que han superado el cara a cara con la muerte en el mismo lugar donde ahora otros están luchando por su vida. Quieren mostrarles la naturalidad con la que se retoma el día a día tras la dura enfermedad; al menos, toda la naturalidad que quepa en dieciocho retratos fotográficos de 60 x 40 que componen la exposición “Sin miedo”.

La muestra de estas instantáneas a color, y sus testimonios, son lo único que desentona con el monocromático pasillo de aislamiento de la planta hematológica del Hospital La Fe de Valencia. Allí todo es blanco: las batas de los doctores, las paredes de los pasillos que desembocan en otros pasillo y el libro de reflexiones de los pacientes que salen del aislamiento. De hecho, al tomo le llaman “El libro blanco”.

María José Delgado, fotoperiodista y creadora de esta exposición, recuerda que ya en 2007 -durante su primer ingreso en La Fe- vio que no se había escrito nada en ese libro desde hacía años. Ese vacío de casos de superación le asustó. Nueve años después ha planteado dieciocho testimonios a modo de pie de foto, uno para cada retrato, donde mediante las “confesiones” de sus modelos -como ella los llama- explica el duro proceso que les ha llevado a una nueva vida. Son textos realistas, ásperos, como lo fue el sufrimiento de sus protagonistas. “El valor de los testimonios reside en saber que se puede salir pese a las dolencias”, comenta la fotoperiodista.

Los primeros sorprendidos con la exposición fueron los médicos. Andrés Vivancos, paciente onco hematológico, cuenta que en su última revisión, el doctor Jarque le dijo que se había emocionado al ver el retrato de un antiguo paciente. Los hematólogos y los enfermos agradecen que el trabajo de Mª José explique de una forma sencilla las partes más duras del tratamiento contra el cáncer y sus efectos. Consideran que es una labor documentada, según explica Enrique Moreno, uno de los dos únicos psicólogos de la planta siete de La Fe (Hematología).

“Pero voy a ser totalmente sincero. Hubo pacientes que mostraron rechazo hacia lo que se contaba sobre las secuelas de la enfermedad. Se preguntaban si les iba a ocurrir a ellos. Entiendo que son testimonios duros, y es natural que impacten”, confiesa.

“Sin embargo, son situaciones a las que están expuestos. Así que cuanto mejor las conozcan más se habitúan a la emoción que les produce y disminuye así la intensidad del miedo y del estrés”. Es lo que en psicología se llama el principio de exposición

Afrontar la enfermedad

La mayoría de las personas que han cedido su imagen para “Sin miedo” aseguran que pasar por una enfermedad así hace que priorices lo importante sobre todo lo accesorio. Sin embargo, según apunta Enrique Moreno, la personalidad predisponen a la hora de saber afrontar un cáncer. En ese sentido, Mª José también ha sido lo que en psicología clínica se conoce como una “paciente modelo”, según el criterio de la Licenciada en Psicología Geni Soriano. Intentó que sus hijos comprendieran las etapas de la enfermedad que estaba atravesando, para que la asimilaran. “Cuando ingresé para el trasplante de médula, les regalé a mis hijos un libro que trataba todo lo relacionado con la quimioterapia. Y durante las llamadas de teléfono al habitáculo de aislamiento en el que me encontraba, hablábamos de mi estado. Me preguntaban si mi médula había fabricado alguna defensa más”, recuerda las palabras de sus hijos con cariño.

Durante el tratamiento contra su leucemia mieloide aguda, se preocupó principalmente por lo que el psicólogo Moreno denomina “el legado emocional” que debían recibir sus dos niños. El terapeuta aplaude esa iniciativa, porque es habitual que en casos tan graves sólo se cuide el legado material, como herencias o fondos de ahorro.

Ella prefirió prepara unos álbumes de fotos con comentarios para su hijos, por si llegaba el momento de no verles crecer. No terminó los álbumes por miedo. Para ella suponía el punto y final.

En el lado contrario, pero con la misma entereza, se encuentra Raquel Soriano. Regresó con veintiún años de Inglaterra para estar cerca de sus padres enfermos, pero ella tampoco se encontraba bien. Al poco tiempo le diagnosticaron leucemia y sus padres fallecieron. Lleva dos trasplantes de médula ósea y uno de sangre de cordón umbilical. Hoy, tras el tratamiento de su segunda leucemia, la carencia de defensas no le permite quitarse de encima la cistitis, que le acompaña desde hace tres meses. “Pero no me da la gana de dejar que el cáncer sea el centro de mi vida, y le digo que mi sonrisa no me la quita nadie”, afirma Raquel sin impostura. Para Enrique Moreno, esta actitud es la más equilibrada: “No debemos planificar nuestra vida en base al miedo”.

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