La comida en el Norte Grande chileno

Pablo Flores
Mi viaje al Norte Grande chileno
4 min readJan 24, 2015

Qué se puede comer, qué se come habitualmente, y una nota especial sobre el chumbeque iquiqueño. Parte de la serie sobre mi viaje al Norte Grande en enero de 2015.

Picante de mariscos (con camarones y moluscos), acompañado por el infaltable arroz blanco: una receta peruana común en el Norte Grande chileno.

La comida en el Norte Grande no tiene nada de exótico, curioso o particular. Sí, en algunas excursiones y lugares típicos se sirven platos con carne de llama; pero eso es todo. En Iquique un guía nos comentó que, debido a la influencia china, se come mucho arroz: de hecho ese día comimos arroz blanco con papas con salsa de palta (la palta es otro ingrediente común). Aquí no hay nada de esa predilección por el pescado y los mariscos que los argentinos creemos común a todo Chile. Se nota, sin embargo, la influencia de la cocina peruana; el Norte Grande está más cerca de Perú que del resto de Chile en gastronomía tanto como en distancia física e histórica.

La carne de vaca no es una rareza pero, a diferencia de lo que ocurre en Argentina, cuando se habla de carne se aclara que es “de vacuno”. En la sección de fiambres de un supermercado hay lo esperable pero es notable que aparece muy adelante el fiambre de ave. Los quesos y fiambres se venden al peso, pero es también común pedirlos por láminas, es decir fetas.

En cuanto a las bebidas, de nuevo, hay de todo, aunque en los puestos callejeros y en restaurantes suelen venderse jugos de fruta (mango y guayaba especialmente) que no solemos ver en Argentina. Por 1800 pesos (unos tres dólares) me han vendido un jugo de guayaba muy dulce, riquísimo y fresco, en un vaso que debía tener casi medio litro.

Hay té de muchas variedades, pero no tanto café. En el Unimarc de Iquique buscamos infructuosamente café de filtro: sólo había una marca de espresso medio escondida en lo alto de una góndola, y filas y filas de Nescafé (café instantáneo) en distintas presentaciones. No hay cultura de cafés aquí, como en Argentina: nuestro espresso, nuestro “cortadito”, nuestro café con leche delicioso, son rarezas.

Se usa mucho el pan amasado, que viene a ser pan casero o con apariencia casera en formato individual redondo o cuadrado, como para hacer sandwiches o cortar y tostar. Por supuesto que también existe el familiar pan en varillas y los panes envasados.

Olvídese el argentino goloso de las facturas. Hay cosas dulces en el Norte Grande pero no se encontrará una medialuna de grasa o manteca, un vigilante, un cañoncito de dulce de leche, nada de nada. El dulce de leche se llama “manjar” y no es gran cosa. La mermelada, a juzgar por un par de experiencias, suele ser bastante floja de consistencia, aunque deliciosa. No falta el buen chocolate, afortunadamente, ni las galletitas simples o rellenas. Nos costó encontrar queso untable: algunos quesos parecían demasiado firmes y otro que compramos se parecía a la ricota, con gránulos y algo de humedad visible.

Hay buena fruta y verdura, y en gran variedad, tanto en Iquique como en San Pedro, pese a la sequedad del lugar, y los precios son adecuados, aunque sin duda muchas de las cosas que se ven en las góndolas deben venir de bastante lejos. Los vegetarianos no tendrán problemas para armarse platos.

En San Pedro se consiguen a buen precio “empanadas” con rellenos varios, incluyendo carne vacuna (“empanadas de pino” les llaman, vaya a saber uno por qué); pongo la palabra entre comillas porque de hecho se parecen más a tartas individuales. Una persona puede engañar al estómago, si no está demasiado hambrienta, con una sola de estas empanadas, por menos de 2000 pesos.

Los helados

En San Pedro hay también un par de heladerías. Los helados no son de fábula, pero al menos una de las heladerías vende gustos elaborados con sabores locales. De ésos puedo recomendar el algarrobo (delicadamente dulce, con un toque como de almendra o nuez) y el ayrampo (que sabe un poco a frutos rojos). Probé también el chañar, que es parecido al algarrobo pero me resultó algo chato, y la rica-rica, que tiene todo el encanto del saborizante artificial de frambuesa de los jarabes para niños. Un helado de éstos cuesta 1800 pesos una bocha, 2700 dos bochas: bastante caros, aunque vienen con un cucurucho grande y sabroso.

El chumbeque

El chumbeque es un postre dulce del que se dice que, si no lo probaste, no fuiste a Iquique. Es una especie de galleta con mucha harina y aceite, dulce, compacta, con rellenos varios; el tradicional es de miel y limón, aunque también son populares el mango y la guayaba. Se compra suelto o en paquetes de doce o dieciocho galletitas, que pesan bastante para su tamaño: no se trata de comida liviana.

El chumbeque es marca registrada de un descendiente de chinos radicados en la zona desde hace más de un siglo, el Sr. Mejía Koo, que murió a mediados de 2014. Pocos tienen la receta y no se vende sino en negocios autorizados por el sello de la fábrica de Mejía Koo. Nosotros lo conseguimos en un negocio en calle Eleuterio Ramírez 795, donde se pueden pedir pequeñas porciones para probar antes de comprar. El paquete de dieciocho cuesta 4500 pesos, es decir, entre siete y ocho dólares.

Nos gustaron los chumbeques. No sólo porque representan el recuerdo de unas vacaciones que no repetiremos, supongo, por mucho tiempo, sino porque son realmente ricos, aunque no provoquen una fiesta en la boca.

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Pablo Flores
Mi viaje al Norte Grande chileno

Escritor en progreso, ex bloguero viajero, tuitero malo, abogado del diablo. Pienso, narro y lo ofrezco. Mis libros → https://leanpub.com/u/pablodf76