Los pesos chilenos y lo que valen las cosas en el Norte Grande

Pablo Flores
Mi viaje al Norte Grande chileno
3 min readJan 20, 2015
Mil pesos chilenos. Al cierre de esta edición, alrededor de 1⅔ dólares.

Aunque ya hablé del dinero, no está mal conocer un poco la moneda con la que el viajero va a tener que convivir durante unos días en Chile. Los pesos chilenos no tienen subdivisiones, como nuestros centavos. El monto más pequeño aceptable es de la moneda de diez pesos. Hay monedas de 10, 50, 100 y 500 pesos; hasta donde pude ver, las de 50 y 100 pueden ser de un diseño más viejo (poligonal, color dorado) o uno más nuevo (redondo, centro color plateado y borde dorado). Después hay billetes de 1000, 2000, 5000 y 10000 pesos, cada uno de un color diferente y de un tamaño diferente (todos son de la misma altura y varían en anchura, siendo los de 1000 pesos los más angostos y “cuadrados”). Los billetes son de plástico y algunas series tienen una “ventanita” rectangular translúcida. Al tacto son un poquito resbaladizos pero parecen muy resistentes. No vi ni un solo billete dañado, fuera de algunos pequeños pedacitos arrancados en las esquinas.

Dado el lío de cotizaciones legales, semilegales e ilegales que reina en Argentina, y la inestabilidad de nuestra moneda, es quizá preferible acostumbrarse a pensar en términos de dólares. En enero de 2015 lo más sencillo fue calcular rápidamente con una tasa de 600 pesos chilenos por dólar, e implícitamente considerar que un dólar vale poco más que diez pesos argentinos. Esto es el costo de reposición de un dólar, comprándolo en el mercado oficial y sumándole 20%.

Cuánto cuestan la comida y la bebida

Los precios en el Norte Grande son caros para los chilenos de la región central, y los precios en San Pedro de Atacama son más caros que en Iquique. En Iquique se puede comer un menú del día en un restaurante barato por tres mil pesos; en San Pedro, lo mismo cuesta cuatro mil. Esto significa, aproximadamente, entre cinco y seis y pico dólares. Cualquier cosa que no sea un menú fijo puede costar bastante más.

El agua mineral en botella o bidón es un recurso literalmente vital, ya que el agua del Norte Grande, aunque potable, está cargada de minerales y suele resultar muy pesada para los estómagos desacostumbrados. No se trata de toxicidad (aunque algo hay de eso también) sino de simple falta de habituación. En San Pedro de Atacama compramos botellas de 600 ml de agua a 900 pesos o un poco menos, y bidones de seis litros a precios que iban de 1500 a 1900 pesos. En Iquique y Calama todo está un poco más barato. Como regla general, por supuesto, cuanto más alejado esté el lugar de la civilización y/o de la competencia, más caro es: en un pueblito encontrado en una excursión al desierto o en un aeropuerto el agua cuesta el doble. En un restaurante o bar la botella individual (de 500 o 600 ml) es relativamente barata, unos 1000 pesos.

En los doce días que pasamos en Chile sólo dos veces comimos en un restaurante y sólo unas pocas más compramos comida hecha, por lo cual no puedo dar un detalle de lo que cuestan diferentes menúes. Mi consejo para los viajeros es que eviten salir a comer a restaurantes. Alojarse en aparts o hostels, que cuenten con cocina equipada, tiene varias ventajas. La más obvia es el ahorro: uno puede llegar a un lugar, comprar comida para toda su estadía en el mercadito o supermercado más cercano, y luego prepararse lo que uno prefiera. Por supuesto, hay que tener buena disposición para ponerse a cocinar cuando uno llega de una excursión larga y cansadora, pero también hay que tenerla para darse un baño, vestirse para salir (o mínimamente vestirse) y buscar en las cercanías un lugar donde se pueda comer, donde habrá que elegir de un menú que quizá no sea muy amplio. En nuestro caso, no nos molesta cocinar, ambos sabemos preparar comidas sencillas pero variadas, y las porciones estándar de los restaurantes nos resultan invariablemente sobredimensionadas y por lo tanto un desperdicio. No escatimamos dinero en excursiones ni alojamiento, y nos quedamos en cada lugar varios días más de lo que recomiendan las guías turísticas, de manera de poder disfrutar, explorar y descansar sin apuros; esto pudimos hacerlo en gran parte porque ahorramos muchísimo dinero a base de comprar y cocinar nuestra propia comida.

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Pablo Flores
Mi viaje al Norte Grande chileno

Escritor en progreso, ex bloguero viajero, tuitero malo, abogado del diablo. Pienso, narro y lo ofrezco. Mis libros → https://leanpub.com/u/pablodf76