Mi nueva religión es Jake el Perro

Migala
MIGA.LA
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10 min readJul 25, 2018

Dios ha muerto. Dios sigue muerto y nosotros lo hemos matado. Pinche raza, por eso no podemos tener cosas bonitas.

¿Ahora qué vamos a hacer? Tenemos ciencia y memes pero, ¿qué hay del espíritu? Los defensores de la modernidad dirán que no es necesario, que el libre mercado cumple todas nuestras necesidades y que la ciencia nos dice todo lo que necesitamos saber del Universo. Suena justo, hasta que miras a tu alrededor: 1% de la población controla el 50% de la riqueza y la mitad del mundo vive en pobreza extrema. Los polos se están derritiendo, hay una mancha de plástico del tamaño de Texas en el Océano Pacífico y lo mejor que podemos hacer al respecto es celebrar que ya dejamos de usar popotes… a menos que el señor de los jugos me lo ponga sin preguntarme, porque ni modo de ser grosero, además ya lo abrió.

El mundo sin espíritu no vale la pena, es una sociedad de individuos solitarios, abandonados a un caos sin nombre ni propósito y a merced del libre mercado, que no es más que la ley de la selva para ñoños. Así existimos, sin otro mandamiento que el de generar riqueza y sin más aspiración que la de consumir, obligados a disfrutar de los breves resquicios de libertad que la labor nos permite, hasta el día de nuestra muerte, donde todo se acaba y se vuelve otra vez nada. Negro para siempre. Fin. Kaput.

¡Qué pinche existencia tan triste!

Somos seres humanos, la criatura más débil que nace en este planeta. Lo único que nos hace diferentes al resto de los animales es nuestra habilidad de transformar el mundo a nuestro alrededor a través de la razón y la práctica (el ojo y la mano), pero heredamos este mundo enfermo, diseñado por una generación de ancianos enloquecidos por dos guerras mundiales y… ¿Simplemente lo aceptamos?

Entiendo la apatía, hasta es fácil confundirla con inteligencia. La fe que le daba forma a la sociedad (al menos de este lado del mundo) se hacía pasar por la verdad y la justicia, pero la ciencia y la modernidad nos revelaron poco a poco sus mentiras y al final nos quedamos sin Dios, sin valores y, lo más importante, sin una noción clara de nuestro lugar en el Universo.

¿Aún podemos creer en algo frente a los descubrimientos de la ciencia moderna? ¿Queda entre la materialidad del mundo algún resquicio para el alma metafísica? Yo creo que sí, incluso creo que hoy en día la espiritualidad es más fácil que nunca. Lo que hacían los viejos profetas era observar al mundo con sus dos ojitos y tratar de adivinar cómo estaba el pedo. Nosotros hemos ido un paso más adelante: durante 500 años hemos mejorado nuestros instrumentos y métodos para describir las propiedades del mundo a nuestro alrededor. En todo este tiempo hemos trazado un mapa y una historia precisa del mundo material que nos rodea. Ahora que sabemos todo y no entendemos nada, sólo es cosa de observarlo con nuestros dos ojitos y tratar de adivinar cómo está el pedo.

Señorxs y señorxs, como dijo Moisés cuando bajó del Monte Sinaí, agárrense, porque ahora sí, les voy a decir de qué lado masca la pinche iguana:

Todos somos Jake el perro.

No te claves, ya sé que tú no tienes pelo amarillo ni eres un pug. Es metáfora, como la Biblia. Te juro que Jonás no vivió dentro de una ballena, probablemente sólo estaba deprimido por desperdiciar sus talentos. Jake el perro es la metáfora perfecta para la condición del ser humano y su lugar en el cosmos. Topa:

En la sexta temporada hay un capítulo de Adventure Time llamado “Everything’s Jake”: El Hombre Mágico le pone una inyección a Jake que lo hace perder el control de sus poderes de transformación. Jake aparece en un mundo hecho de sí mismo y se encuentra con otras personas, hechas de su misma carne. Todos en este mundo tienen su propia historia y personalidad, pero no son más que formas distintas que adopta la forma mágica del perro. Al final Jake regresa a su forma original, se come unos frijoles y llora por las personitas que murieron dentro de él.

Ya sé que es sólo una caricatura pero, ¿no es esta la descripción perfecta del lugar de la humanidad en el cosmos?

Sabemos, por la evidencia de la radiación de fondo del Universo, que hace 13,700 millones de años, antes del tiempo, toda la materia y el espacio estaban contenidos dentro de una singularidad infinitamente pequeña. Bang, dijo el Universo, y se hizo la vida… miles de millones de años más tarde.

Fue un largo proceso de incrementos graduales, pero la materia viva no vino de fuera. El mismo hidrógeno que surgió durante el nacimiento del universo se agolpó en estrellas que forjaron en su interior los elementos para hacer planetas. Con estos ingredientes, la Tierra primigenia cocinó los primeros aminoácidos, que nos dieron ARN, que nos dio ADN, que al cabo de miles de millones de años, nos dio mamíferos, simios y, finalmente, humanos.

La materia echó muchas maromas y adoptó muchas formas, pero lo único que vimos fue uno de sus trucos: su incremento en complejidad. Astros, planetas, plantas, animales y seres humanos, no son más que formas, cada vez más complejas, que adopta el universo en su constante batalla contra la entropía.

El principal poder de Jake el Perro, además de ser un gran amigo, es cambiar de forma. Desde esa perspectiva, es fácil encontrarle un nuevo significado a aquella frase del Génesis judeocristiano: “El hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios”

¿Significa esto que Dios era un vaguito misógino? No. Significa que el hombre, igual que el Universo del que emerge, puede convertirse en lo que quiera, puede transformarse y al mundo a su alrededor a través de el ojo y la mano.

Vamos más lejos: el hombre es el mismoUniverso que transforma.

¿Pero y el alma?

¿Cómo nos explicamos ese fantasma dentro de la máquina que lee este texto a través de tus ojos gelatinosos? Creo que sólo hay de dos sopas: o no hay, o sólo hay una y la estamos compartiendo todos.

Podríamos pensar que el alma no existe porque la consciencia es una ilusión creada por puros procesos químicos, interacciones entre materia y energía, ¿pero entonces quién escribió esto? ¿quién lo está leyendo? Cogito ergo sum, etc.

Pero si sí existe, ¿por qué no puedes tener la tuya, para ti solito?

Bueno, piensa en lo que te hace un individuo, ¿Qué es? ¿Tu ropa, tu casa, tus Funkos? ¿O son tus pensamientos y emociones, el universo interno de tus recuerdos, opiniones y visiones del mundo?

Veamos primero tus emociones: ¿Qué pasa cuando le das play a un video y son gemidos? Te espantas: Tus glándulas adrenales inundan tu cerebro de adrenalina y cortisol, que aceleran tu respiración y elevan tu ritmo cardiaco. Tú no decides estos procesos así como no eliges respirar o que te crezca el pelo. Tu cuerpo es una máquina de carne que funciona con las mismas fuerzas que le dieron forma.

¿Qué hay de tus opiniones y recuerdos? Tu diálogo interno no es más que un mapa de las neuronas que disparan juntas en tu cerebro, patrones que aprendiste de tus interacciones con el mundo. Materia y energía que actúan bajo la inercia del universo y te hacen creer que tú estás a cargo.

No es tuya la materia que te da forma ni la energía que te da vida. Tú no eres el cuerpo que habitas ni los procesos que ocurren en su interior. ¿Entonces quién eres? Creo que eres Jake el Perro. Eso que experimentas como el Yo, es el alma que todos compartimos, un pedacito del Universo que se hizo unos ojos y un cerebro para verse a sí mismo.

¿Qué prefieres, ser todo tú, o ser un cachito del todo?

Y como dijo un clásico…

¿Y todo para qué?

¿Cuál es el punto? ¿Por qué Jake el Perro se retuerce las tripas en estos garabatos que nos dan vida? Por fin, una conversación real, una pregunta interesante.

Para Ray Bradbury, el objetivo es observar. Él decía que el Universo es un teatro de milagros infinitos y no tendría sentido sin una audiencia. Muy bonito, pero no es un fin, es una estrategia y es algo que ya estábamos haciendo de todas formas.

La historia dice que llegamos aquí creciendo en complejidad a través de la colaboración: de moléculas a células, de células a órganos y de órganos a individuos. Buen plan, pero sigue sin ser un fin. Guardemos esta para nuestros mandamientos.

Nietzche decía que el hombre es una cuerda, entre los animales y el súper hombre; y eso que nadie le contó de la inteligencia artificial. En el mismo tenor, para Marshall McLuhan, “los hombres son los órganos sexuales de las máquinas.” Tal vez ese sea nuestro modesto propósito: liberar a la inteligencia de sus límites biológicos, dotarla con el lenguaje y las herramientas para reescribirse a voluntad y buscar entre las estrellas su propio fin.

Hay otra opción: que no haya un fin, sólo una forma. Piensa en la Red de Indra, que aparece en los Vedas indios. Estos describen al universo como una infinita tela de araña, cubierta por gotas de rocío. En cada gota está reflejada la tela entera, con todas sus gotas. Si una gota cambia, todas cambian. El universo entero está interconectado.

Ahora piensa en el Principio de Exclusión de Pauli. Nadie lo explica tan bien como Brian Cox, en el minuto 33:40 de su clase en la Royal Institution of Great Britain. Básicamente dice que, para mantener la ilusión de solidez en un universo hecho de átomos que son 99.9999999999996% espacio vacío, dos electrones idénticos dentro de un sistema cerrado no pueden ocupar el mismo nivel energético. Pero en el universo no hay sistemas cerrados, así que por cada interacción energética que tú provocas, los electrones del universo entero deben reorganizarse en consecuencia; por cada cambio energético que ocurre en el universo, los electrones de tu cuerpo se reorganizan, imperceptiblemente.

Llevado a sus últimas consecuencias, este principio significa que, como en la Red de Indra, todos los cuerpos del Cosmos están conectados en un infinito intercambio energético. Desde esta perspectiva, hasta resulta absurdo exigirle un propósito a las formas perfectas e infinitas del Universo.

Pero bueno, ¿a quién le importa?

¿Para qué tanto desvarío sin sentido? Igual nos vamos a morir. Igual mañana hay que pararse temprano y llegar al trabajo para producir.

¿Quién dice?

Ese es el punto. Creo que no hay pregunta más importante que la de nuestro lugar en el Universo. Sin una respuesta clara, avanzamos a ciegas rumbo a la nada.

El otro día iba en el Metro y vi a un muchacho que platicaba con su tía. Empecé a escuchar su conversación cuando el joven dijo “quiero entrar a la carrera de contaduría porque ahí hay mucho dinero”. Que me perdonen los contadores del mundo, pero ahí estaba un muchacho que será infeliz por el resto de sus días, porque no sólo está a punto de entrenarse en una de las profesiones con más probabilidades de ser reemplazadas por la inteligencia artificial en los próximos diez años, además persigue un objetivo que no es suyo.

El dinero no es el sentido de la vida. En el mejor de los casos es la unidad de medida para el valor que genera un individuo; en el peor de los casos es un instrumento de control social. Cuando buscamos dinero y los lujos que podemos comprar con él, respondemos a décadas de bombardeo constante por la propaganda de los que se benefician de nuestra labor y nuestro consumo.

Vivir sólo por dinero es asumir una esclavitud voluntaria.

¿Para qué necesitamos contadores? ¿Por qué contribuír a las finanzas de la nación es tan difícil que necesitas estudiar una carrera para hacerlo correctamente? ¿Por qué no simplificamos el proceso? O mejor aún, ¿por qué no construimos una sociedad tan justa que todo el mundo decida donar su labor y su valor para el bien común?

En lugar de atender los infinitos síntomas de nuestra sociedad descompuesta con remedios cada vez más complicados, hagamos las preguntas que importan: ¿Quiénes somos y de dónde venimos? ¿Qué hacemos en este mundo? ¿Por qué seguimos tratando de generar riqueza infinita en un mundo de recursos limitados en lugar de distribuir la que ya tenemos?

Estas son las conversaciones que deberíamos estar teniendo. Si seguimos haciendo preguntas pendejas como “¿Qué estrategias empleamos para incrementar las ganancias del próximo trimestre?” destruiremos el mundo en búsqueda de una riqueza imaginaria.

Esta es nuestra nueva fe. Siéntete libre de evangelizar a tus amigos. No los regañes ni les prometas fuego eterno, mejor invítalos a ver Adventure Time.

O invítalos a ver este video.

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Oye, antes de que te vayas, tú tienes cara de que te gustan los textos raros como este…
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Desde tiempos de Sócrates, el deber del filósofo ha sido corromper a la juventud.