San Gregorio es zona de emergencia: derrumbes y discriminación.

Mimí Yohualli Kitamura
Mimí Kitamura
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5 min readSep 19, 2019

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Jaime Tirso Pérez Venancio, fundador de la Casa de Cultura Atlapulquense.

Hijos de «chinamperos», pero con espíritu de trabajadores que resguardan su cultura: Jaime Tirso

A casi un mes del 19 de septiembre, siguen surgiendo las historias de las y los damnificados que perdieron todo a causa del sismo con magnitud 7.1; una de ellas es la de Jaime Tirso Pérez Venancio, quien hace ocho años abrió al público la Casa de Cultura Atlapulquense de la que hoy podemos apreciar solo los escombros.

En el Paraje Zacopa, en San Gregorio, Xochimilco, se encontraba la Casa de Cultura Particular Atlapulquense, dividida en dos secciones: la Biblioteca de Consulta e Investigación con un acervo de más de 3 mil libros y una Sala de Museo con la exposición de objetos prehispánicos, morteros, fotografías, pinturas y cámaras fotográficas antiguas.

La Casa de Cultura Atlapulquense estaba abierta al público desde hace 8 años, oficialmente; pero su construcción comenzó con un sueño de Jaime Tirso, quien a sus trece años comenzó a recopilar los objetos con los que conformaría un museo. Su propósito era reconstruir la historia de San Gregorio, para que las futuras generaciones preservaran sus tradiciones.

Para lograrlo, contó con la ayuda de su esposa, Ángela Enríquez Jiménez; de amigos; de vecinos y familiares, quienes contribuyeron con donaciones o préstamos de acervos privados para que la Casa de Cultura creciera y se convirtiera en un espacio de consulta para la comunidad.

El día del terremoto, a Jaime y a Ángela los sacaron de entre los escombros, pues ese día se encontraban dentro de la Casa de Cultura, afortunadamente, las heridas fueron leves y viven para contar, con gran pesar y tristeza, que lo han perdido todo, pues el museo quedó completamente devastado; aunque perdura el recuerdo de aquel joven que desde muy pequeño inició un trabajo de recopilación para contar la historia de su comunidad.

En el Parque Zacopa, en San Gregorio, Xochimilco, se encontraba la Casa de Cultura Particular Atlapulquense.

En Xochimilco, varias estructuras afectadas tenían un gran valor histórico y cultural, pues fueron recintos que atravesaron diversas épocas históricas de México y eran, por lo tanto, testigos de los cambios que han padecido las comunidades y sus habitantes que conforman esa gran delegación que se ha quedado en el olvido, pues los mismos proyectos turísticos se han restringido a las trajineras y al consumo del alcohol.

En el Barrio de San Judas Tadeo, una casa construida en 1936 también se ha convertido en una prueba de la devastación provocada por el sismo del 19 de septiembre, pues su estructura, después de que diversas generaciones acumularan recuerdos en el recinto, se venció.

La casa amarilla de 1936.

La familia relató que ese espacio era utilizado como sala de juegos por los pequeños habitantes del hogar, quienes han perdido su lugar de esparcimiento, pues lo único que ha quedado de la antigua casa son grietas que recuerdan la fragilidad de la materia.

Juguete dentro de la casa amarilla.

No obstante, las tradiciones se mantienen vivas y los mismos vecinos del lugar han advertido a los propietarios de la casa amarilla de 1936, que al retirar los escombros estén presentes, pues cabe la posibilidad de que sus gruesos muros de piedra escondan algún tesoro repleto de viejas monedas de oro que fueron ocultadas para salvaguardarlas de los saqueos perpetrados en tiempos revolucionarios.

La iglesia de San Gregorio que sufrió afectaciones en el campanario.

Otro ejemplo de estos vestigios culturales es la iglesia de San Gregorio, que sufrió afectaciones en el campanario, así como en las bardas que rodeaban la plazuela y que, al colapsar, se llevaron consigo las vidas de dos personas: la pequeña Naomi, que caminaba a lado de su papá, y una mujer comerciante que, durante el sismo, se encontraba vendiendo estambres a un costado de la barda.

Las bardas de la iglesia se llevaron la vida de dos personas.

Amelia Irene Castro González es otra de las afectadas, pues el sismo devastó su cocina que tenía más de 110 años de antigüedad y que había pasado de generación en generación desde los suegros de su progenitora hasta ella.

Amelia Irene Castro con algunas piezas de barro que logró rescatar.

Estos son solo algunos de los muchos ejemplos de las estructuras que sufrieron daños y que guardaban en sus paredes la historia de San Gregorio, una comunidad en Xochimilco que, como nos recordó Jaime Tirso Pérez Venancio, también ha sufrido discriminación y olvido por ser una delegación rural, pues, durante mucho tiempo, de forma despectiva, a los pobladores se les ha denominado «chinamperos», por ser productores de las verduras que alimentan a las zonas urbanas de la capital mexicana.

Sin embargo, como el propio Jaime Tirso Pérez Venancio afirmó, sin ese trabajo en las chinampas, en la ciudad tendríamos pocos recursos naturales para satisfacer las necesidades alimenticias de la población; por lo que, con orgullo, Xochimilco podría replicar las palabras de Jaime:

«Somos hijos de ‘chinamperos’, pero con espíritu de trabajadores».

Mimí Kitamura

mimi.yohualli@gmail.com

Nota publicada originalmente en el periódico Hoy Novedades el 12 de octubre de 2017: http://www.elnovedades.com.mx/2017/10/chinamperos-jaime-tirso/

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