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RoverismoSV
Miscelaneas Scout
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4 min readDec 8, 2015

Nuestro escuadrón, que consistía sólo de seis naves, fue atacado por la gran flota Española de cerca de cincuenta naves, que vinieron sobre los británicos de repente saliendo de la esquina de una isla, de la cual habían zarpado. Nuestra flota tuvo que retirarse tan rápido como les fue posible, pero Sir Richard Grenville no gustaba de dejar a algunos de sus hombres, quienes estaban en tierra en la isla, y al estar esperando para recogerlos se encontró a si mismo rodeado por las naves españolas.

Pudo haberle sido posible el escape, pero era leal a sus hombres y no los dejaría. Cuando los llevó a bordo, su única oportunidad era tratar de cortar a través de las naves españolas, que lo estaban cercando, y fue tras ellos con tal espíritu que muchos le dieron paso antes que atacarlo.

Pero pronto el gran barco insignia, el San Philip, se acercó a ellos, tomando el viento en sus velas. Al mismo tiempo otra gran fragata llegó a su otro flanco, mientras dos más se acercaban, y por lo tanto cuatro naves estaban atacando a una.

Pero el Revancha los tomó a todos con gallardía. Eran las tres de la tarde y la pelea continuó con terrible energía todo ese día.

MARTILLO Y TENAZAS

Sir Walter Raleigh, al escribir el recuento de la batalla dijo:

“El gran San Philip, habiendo recibido el fuego de la línea baja del Revenge, contraatacó con tiros cruzados, cambió su curso diligentemente desde sus lados, notoriamente disgustado de su primer encuentro.

De la misma forma el Revenge esquivaba a muchas otra naves, una después de otra, pero su lugar era siempre tomado por otras que venían.

Las naves españolas cargaban, todas, compañías de soldados, desde doscientos hasta quinientos u ochocientos por nave, pero en el Revenge no había soldados además de los marinos, y un gran número de ellos estaba enfermo con fiebre, así que en realidad no estaba preparada para la guerra.

“Después de un nutrido intercambio de fuegos de alto y bajo calibre, los españoles deliberaron acerca de entrar al Revenge, e hicieron intentos diversos, esperaban forzarlos por la multitud de sus soldados armados y mosqueteros, pero eran expulsados una y otra vez y todas las veces los arrojaban fuera, hasta sus propias naves, o hacia el mar.

“Mientras la batalla continuaba, con martillos y tenazas, hasta entrada la noche, dos de los más grandes barcos enemigos estaban hundidos. Sir Richard estaba gravemente herido desde el principio de la batalla y por algún momento se quedó sin habla, pero a pesar de su herida seguía !levando el mando hasta cercana la medianoche. Entonces le dispararon atravesándole el cuerpo y una vez más en la cabeza, y al mismo tiempo su médico también recibió una herida mortal. Pero aún así les dijo a sus hombres que siguieran peleando, y a la mañana siguiente quince diferentes naves habían atacado y habían sido rechazadas.

“Pero mientras el día proseguía, nuestros hombres declinaban, y mientras la luz crecía y crecía, nuestros malestares crecían mucho más.

NO MÁS PÓLVORA

“Toda la pólvora del Revenge hasta el último barril se había gastado, todos sus barrotes se habían roto, cuarenta de sus mejores hombres habían muerto, y la mayoría de los que restaban estaban heridos. Al principio de la pelea sólo tenía cien hombres libres de enfermedad, cuatro con escoriaciones y diez enfermos, en cama. Una pequeña tropa para dirigir tal nave y un muy débil equipo para resistir a tan poderoso ejército.

“Con esos cien todo se sostenía, los abordajes y entradas de quince naves de guerra, además de los que se unirían a lo largo de la batalla.

“Por el contrario, los españoles siempre tenían refuerzos de soldados traídos de cada escuadrón; todo tipo de armas y pólvora a voluntad.

“De nuestro lado no había descanso alguno, ninguna esperanza, ni refuerzos de naves, hombres o armas; todos los mástiles estaban rotos a bordo, toda la nave estaba cortada, su cubierta superior estaba destrozada y, a ese momento, ya empezaba a hacer agua por la base y el fondo de la nave, nada se había dejado arriba para la pelea o la defensa.

“Sir Richard, encontrándose a sí mismo en desgracia e incapaz para oponer resistencia, habiendo sobrevivido esas quince horas de lucha al asalto de quince diferentes naves, todas habiéndola abordado por turnos, y por estimación habiendo disparado ochocientos tiros de gran artillería; y de que él mismo y la nave debían ser tomados por el enemigo, que estaba dispuesto en círculo alrededor de él; el Revenge no era capaz de moverse a ningún lado, pero conforme era movido por las olas y la marea del mar, alistó al comandante artillero, de quien él sabía que era un hombre decidido, para que hundiera la nave; para que nada quedara de gloria o victoria para los españoles, habiendo estado tantas horas en batalla y que con una tan gran armada no hubieran podido tomarla, habiendo tenido quince horas de tiempo, quince mil hombres, y cincuenta y tres tripulaciones de hombres de guerra para llevarlo a cabo; y persuadió a la compañía, o a tantos como pudo, para rendirse ante Dios, y a la misericordia de nadie más.”

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