Anotaciones sobre el placer en los procesos de trabajo (I)

Artistas e investigadores comparten reflexiones sobre sus procesos creativos e intelectuales.

Mollusca
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16 min readJun 13, 2020

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Testimonios de: Aquiles Hadjis, Bárbara Muñoz Porqué, Betina Barrios Ayala, Costanza De Rogatis, Elizabeth Cemborain, Elvira Blanco, Jeanne Jiménez, Jordi Santiago Flores, Luis Theis, María Elena Morán, Marianela Díaz Cardozo, Martín Castillo Morales, Max Provenzano, Valenthina Fuentes y Vanessa Vargas.

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Preámbulo

La noción de “placer” es de gran interés para las reflexiones que orientan las búsquedas de Mollusca. Es un concepto que nos atrae en su sentido amplio, complejo, variopinto, multiforme y, en suma, personal. Por ello, para ahondar en estas aguas, nos pareció de gran valor invitar a artistas e investigadores a compartir con nosotros su posición respecto a la pregunta “¿qué lugar tiene el placer en el curso de tus procesos de trabajo creativos e intelectuales?”. Estos registros dan cuenta de las reflexiones y relaciones complejas de estos creadores con el concepto, y cómo este actúa en las dinámicas y en los cuerpos que se afanan en una labor creativa. Es una gratitud, sin duda, la mirada que ofrece la reunión de estos testimonios.

AQUILES HADJIS (Artista e investigador | Tokio, JP)

El tipo de hedonismo o goce que caracteriza mis métodos de trabajo está muy lejos de lo que asocio con la palabra “placer”. Casi siempre, cada proyecto culmina en exageraciones que me pasan factura profundamente.

Lo que se logra al final generalmente lo aprecio mucho más tarde, cuando estoy en medio de otros tormentos y veo cómo los anteriores sentaron las bases de algunas estrategias que me permiten sobrevivir los actuales. Cada crisis es algo en lo que me meto con el motivo de poner a prueba mis ideas, pero el proceso de materializarlas en el espacio físico siempre me resulta traumático.

Creo que solo puedo hablar de un disfrute muy claro cuando me desempeño en cosas que no son proyectos, disciplinas con una dimensión instantánea como el dibujo y la música, donde el rastro de unos cuantos gestos se acumula y me va mostrando la ruta que deben seguir los siguientes.

En suma, yo no puedo asociar el empujar los límites de mis ideas con lo que asocio usualmente con bienestar o placer. Sin duda hay una dimensión increíblemente satisfactoria en embarcarse en procesos de construcción riesgosos, pero yo lo asociaría mucho más con el pacto violento que un apostador tiene con las subidas y bajadas de su vicio.

Esta es una serie de apuntes que le siguieron la pista a un proceso de 2012. Creo que la selección ejemplifica (o documenta) bien el proceso de pánico y desborde que caracteriza muchos de mis proyectos dentro de su faceta privada.

En este caso particular, se trataba de un proyecto exageradamente ambicioso. La realización del proceso se atrasó y mi supervisor, frente a las quejas del organizador, me dijo que llenara el espacio con mis bocetos. Fue una invitación a encarar mi proceso y creo que le restó mucho drama innecesario a ese momento.

VALENTHINA FUENTES (Poeta | Caracas, VE)

En el proceso creativo, el placer es algo que se da por sentado; pareciera que el artista solo espera entregarse a él. Para quienes miran desde afuera, crear es sinónimo de jugar y divertirse, entre-tenerse, pero quien crea sabe que si esto supone placer, resulta al menos un placer difícil. Cada “juego” tiene su propio orden y hay que descubrirlo con rigor. El placer puede quedar entonces fuera de juego completamente, si no fuera porque en el trabajo empezamos a percibir las señales de un encuentro, señales que trazan una dirección, que dan sentido. Algo enteramente otro comienza a emerger en el lenguaje, en la imagen, en el sonido.

Comienzo entonces a sentir su presencia. Tras cada seña hay entusiasmo. Se trata de recorrer el camino hacia el encuentro con algo desconocido, de descubrirlo propio y también enteramente ajeno. A veces, las señas se presentan en el error, en el errar, por un golpe del azar que no puede ser abolido, como nos sugiere Mallarmé. A veces, surgen de tanto insistir sobre una forma: algo se despliega. El material solicita un tratamiento particular; solicita un movimiento interior, una escucha y una apertura. Algo que parece arbitrario se vuelve determinante para que pueda completarse la obra. Se trata de descubrir su lógica, su orden, su libertad, hasta que pueda mostrarse entera, definitiva. Convertirse en testigo y en actor de ese nacimiento es algo que conduce del placer al rigor, del rigor a la pasión, de la pasión a la devoción. En el proceso de crear, estos límites se confunden.

ELIZABETH CEMBORAIN (Artista visual | Caracas, VE)

Encuentro placer en las transiciones. Mientras me desplazo caminando, percibo los sonidos, texturas y colores del atardecer. Ese ritmo acompasado de sensaciones va generando conexiones de ideas y nuevos proyectos.

Me gusta atravesar el umbral entre el sueño y la vigilia. Es un frágil momento, donde lo inconsciente y lo real se funden. Disfruto cuando percibo ese lapso, es un instante con una sutil pero enorme potencia creativa.

Del error tecnológico y el glitch, me divierte esa ilógica dimensión estética entre lo existente y lo casual.

MARTÍN CASTILLO MORALES (Fotógrafo| Buenos Aires, AR)

Sin placer no hay trabajo, es vital, razón y motor en mi proceso. El placer “epifánico” de la aparición de una idea, el placer entusiasta de imaginarla realizada, el placer emocional de su ejecución, el placer de la entrega al compartirla. El placer inspirador del posible encuentro personal o virtual, el placer físico del encuentro, el placer del resultado de ese encuentro materializado en obra o no, el placer de relacionarse gracias a la fotografía.

VANESSA VARGAS (Bailarina, educadora e investigadora | Nueva York, US)

Cuando la danza es un espacio para la experiencia social

Cuando ese lugar es común

Cuando me encuentro bailando — en — la relación entre lo colectivo y lo individual

Cuando la creación y la creatividad son un espacio colectivo

Cuando encuentro ese espacio para observarme sin juzgarme

Cuando tengo espacio y tiempo para desarrollar mi práctica, mis ideas, un texto

Cuando me encuentro en el espacio escénico con mis afectos

Cuando experimento la soberanía de mi cuerpo.

MARIANELA DÍAZ CARDOZO (Artista, editora y traductora | San Antonio de los Altos, VE)

Para trabajar necesito espacio. No es tanto un asunto de proxemia (aunque también), sino de estado corporal. He notado que tener espacio mental para desplegarme se vincula directamente con la movilidad de mi cuerpo. Cuando mi cuerpo se entumece, también le pasa al cerebro. Siento mucho placer en el forzamiento de elongar los músculos, los tendones, de ablandarlos. Trato de incorporar movimientos y rutinas de estiramiento cada vez que puedo en mi cotidianidad. Expandir el espacio que ocupa mi cuerpo surte un efecto en el vigor y la extensibilidad de mi mente.

LUIS THEIS (Artista plástico | Caracas, VE)

En mi proceso creativo el placer no tiene protagonismo. Realizo pintura figurativa, no me considero de los artistas que se emocionan al pintar o que lo hacen cuando están en estados de ánimo particulares. No es algo que me divierta, lo hago porque siento que debo hacerlo; es una necesidad que a veces puede ser un poco pesada. Sin embargo, la obra posee una naturaleza de improvisación — emerge del caos, literalmente — y eso puede llevar a representar escenas incluso graciosas, pues el humor tiene un espacio en ella. Así, aunque no veo el acto de pintar como algo placentero, en el desarrollo puede tomar esa dirección. Pero es al momento de ver la pieza terminada cuando puedo sentir realmente placer.

Sin embargo, en el contexto venezolano actual, la creación tiene un carácter liberador. Entonces, a pesar de sentir una angustia en el desarrollo de la obra, puede considerarse una angustia placentera. Es el placer de desarrollar mi obra, de satisfacer esa necesidad a pesar de todas las adversidades que se presentan en el contexto actual.

COSTANZA DE ROGATIS (Artista visual e investigadora | Caracas, VE)

Suelo ser muy rígida en cuanto a las expectativas de lo que espero obtener como resultado de lo que hago, pues anticipadamente me exijo coherencia, articulación, claridad, y esta estructura “preconcebida” y controlada. Esto está del lado opuesto de la necesidad de expresarme, de crear, de investigar, que es un impulso más instintivo e intuitivo, en donde el proceso se va dando de modo más natural y confiado, y en donde puedo sentir el placer de descubrir aspectos o ideas que no estaban contempladas dentro de esa estructura inicial.

Me lleva algo de tiempo identificar que me estoy poniendo cortapisas, que la desconfianza en mis propios procesos y en el manejo que hago del tiempo –que suele ser disperso– finalmente conducirá a algo; por eso, el inicio de cada proyecto puede llegar a ser sufrido, porque “lucho” conmigo misma para permitirme la libertad de divagar, de no ser ni precisa, ni coherente, ni articulada, ni clara.

Es ahí cuando empiezo a disfrutar el tiempo de lecturas o de investigación de cómo materializar una idea, de las pruebas y “experimentos” que se van revelando como aspectos siempre nuevos, no anticipados. Hay entonces una emoción genuina del descubrimiento de una posibilidad, una contentura hasta infantil de lo que eso que en un principio fue una idea, pueda llegar a ser.

Lograr abandonarme al proceso y confiar en él, es una tarea que debo recordarme siempre.

MARÍA ELENA MORÁN (Guionista y escritora | São Paulo, BR)

Escribir es activar imanes extraños, una pulsión masoquista que me hace transformar furias en dolores o en alegrías perseverantes o bobas lo suficiente como para implantar tedios o rabiar nuevos fuegos y, en cada una de esas mutaciones, soy tomada por el vértigo sabroso de la vida, porque el placer es la transición entre mundos; es el airbag y el chaleco salvavidas y es también el accidente; es el entusiasmo fiel, sedoso, que se abre espacio entre tanto no.

ELVIRA BLANCO (Investigadora y creadora multimedia| Nueva York, US)

La pregunta sobre el placer es complicada. Es difícil pensar en eso cuando trabajar/crear ha implicado un esfuerzo que no podría calificar como placentero. Esta es una foto de un momento reciente que llamaría placentero: un descanso que tomé de escribir. Es un jardín comunitario cerca de mi casa en Morningside Heights. Yo trato de encontrar aberturas en mi rutina, pero casi siempre se trata de salir a tomar aire o sol.

BÁRBARA MUÑOZ PORQUÉ (Docente e investigadora | Bogotá, CO)

La escritura es una tarea placentera y ardua a la vez. Cualquiera sea el registro del texto, me gusta sentarme en mi escritorio, ordenar mis objetos previamente y tomar algo caliente. En la mitad de la sesión, salgo al balcón y, depende del día, tomo el sol sin hacer nada un rato. Cualquiera sea la tarea — leer/corregir/investigar sobre algo, tomar apuntes o diseñar una clase — , no se trata de una actividad lineal sin desvíos, al contrario, me dejo interrumpir por algunas discontinuidades que van apareciendo como responder un correo, enviar un mensaje, leer una crónica o artículo. Cuando escribo algo más extenso, a veces escucho música y busco un pedacito de chocolate que se deshaga al ritmo de la lengua: pienso en la combinatoria sonora de las palabras, en otros sinónimos posibles, en la estructura de la escritura. Pienso en cómo fijar, a través de la composición de las ideas, la des/aparición de una imagen en la memoria.

MAX PROVENZANO (Artista multidisciplinario | Lisboa, PT)

Tallas de escritura automática

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Tengo ciertas dificultades para escribir y reflexionar sobre el placer; en la mayoría de los casos, considero que el placer se deslocaliza a lo largo del tiempo. Existen instantes de placer. El placer lo considero que se encuentra dentro de un estado temporal, dado que para las condiciones del cuerpo y dentro del contexto en el que vivimos, es imposible alcanzar un estado pleno del placer. El placer, visto desde esta óptica, es de naturaleza efímera — en mi caso, en varias ocasiones es solapado por los diferentes intervalos de tiempo/espacio/ trabajo.

El placer interpretado como experiencia efímera que percibo con cierta inestabilidad para ser asumida de forma plena. Divagación sobre el placer.

Placer y respiración — en algunos momentos puede que el placer pase desapercibido, entonces hablaría de la invisibilidad del placer. Puede que sea un mecanismo de defensa en mi caso, pues entregarme al placer o a su interpretación conllevaría a un exceso de embriaguez o sobredosis, la locura en su plenitud o, en el mejor de los casos, la muerte como fin absoluto. ¿Cuán suficiente es el placer? Creo que el placer pleno es imposible conocerlo a través del cuerpo como una experiencia tangible. Respirar puede ser en sí un placer, pero no logro asumirlo; es vital, pero sigue localizándose en regiones que pasan desapercibidas. Creo que igual opera el placer en mi vida y por este motivo me cuesta tanto escribir/conversar sobre el tema; esto sigue siendo una divagación sobre el placer.

Excesos de placer - (in)estabilidad y muerte.

En todo caso, considero que todo conduce a un estado de muerte: sin placer estaría definitivamente muerto y con un exceso de placer alcanzaría un estado indescriptible que asociaría directamente con la muerte. Estoy constantemente adaptándome y buscando generar placer en cada labor que ejecuto. He realizado labores que no me generan placer pero me conducen a otro espacio donde puedo experimentarlo. Hablaría de la inestabilidad del placer y las continuas negociaciones que hacemos para obtener placer. Surgen preguntas sobre esto: ¿Para qué utilizamos el cuerpo? ¿Es acaso un material que nos permite enmascarar nuestras verdaderas intenciones? Buscamos placer con el cuerpo, pero ¿podemos evidenciarlo de una forma lo suficientemente explícita? ¿Cuáles son nuestras limitaciones en relación al placer que queremos experimentar?

Intentos fallidos de descripción — placer del colapso, vacío y crisis.

Todo intento de descripción del placer es una aproximación o intento de descripción de la aproximación al placer — sigue estando en una permanente indeterminación dada su imperceptibilidad e inestabilidad — . Vivimos en una sociedad que tiende a estar insatisfecha y que cada individuo idea mecanismos para buscar individualmente su interpretación de lo que es el placer. Es posible utilizar el cuerpo para obtener placer — inmediato — asumiendo las relaciones de poder y estableciendo roles que permiten concretar las transAcciones, entonces el placer también puede interpretarse como una moneda de intercambio dentro de un sistema económico en permanente crisis. Puedo experimentar placer, pero no logro estabilizarlo y poco a poco aprendo a dejarlo ir. Cuando no entiendo el vacío que experimento, me encuentro en crisis; pero también constantemente me arriesgo a observarlo. Siento vacío sin placer, entonces las Acciones se interpretan como preparaciones al vacío que viene después de experimentar placer.

Lisboa aún no es Venecia.

2020

JEANNE JIMÉNEZ (Artista, pintora y diseñadora | Caracas, VE)

Rodearse de cosas visualmente atractivas y estimulantes es una necesidad básica para los pintores y diseñadores. Yo tomo confort en crear en un espacio ordenado y limpio — nunca minimalista — , pero experimento placer en el color de los objetos y materiales de trabajo. Es un hábito que mis herramientas sean de un color saturado, sólido, pleno.⁣⁣

En mi proceso creativo, probar y examinar colores me produce placer y emoción. Es una de las partes que más disfruto de mi trabajo: meditar los colores, darles nombres propios para las marcas y también para mí: rosa limonada, arena Egipto, negro tierra, verde pantano…

JORDI SANTIAGO FLORES (Docente e investigador | San Antonio de los Altos, VE)

Desde hace algún tiempo he hecho consciente que experimento placer al leer en voz alta lo que escribo durante el proceso de escritura. Más que leer, repetir muchas veces lo que estoy escribiendo para encontrar la fórmula rítmica que me gusta. Hay formulaciones, por ejemplo, cuya música me conmueve al punto de hacerme llorar. Esta repetición la entiendo como una suerte de canto. Es una relación muy orgánica, pues ‘eso’ me pasa por la garganta.

BETINA BARRIOS AYALA (Investigadora, docente y librera | Buenos Aires, AR)

«Superación, creación, exigencia creadora: podemos encantarnos con esos términos, podemos abrirnos a su promesa, pero tales términos no afirman finalmente nada más que su propio desgaste si nos retienen todavía junto a nosotros mismos».

Maurice Blanchot

La fortuna de hallar, como un rayo, la fuente, la piedra fundamental para abordar una cuestión no responde a los plazos del tiempo como está dispuesto en los calendarios, relojes, agendas, alarmas, horarios… El rigor del límite es capaz de contrariar la fluidez de un trabajo relacionado con el pensamiento y la reflexión. Y esto no tiene relación (necesaria) con la idea contemporánea de la procrastinación. Es más un asunto relativo al flujo de las ideas, y de la decantación de ellas en el marco de la vida individual del sujeto creador. Por ende, aquella actividad, resultado de una inclinación apasionada, dictado esencial que emana de una curiosidad esencialmente primitiva, primaria, de la que la vida individual en un curso responsable y consciente se encarga de (re)crear el espacio (físico, temporal y mental) para ser realizado: ¿A qué responde? ¿Qué implica el lugar de la luz? ¿Cómo ha de ser posible esto? ¿Qué circunstancias rodean e impulsan la atmósfera necesaria para el trabajo creativo, expresión viva del pensamiento?

Es aquí que será pertinente introducir la noción de «placer». La auténtica presencia del goce en el lugar del acontecimiento del hecho estético. La perturbación, que puede tener infinitos lugares de representación, tanto físicos como mentales, es enemiga de la soltura. La turba puede ser resultado de las barreras temporales, espaciales, sensibles, materiales, etc., que condicionan la elaboración y posterior aparición del objeto — entiéndase este como texto, discurso, obra, disertación, idea, pieza, que responde a un tipo de expresión de la creatividad del sujeto.

Ante la precarización de la vida contemporánea, o mejor, esta tendencia precarizadora que parece intrínseca a la vida social y política de nuestra especie y organización, a la que responde la pregunta y acción relacionada con los conceptos de «libertad» e «independencia»: ¿Cómo se prepara el individuo? Quizás busca el intercambio, una transacción que derive en satisfacción y que permita el lugar del acontecimiento, del producto de su necesidad imperiosa de haSer. Necesidad que no se ve satisfecha (quizás) en la fuente de su ingreso económico. Es otra cosa; es un trabajo irrenunciable, una vocación. La complejidad de la diferencia que anida en el concepto de trabajo en el marco del capitalismo — en términos de supervivencia, de valor capital y de intercambio — y el trabajo que brinda satisfacción y sentido a la vida humana. El sueño más romántico sería la síntesis, pero ¿qué tan cierto es esto?

La rutina, los plazos, horarios, fechas, relojes y calendarios que mencionábamos en un principio son precisamente el rigor del trabajo relacionado con el capital. Es una transacción, sus mecanismos ordenadores responden a los ritos de las fechas de vencimiento de una factura. En cambio, el trabajo creativo, el placer de hacer, el pensamiento y la obra de arte, son ajenos al tiempo de la tierra en este sentido cartesiano.

La supervivencia en términos sensibles, la posibilidad del objeto, del lugar del acontecimiento, está íntimamente relacionada con el placer, la libertad, las condiciones sensibles del sujeto creador. En el marco de la satisfacción, en una combinación de soledad reflexiva y espacio expositivo, es posible generar un trabajo que alimente. Lo cierto es que la obra, el objeto, el lugar del acontecimiento no está completo en sí mismo sin presencia del otro. El lugar del capital escapa de esta convivencia. Sin embargo, no se trata de negar su rotunda influencia en la vida plena del sujeto en este orden mundial en que vivimos.

Resulta superior a esta meditación el alcance de todas las esquinas que toca este breve ensayo. El lugar del hedonismo, del placer, está en la capacidad de haSer del ser humano. En medio de hostilidades, habrá catarsis; pero esto no genera obra necesariamente. El lugar del acontecimiento está relacionado con las condiciones para generarlo. Sin paz no hay resultado. Quizás en la turbulencia haya experiencia necesaria para la madurez del sujeto creador, pero no hay obra, indefectiblemente. La cuestión del objeto en este sentido, tiene más que ver con una disposición, independiente de otras condiciones; el sujeto y sus posibilidades creativas están relacionadas con la satisfacción, la posibilidad de fluir en el espacio del mundo.

La idea de flujo tiene en su haber un camino, un lugar a otro; este puente, el lugar del ducto, es el sitio del creativo. La posibilidad de actuar en medio de claridades invisibles; quizás, entre sí y su aparición. No la del YO, la de la obra. Ha de haber placer en este periplo al que solo se aventura el curioso. Cuántos conceptos habitan este breve texto, pero la dicha de soltar en él una contribución al pozo de la reflexión y la pregunta por el placer en el trabajo está llena de goce.

Parece de algún modo que la meditación propuesta no es más que el lugar que nos convoca: el placer de compartir es el verdadero haSer del trabajo creativo. Dar y recibir en una comunidad ávida. En la soledad hay un espacio que gesta el impulso por buscar; la conversación es el lugar del acontecimiento. El placer en el trabajo es significar para el otro, proponer espacio para ser a aquello que se produjo para dar.

Todas las imágenes son cortesía de los creadores presentes en estos testimonios.

Editado por Marianela Díaz Cardozo.

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Sustrato de creación e investigación. Arte, placer y pensamiento ≈ Substrate for creation and research. Art, pleasure, and thought.