«Anterior», viaje a través de un disco

Por Jordi Santiago Flores (con José Delgado)

Mollusca
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28 min readJun 18, 2023

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Prefacio

Anterior a la idea de la idea, ¿qué había? Quizás la etapa más primigenia del ser humano y su lenguaje. Una etapa asincrónica, pues a pesar de los millones de años que nos separan de las primeras abstracciones humanas, esta etapa primigenia aún la experimentamos al nacer, aunque hoy de una manera groseramente fugaz. ¿Nacemos sin ideas? Es probable, pero pronto el cerebro estimulado se va llenando de lenguaje, de cultura, de concepciones, de ideas.

¿Cómo se hace un viaje a través de un disco? Oyéndolo, y oyéndonos; abriendo el espacio y el tiempo para escuchar, para recibir el mensaje y recordar (del latín re cordis: volver a pasar por el corazón). Esta es, al menos, la manera en que pretendo hacer este viaje por el disco Anterior, de José Delgado.

Este escrito no es una explicación ni un análisis de las canciones, pero va canción a canción, como un itinerario, entrando en cada uno de esos universos y hablando de ellos, o a partir de ellos. Es por eso que, a manera de provocación, el acompañamiento de José Delgado en la originalidad de este texto aparece en el título entre paréntesis, como sospecha o suposición, porque, ¿pudo hacerse este texto sin él? Esa sospecha arrastra una larga y filosófica reflexión sobre el arte y el autor, una disertación que no cargamos en el equipaje de este viaje.

Entonces, ¿no es esta publicación un review sobre el disco Anterior? Sí, también lo es, pues dicho material discográfico, por su profundidad, belleza, ritmos, poesía, ingenio, sentimiento y peso para inscribirse en una tradición de música latinoamericana, nos permite la empresa que nos proponemos: dialogar con una obra de la música de nuestro continente, de una región, un país, una ciudad, Caracas, el contexto donde inicia este viaje de sonidos y apreciaciones que dan sentido a este texto.

Por su naturaleza fragmentada (como ocurre usualmente con un disco de música, que está compuesto por tracks, por canciones independientes) puede leerse este material de forma corrida o saltando entre canciones, pues como ya dijimos, cada texto dialoga específicamente con una pieza. No le miento al lector y le confieso (así como también le ocurre a un disco con sus tracks) que todos los textos están conectados, sin embargo, bien pueden leerse en shuffle, saltando de una canción a otra según sea el gusto de quien lee, o ir leyendo poco a poco sin perder el pulso de lo anterior (guiño).

Para la muerte voy, para la vida voy, tengo mi estrella y mi semilla en lo anterior. Porvenir y origen, vida y muerte, semilla y estrella; ejes aparentemente antagónicos donde lo anterior — parece decirnos este primer verso — es una marca que conduce, identifica y proyecta. Comencemos el viaje hacia ese vértice Anterior.

Canto vuelo

Le escuché decir a José Delgado que incluso después de que compuso este tema, le llevó un tiempo comprender de qué se trata. Jorge Drexler dice algo similar sobre sus canciones. En la pieza “La nieve en la bola de nieve” (2010) dice: [soy] un cancionista que no entiende sus propias canciones [1]. La cercanía esgrimida aquí entre Delgado y Drexler (cantor existencialista) es todo menos forzada, pues si algo tengo que resaltar de Anterior es que es un disco valientemente existencial, singular, ingenioso y agudo que se la juega en pensar las partes que se descubren de la vida. En “Canto vuelo” dice: vuelo para comprender el suelo.

La canción existencial latinoamericana contemporánea viene de una escuela que tiene una raíz visible en el rock argentino: Gustavo Cerati, Luis Alberto Spinetta, Charly García, Fito Páez, por mencionar a cuatro pilares que han sido influencia para muchos artistas latinoamericanos. Me pregunto, hacia el Caribe, ¿dónde está esa escuela? No confundamos la canción de protesta con la canción existencial, esta es: la de un sujeto que se pregunta por su lugar entre los otros y para los otros, una pregunta con más incertidumbres que certezas. Yo, que me pregunto todo como tú, que me creo solo en mi soledad. Se puede pensar que hacia el Caribe el género de la trova nacida en Cuba ha tenido un carácter existencialista, y es acertado hasta cierto punto. Conviene detenerse en esta afirmación.

Silvio Rodríguez definió la figura de un trovador como la de “un poeta con guitarra” [2]. El movimiento la Nueva trova que conocemos (de muchos exponentes, entre los que destacan: Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Sara González, Sergio Vitier, Amaury Pérez, entre otros) surgió de una tradición de románticos cancionistas como José “Pepe” Sánchez (1856–1918) — a quien se le atribuye la composición del primer bolero de todos los tiempos — , Sindo Garay (1867–1968), trovador centenario que escribió más de 600 canciones, y de otros fuertes movimientos musicales como el Filin, surgido hacia finales de 1940 y que tuvo exponentes como “Bola de nieve” y muchísimos otros. La Nueva trova agarró todo lo que pudo de una riquísima tradición de música cubana, que se pierde de vista en una mención.

La Nueva trova surgió hacia finales de los años sesenta con el auge de la Revolución cubana. Aunque más allá de decir que este movimiento abrazó los temas políticos del socialismo, este género de canción fusionó el amor, el romanticismo y la belleza de la primera trova, con la conciencia política, la historia latinoamericana, el antiimperialismo y el anticolonialismo, la identidad local, la autodeterminación del pueblo cubano y la exaltación de su idiosincrasia; temas de fuerza y vigencia.

No obstante, aunque el universo poético de la Nueva trova es muy amplio[3] (y de pronto hallamos una icónica canción existencialista como ¿A dónde van?, de Silvio Rodríguez), la que aquí llamo canción existencial latinoamericana contemporánea (Drexler, Delgado, Lafourcade, Johansen, Hadjis, Rafa Pino, Catalina García, Sr. Presidente, todavía una Andrea Echeverri y una larga y variada lista, pues podemos preguntarnos si es un fenómeno generacional)[4] es en sí distinta de la Nueva trova, ya que retrata otra complejidad: no la de quien enarbola un proyecto político-ideológico sino la de quien se despoja y se redescubre en sus propios pasos, como ya sugerimos, con más incertidumbres que certezas.

Malecón de la Habana, Eduardo Rodríguez.

Un texto interesante del filósofo argentino Marcelo Velarde Cañazares, titulado “Existencialismo y pensamiento latinoamericano: situación y autenticidad”, plantea que si existe algo como el existencialismo latinoamericano, en la historia de nuestro continente este se ha constituido en la reflexión sobre el contexto local, nacional, propio, y su carácter auténtico frente a lo extranjero.

Siendo así, muy a grosso modo podemos pensar que este pensamiento se rastrea desde el proyecto de Bolívar, pasando por la literatura costumbrista, las vanguardias poéticas del Sur a principios del siglo XX, la Revolución cubana, la literatura del Boom (Márquez, Cortázar, Rulfo, etc.), el auge académico de los Estudios culturales surgido desde EEUU, el primer “giro descolonial” (Dussel, Mignolo, Quijano) y la actual intelectualidad latinoamericana descolonial.

Si esta categoría llamada “pensamiento latinoamericano”, según Velarde Cañazares, ha marcado un posible existencialismo auténtico de estas tierras, el filósofo apunta algo que considero valioso:

Su principal dificultad al respecto fue, a nuestro juicio, la misma que tuvo en Europa: cómo articular el acento en la singularidad, en la absoluta libertad de cada cual, con la clarificación de las formas de trazar y de realizar proyectos comunes, con la constitución de sujetos colectivos. Este problema suponía, por un lado, evitar tanto el individualismo burgués paralizado por una angustia escapista; como el compromiso intelectual reducido a una adhesión política que, aunque fundada en una suerte de vocación por la libertad de todos, sin embargo dejara intacta la ambigüedad de otras elecciones posibles y al parecer no menos auténticas.[5]

Lo singular y lo colectivo, el proyecto común (pues lo tenemos, ¿no?) y el deseo propio; en este vértice no esclarecido — en esta “dificultad”, tal como lo tomo en la cita — se planta el manojo de canciones que José Delgado nos ofrece en su disco Anterior. Un disco para vincularnos celebrando la esencia de cada quien, donde el autor mismo empieza por despojarse y entregarse simple, franco, diáfano, sin querer vendernos nada. Hay aquí en este álbum una canción existencialista que ante el marullo, el fracaso, la soberbia, el miedo, la ilusión y el desconsuelo, no busca afianzarse en la certeza sino invitar al encuentro con la desnudez tocada por nuestra propia primera luz.

Anterior

Anterior a la idea del amor, anterior a la idea de Dios… alguna abeja contó secretos al estigma de la flor. El erotismo de esta imagen es fundante. ¿Por qué esa cierta pesadez de la cultura: sus formatos, sus maneras, sus exigencias y correcciones? ¿Acaso cumplir con todos los lineamientos que nos rigen es “el sentido de la vida”? Son preguntas provocadoras pero importantes. Claro que queremos ser parte de la cultura, preservarnos en ella, abonar a ella, aprender de sus bondades, pero sin perder ese punto anterior a la idea de la idea, ese punto de misterio e incerteza; lugar de partida para nombrar, construir, imaginar, dudar, jugar. Al menos esa invitación parece un mejor estímulo que solo cumplir.

Desgranar o deshojar estos versos de José Delgado es encontrarse con la potencia de lo Anterior, algo más grande que el presente, más amplio que la cultura imperante; es encontrarse con la vida, donde el humano es una parte de ese conjunto total, fractal, donde todo lo existente juega un papel (humanos, naturaleza, cosmos, misterio). Este pensamiento nos sitúa aquí y ahora, no urgidos (de dinero, de amor, de placeres) sino enriquecidos, pues podemos ser una agradecida partícula en el devenir.

Estigma de flor, Medina Loh.

Vivimos por amor, esta es una bella premisa. Para quererte hoy, para abrazarte hoy, para mirarte, para escucharte y corresponder a tu amor. Los afectos, el cariño, la energía del amor y ese erotismo que estamos invitados a dejar fluir, a no contener, a usarlo como vehículo de exploración personal y como puente que nos comunique con otros puentes, otros erotismo, como la abeja y el estigma de la flor.

Se pueden sentir momentos de plenitud en la gratuidad de contemplar. Cantamos porque la gracia de un abejorro. Preservamos y exaltamos la vida porque tenemos un cuerpo que siente y reconoce el placer como un bien-estar. Vivimos porque la miel, porque el olor del jazmín. Un placer no captado enteramente por la cultura, por el que no hay que pagar obligatoriamente, que no está en las listas de deseos en boga. ¿En dónde está ese placer liberador y gratuito? Busquemos en la simpleza de todo lo que nos rodea, en las posibilidades del cuerpo.

Entiendo en el mensaje de José Delgado que ir a lo anterior es liberarse del condicionamiento del “tener” y proyectarse en el “ser/estar”, podríamos preguntarnos, ¿qué necesita un cuerpo para hacer música? Una posible respuesta es: solo movimiento.

En una gota de agua

Esta canción es una gota de agua, en sí misma lo contiene todo. Es una pieza ingobernable filosóficamente como para decir: ahí hay un pensamiento spinoziano (de Baruch Spinoza, 1632–1677), a quien se le atribuye la idea más radical de que Dios y todo lo creado son naturaleza que persiste en estado de “intención” (naturaleza en un sentido material y espiritual), el llamado “panteísmo”. También sería innecesario afiliar el mensaje de esta canción con el hedonismo de Epicuro (341–270 a.C.), quien entendía que la única verdad posible para el ser humano es la que este puede constatar en la experimentación con la naturaleza, palpando la vida donde toda la vida se halla. En mi modesta opinión, esta canción reúne el mensaje que he leído, de forma compleja y atolondrada (de difícil decir), en algunos aspectos de las obras de estos mencionados filósofos. Oír con atención esta canción es suficiente. Escuchemos.

Ensombrar

Cantar lo que ha de asombrar, con luces incandescentes, con trucos ya decadentes, más que cantar es cansar.

Félix Lope de Vega, ícono del Siglo de Oro español, decía que “las décimas son buenas para las quejas” [6]. Con esto explicaba que así como el soneto está bien para los que aguardan, los romances para las relaciones, para el amor las redondillas, los tercetos para las cosas graves, y las octavas para lucir por extremo; las décimas se usan usualmente para la protesta [7]. ¿Será en parte por eso que la décima fue la forma métrica que se instaló en toda América con la colonización española? Este “punto y llanto”, género musical del folklore del Edo. Sucre, en Venezuela, al que José Delgado le pone letra, nos abre un baúl interesante para escarbar en el alma sonora de nuestro continente.

Entre varios tipos de estructuras decimistas (que varían según el poeta que le dio rigor), la décima que llegó a América fue la popularizada por el malagueño Vicente Espinel. Esta décima se caracteriza por tener 10 versos de 8 sílabas, con estructura métrica: a, b, b, a, a, c, c, d, d, c, esto quiere decir que el primer verso rima con el cuarto y el quinto, el segundo con el tercero, el sexto con el séptimo y el décimo, y el octavo con el noveno.

El mencionado cantautor uruguayo Jorge Drexler, quien se describe a sí mismo como un freak de la décima latinoamericana, explica, de manera precisa, la importancia y la presencia de la décima espinela en la América hispana, región donde permanece vigente pues en España ya no existe, “se extinguió; hace un par de siglos que no se practica a nivel popular”, dice Drexler [8]. Este señala que en América latina, desde México hasta Chile permanece vigente la décima espinela (con variaciones más estéticas que métricas, es decir, más del orden de la música que de la rima).

Tiene más de 20 nombres diferentes — señala el cantautor — , “Son jarocho, en México; Canto de mejorana, en Panamá; Galerón, en Venezuela; Payada, en Uruguay y en Argentina; Repentismo, en Cuba; Décima peruana, en Perú”. Estos son solo algunos ejemplos de un tema folklórico intensamente estudiado, con investigaciones muy prolijas y documentadas sobre la décima latinoamericana. En Venezuela, la investigación de Efraín Subero publicada bajo el título La décima popular en Venezuela [9], es capital. Se puede decir que Subero ratifica lo puntualizado por Lope de Vega con respecto a la función política de la décima, dice:

Por vía oral o en pliegos impresos, los españoles nos traen las décimas. En México se ha podido determinar exactamente este fenómeno analizando las relaciones de los barcos. Muchas veces a través de las décimas transportadas a América se hace labor de proselitismo político. La inquisición actúa en México. Y el acicate de la clandestinidad hace que se propaguen con mayor eficacia. Pero las naves españolas arriban a diversos puertos. Es lógico imaginar entonces que se haya repetido con frecuencia lo que con tanta fortuna han podido determinar los estudiosos mexicanos.[10]

Desde este hilo que introdujimos con Subero continuemos para volver al aporte que hace Drexler en su breve y performático recorrido por la décima[11]. El cantante se pregunta cómo, a pesar de lo compleja de la estructura de esta décima espinela, ¿cómo ha perdurado por más de 400 años de manera exacta en el acervo popular de todo un continente hispano? La respuesta es: la musicalidad.

“Una coreografía del sonido de la décima”, plantea, es lo que nos ha permitido aprenderla, más allá de tecnicismos y formalidades gramaticales. Es una marca sonora en el cuerpo de todos los que hemos nacido en Hispanoamérica (incluso en Norteamérica, si nacimos de padres latinoamericanos y hemos escuchado la música popular de sus tradiciones). La vía nuestra sonora, no es nuestra porque sea la única asignada sino porque está en lo anterior.

Reflexionar sobre la tradición para hablar desde el presente, de manera singular, parece esencial para construirse una voz. Esta es una línea que encontramos prácticamente en toda la obra de José Delgado, un fuerte arraigo en las formas tradicionales y una apertura genuina hacia otras expresiones sonoras de su presente, una época que es suya y nuestra.

De la infranqueable quimera, donde están nuestras raíces. Parece curioso que la tan soñada integración latinoamericana, que en las grandiosas ideas de Francisco de Miranda abarcaba incluso desde el Misisipi hasta la Patagonia, y que la mezquindad y el delirio han hecho inviable políticamente de forma sostenida para el beneficio de los pueblos latinoamericanos; la música y la poesía sí lo hayan logrado.

La integración sonora latinoamericana está en las numerosísimas formas de la décima espinela, pero también en ritmos como la cumbia que — aunque este apunte rítmico merece un comentario aparte — se extiende desde el sur, pasando por Colombia hasta llegar a México. Un cantautor como Kevin Johansen, nacido en Alaska y tan argentino como Gardel, es una expresión de esa integración musical (su canción Guacamole podría ser un soundtrack de una épica no consumada con charreteras sino con instrumentos y voces). Johansen y Delgado — oportuno recordar, y tal vez presentar — hacen juntos una maravillosa versión de Coffe and Tea, canción de Delgado. Podemos verla como quien, durante el viaje, separa momentáneamente la vista de la ventana y mira al interior del tren, contemplamos, y luego volvemos a girar la mirada hacia la ventana.

Pasaremos

¿Qué conforma la vida humana? Esta es, seguramente, la pregunta más insondable de todas y, sin embargo, sí hay una respuesta certera y estremecedora: todo lo vivo, muere; animal, vegetal o humano, muere. Nada se detiene y uno va pasando. Desde la conformación de las primeras comunidades humanas el hecho de la muerte no deja de producir sentidos (historias, mitos, religiones, literatura, ciencia, supersticiones, filosofía, cantos…). Georges Bataille dijo que el nacimiento del arte puede rastrearse en las pinturas rupestres descubiertas en Lascaux (Francia), apenas en 1940, unas grutas que datan de 17.000 a 18.000 años a.C. [12] Es interesante el planteamiento de Bataille porque en cierta medida tiene que ver con la muerte y, definitivamente, con lo anterior.

Entre tantas maravillas — o milagros, como se refirió Bataille a la presencia de esas imágenes rupestres — , una muy especial tiene que ver con la pintura de un hombre frente a un bisonte, ambos en la frontera entra la vida y la muerte. El bisonte está atravesado por una lanza y derrama sus entrañas, está muriendo, y el hombre yace petrificado, contiguo al animal, con sus instrumentos caídos a un lado. Hay muchas hipótesis sobre el estado de ese hombre, no se sabe si está muriendo, si ya está muerto, si está herido o — una de las conjeturas más interesantes — es un chamán que está en trance frente al animal sacrificado (el hombre tiene máscara de pájaro y posee una erección; sí, una erección).

Escena del pozo, cueva de Lascaux. Fuente: Algargos: arte e historia

Lo más interesante es que, entre las miles de pinturas asombrosas, por bellas, de esta cueva (todas son de animales y herramientas de caza, dicen los expertos que este podría haber sido un sitio mágico religioso para invocar con la pintura la buena caza), esta imagen enigmática del hombre es la única que corresponde a la de un ser humano. Esto ha llevado a pensar a muchos estudiosos que se trata de una de las primeras pinturas que reflexiona, como lo hace una obra de arte, sobre la muerte y la vida.[13]

Independientemente de si el arte nació en Francia o en España, concepto, por demás, el del arte, de raíz occidental, lo que me interesa destacar es la antigüedad de la indagación artística sobre la muerte. En América, estudios dicen que pudieron haber habitantes hace 23.000 años o más [14], y de hecho, en la Amazonía colombiana se descubrió, a finales de 1980, el mayor y más antiguo hallazgo de pinturas rupestres indoamericanas con antigüedad de 12.500 años, impresionantes murales de hasta 150 metros de largo y 10 de alto (se estima que los indígenas construyeron andamios para realizar la obra) y más de 75.000 imágenes rupestres solo en la región amazónica de Chiribiquete (Colombia). No en vano ciertas opiniones — algunos dirán, con tinte neo-colonialista — llaman a este descubrimiento la “Capilla sixtina” de la Amazonía. [15]

No paramos de partir desde que llorando llegamos, condensa José Delgado en este verso sobre la vida y la muerte (una apreciación sonora esa de llegar llorando). Sheroanawe Hakihiiwe, artista del pueblo indígena Yanomami, cuya obra resplandece en la actualidad, habla sobre nombrar lo vivo (y no nombrar lo muerto). Esta reflexión, absolutamente profunda, la recoge la investigadora Noraedén Mora Méndez en un diálogo con el artista, Hakihiiwe dice:

Nombrar lo vivo, lo muerto ya no se puede nombrar, pero animales sí se pueden nombrar: mono, oso, todo eso. Lo que está vivo se puede nombrar. Y si yo tengo mi perro y muere ya yo no puedo nombrarlo porque si yo nombro a mi perro muerto, mi mujer, mi hijo van a llorar. ¡Ay! porque sienten y lo querían mucho y era ya totalmente familia. Perro, es un perro, pero es familia. [16]

Mora dice que esta negativa de nombrar lo muerto no implica un olvido, sino quizás un afianzamiento de que lo vivo conforma un valor especial, “es familia”: animal, vegetal, humano; lo vivo es familia. Los afectos, es un tema que atraviesa la compleja relación humana que tenemos con la vida y la muerte. Pasaremos es una canción sobre los afectos. Alejándo-nos-acercamos sin sabernos entrelazados, juego casi invisible al oído que hace José Delgado en este verso (alejándo-nos-acercamos, lo escribe así en la letra de la canción), y que, en efecto, muestra ese vaivén, ese ir y venir, no solo que se da en la vida y la muerte sino en el corriente de la vida misma: estamos aquí, cerca y lejos, entrelazados con consciencia y sin ella. Vivimos vinculados.

Pasaremos, esa suerte de mantra ambiguo que se repite moviendo sus perspectivas, y dice: pasa, pasando, pasamos. ¿Qué nos quiere decir este mantra? Es ambiguo porque pasaremos refiere a moriremos, pero también Delgado usa esa expresión en su canción como una afirmación de lucha en el presente: para comenzar, pasaremos, para festejar, pasaremos, para hacernos cargo, pasaremos. Es también un punzante análisis crítico de nuestro tiempo, y un poco de cualquier tiempo: aduladores, pasando, estafadores, pasando, todas las pestes, pasando, contradicciones, pasando, migraciones (…) generaciones (…) civilizaciones, pasando. Todo está pasando, y pasa. ¿Se lucha en la vida para no desfallecer?

Pasaremos tiene un corte que divide la canción, absolutamente perceptible donde entra esa suerte de marcha (el aguacero, pasando), y detonan esos violines que nos inundan de energía, de ánimo, de fuerza de lucha para atravesar la vida. Sin documentos, pasaremos (…) y las cadenas, pasando, las romperemos, pasando. Es hermosamente compleja esta canción, que nos habla de los vínculos que nos atan, del amar, de vivir y morir, de tener presencia ante una humanidad que se mira los zapatos, por eso este recorrido nos llevó bastante anterior (hace 23 mil años atrás), porque el mensaje en esta canción nos expande la vida.

Pinturas rupestres de Chiribiquete (Colombia). Foto: Diana Sánchez. AFP

Lo que da razón al diente

Entre el cielo y la tierra está el perol de la basura. Eso parece que lo sabe bien José Delgado (quien en otro disco dice: llévate la basura, por favor, y jamás me olvides). Es probable que nos toque interpretar en los textos de alquimia esa ineludible condición de la existencia humana: la de arreglar la gotera del fregadero, acomodar la manguera, mantener vivas las plantas, lavar la ropa, tenderla, fregar los platos, lavar el baño, barrer la casa, cuidar a la familia, atender las mascotas, mantener el carro, hacer ejercicio, darle placeres al cuerpo, tener amigos, HACER EL MERCADO, etcéteras.

En esta canción, Delgado cita uno de los principios de la unidad del Todo, dado a conocer en la Tabla Esmeralda: como es arriba es abajo, como es adentro es afuera. Esta expresión es atribuida a Hermes Trismegisto, personaje mítico de la Antigüedad egipcia y autor de influyentes filosofías alquímicas y esotéricas, también astrológicas. La Tabla Esmeralda fue develada por primera vez en fuentes árabes medievales hacia el año 650 d.C. y para los seguidores de esta corriente hermética, sus preceptos clarifican las leyes universales que organizan todo el cosmos, son principios metafísicos.

Valiéndose de la versificación popular, el cantor dice: como es arriba es abajo, como es adentro es afuera: eso lo dice cualquiera y cómo cuesta trabajo. Porque por más artistas, filósofos y metafísicos que seamos, ¿cómo vivir sin responder a todo o casi todo lo que demanda la vida cotidiana? Cómo cuesta trabajo ocupar la cabeza y el cuerpo en otra cosa que no sea en mantener el “día a día” en orden. Es contundente este verso: el reloj marca la hora, el tiempo parece lento, mejor buscar bastimento para vivir el ahora. Vivir el ahora a veces parece un gran reto, cuando el tiempo no alcanza para filosofar y hacerse del bastimento (sinónimos de bastimento: abastecimiento, suministro, provisión, sustento). ¿Cómo resolver este dilema? Hacer arte, filosofar y obtener el sustento, es un tema esencial para quienes obramos en este oficio.

Habrá que hacer como Yustardi Laza, que se metió a conuquero, y con la tierra se acompasa afinando el instrumento, para el alma sustentar porque te pone a cantar con profundo sentimiento. Hacer arte y compartirlo implica un gran esfuerzo, un empuje íntimo y también un amor hacia el prójimo porque, por más que apriete la vida cotidiana, por más que los asuntos pendientes parezcan inagotables (y nos agoten), no olvidemos que en la vida, no es solo mascar comida lo que da razón al diente.

Tabla esmeralda, en Amphitheatrvm sapientiae aeternae, solivs verae (1609), de Heinrich Khunrat

Maya Guacamaya

¿Qué se necesita para hacer una rumba musical que incluya humanos, animales y frutas? La voz de José Delgado dice “yo misma soy”. Agarra el trovador su guitarra y nos alegra con un tema que suena por todos lados. Las cuerdas inquietas “bossean”, sonean y las descargas animalísticas — guacamayísticas, más concretamente — estremecen con su quebrada melodía; los “solos de boca” como de la Dimensión Latina.

Esta canción juguetona tiene el sello de José Delgado, para quien el juego vocal y sonoro tienen siempre un lugar central, un swing representativo de sus universos poéticos. ¿Qué hay en lo lúdico del habla y del canto sino una vuelta a lo anterior?

Lo anterior del balbuceo del infante que aún no sabe decir palabras, y que luego con el crecimiento irá aprendiendo hasta cierto punto, y de adulto — si no se “guacamayiza”, es decir, juega con los sonidos de su cuerpo — perderá la práctica de ese balbuceo que nombra lo desconocido, lo que no logra decirse, lo que sale del cuerpo como tristeza o como fiesta o como energía pura. Ese balbuceo, juego de la voz, es el germen que nos da acceso a los humanos a la mímesis de lo animal: preciosa ofrenda porque es también nuestro origen y es el animal copartícipe de nuestra existencia.

La voz del “hablante-música”, quiero llamarla así para señalar que es la voz de cualquiera, cantante y no, porque la condición de seres hablantes nos hace entidades sonoras, ¿o acaso no nos damos cuenta de que las palabras se emiten como sonidos? El habla es una encadenación de sonidos que se diferencia de la música por los principios que la rigen. Aunque esta afirmación da para una amplia e interesante discusión, podemos puntualizarla diciendo que la música se debe a patrones cíclicos (melódicos, armónicos, rítmicos) que se hacen para conformar un ambiente sonoro en particular; y el habla común, aunque tiene ritmo y melodía, su estructura está determinada por la linealidad y la finalidad de la comunicación: usamos el habla para comunicarnos técnicamente en los requerimientos de la vida cotidiana.

Este esfuerzo de teorizar sin querer enturbiar nuestro viaje, es porque el término hablante-música (escrito así: una sola palabra unida por un guión) plantea que la música, el habla y el sonido están presentes en todos los cuerpos [17]. Este concepto da vida a una investigación que así como este “viaje al centro de la tierra” (o a un costado) del disco Anterior, de José Delgado, me ha estimulado a realizar otros abordajes con artistas cuya obra invita a explorar lo sonoro, la voz, el lenguaje y las emociones.

Volviendo a Maya, ¿nos animamos a jugar con el habla a ver qué pájaro nos sale de la boca? ¿Cómo haría un tucán, por ejemplo?

Semblanza

Una semblanza es un testimonio profundo de la vida. Detengámonos un momento en esta bella palabra.

Semblanza es sinónimo de biografía, de carrera, de ficha histórica de una persona; pero tiene una peculiaridad que la diferencia de estos términos y le da un brillo especial: según su definición formal, es una descripción que no ahonda tanto en cifras históricas sino que señala algo del carácter o la personalidad del individuo rememorado. Es interesante porque, si se quiere, apela a la humanidad, a la subjetividad, a la “manera de ser”, a la singularidad, el estilo; en suma: a las complejidades psicológicas que hablan de alguien en su paso por la vida.

Otro sinónimo de semblanza podría ser currículum vitae, pero este término (que en latín significa “carrera de vida”) suele usarse para exponer méritos en el orden laboral, académico, personal. Sabemos que convencionalmente el CV se usa para demostrar logros y hazañas que nos exaltan y nos promocionan. En todos los casos tiene la finalidad de ofrecerse en el manejo de habilidades para ser captado (contratado, asimilado) por otra persona. La semblanza, ya vemos, no es un CV porque la personalidad y el carácter significan mucho más que decir — como muchas veces se anexa en estos documentos — “actitud proactiva y habilidad para el trabajo en equipo”.

Una semblanza, y más vívidamente una autosemblanza (hecha por una persona sobre sí misma), ofrece la posibilidad de abrirse a contar las hazañas, sí, pero también las derrotas, los tropiezos, las debilidades, los aprendizajes y las “heridas de guerra”. Una semblanza franca coloca en las cuentas que suman también las pérdidas. No siempre queda menos si se resta.

Gracias a una mentora, Eleonora Cróquer, conocí un texto del gran teórico crítico Walter Benjamin, un escrito titulado, casualmente, Curriculum Vitae. Se trata de una carta que éste envía — en 1934, por intermediación de Bertolt Brecht — al Comité Danés para la Ayuda de Refugiados, presentando algunos de sus logros en el campo intelectual y científico, con la finalidad de recibir apoyo, económico o laboral (o de cualquier tipo) por parte de dicho ente escandinavo. Esta carta de méritos — Cróquer nos ayudó a sus alumnos a ver — , en verdad es una estremecedora semblanza.

Un año antes de enviar esa carta, Benjamin debió huir de Alemania, su país natal, por persecución de los nazis. Huyó a Francia y se estableció en París. En la propia carta cuenta que le fue imposible cargar con los elevados costos de vida de esa ciudad y debió marcharse buscando otro rumbo, aterrorizado, pues nunca (hasta que decidió acabar con su vida) dejó de estar asediado por los nazis. Al comienzo de este Curriculum Vitae, Benjamin dice: como apoyo y fundamentación del ruego que al final de esta carta me permito dirigirles, les comunico a mi respecto las informaciones siguientes [18]. Así despliega un abanico de importantes hazañas y de proyectos que debieron pausarse, pues el brutal contexto hizo imposible su consecución.

Este particular CV expone el empuje del autor, marcado por la dificultad de su tiempo. No es dicho documento una seguidilla de skills o lo que solemos enlistar en un curriculum, hay, al contrario, un testimonio que permite sentir la sensibilidad y la templanza, el carácter de esa persona que da cuenta de quién ha sido. Ese “ruego” que hace al final de la carta dice: Me he permitido exponer a su Comité estos hechos con la esperanza de que les sea a ustedes posible aliviar en algo mi actual situación [19]. Walter Benjamin se suicida seis años después en Portbou, España, un hecho que no deja de conmovernos porque muestra la fragilidad humana ante el azar (si tan solo Benjamin hubiese soportado unos días más).

¿Por qué es importante hacer, en algún momento de la vida, una semblanza personal? Porque quién sino nosotros mismos podemos relatar nuestra existencia, nuestras complejidades, nuestros miedos y conquistas. Entre gentes nos leemos, tenemos ideas y apreciaciones, opiniones y prejuicios sobre la alteridad, es decir, sobre las demás personas; pero nadie como uno mismo para exponer sus posturas, sus maneras — no tanto de pensar sino — de sentir, de vivir, de experimentar la vida. Una semblanza para contar que tampoco tiene perlas quien no nada.

Portbou, España.

Liberen a Prometeo

Volver a lo anterior ha de ser para José Delgado, supongo, volver a publicar en un álbum esta canción. Liberen a Prometeo, salida a la luz hace 11 años en su disco «Rueda libre», es una obra de arte. Estoy seguro que es una opinión que otras personas comparten conmigo. Sin retórica: es una canción magnífica, potente, que te pone a bailar y encanta por su ingenio. Si bien es cierto que el tema es del género folklórico joropo tuyero (o “Aires de joropo tuyero”, como se lee en la descripción del video oficial), esta pieza es absolutamente singular, en su interpretación vocal, en su temática y, aunque no soy un conocedor de este género, es probable que también en la manera en que José Delgado la toca con su guitarra; nuevamente: una algarabía de sonidos.

En este álbum Anterior, la pieza es interpretada con “arpa, maraca y buche”, como se dice que es la formación tradicional del tuyero (arpa, maraca y voz). El tañer de las cuerdas la hace magistralmente Yustardi Laza, y el tema adquiere en esta edición un matiz que suena más tradicional al oído. Solo las aves lo escuchan, liberen a Prometeo.

El planteamiento de esta canción, que funde la mitología griega con la sonoridad y representación del imaginario nacional, nos coloca nuevamente ante el humanismo radical. Prometeo, quien traicionó a los dioses del Olimpo para enseñarles a los humanos el secreto del fuego, se le conoce como el protector de las civilizaciones. Gracias a él los seres humanos pudimos obtener la energía vital para potenciar nuestra vida y erigir nuestros dominios. Acceder al fuego es, ya no digamos mitológicamente sino, veraz, fáctica, realmente, quizás el primer gran hallazgo científico del desarrollo humano. Se estima que la especie humana domina el fuego desde hace 400.000 mil años.

¿Y qué hemos hecho con el fuego? Es una pregunta para reflexionar en este momento de nuestra especie, ante una crisis climática que tiene en puertas la sexta extinción masiva (la última ocurrió hace 65 millones de años, cuando se extinguieron los dinosaurios), siendo esta que no amenaza hoy el primer declive causado por los seres humanos y su impacto en la biosfera [20]. Ni hablar de la desigualdad social, la pobreza que mina cada vez más espacios humanos, ya no solo predomina la constante precariedad económica del habitante africano, sino que esta precariedad tiene tomada la realidad económica de la mayoría de las sociedades, cuyas riquezas monetarias se distribuyen en contadas y personales arcas.

¿Para eso Prometeo nos enseñó a usar el fuego? En un sentido personal y sutil — pero con magnitud, si queremos verlo — hay un mensaje en toda la propuesta del disco Anterior, de José Delgado. Volver a lo anterior para revisarnos, para recomenzar con lo que aún es posible, para no olvidar de dónde venimos ancestralmente, de lo que somos capaces. El propio gesto de constituir un disco con guitarra y voz (y sí, toda la tecnología que permite hacer un disco y difundirlo, pero consideremos esto) en una época donde parece que decir música es igual a decir tecnología, equipos y recursos; es para avivar la pregunta: ¿en verdad, qué necesitamos para hacer música?

Al final, esta canción, Liberen a Prometeo, que ha abierto en la carrera de José Delgado tantos caminos, es la canción que cierra este viaje a través de un disco, Anterior. Culmina con la imagen de un Prometeo tuyero, pegado a una silla, en un terraplén entre chivos (¿en los Valles del Tuy?), que animado por la música se levanta a bailar y zapatea. Solo las aves lo escuchan, liberen a Prometeo. ¡Suéltenlo, pues!

Fotograma del video oficial de Liberen a Prometeo (2014)

Notas y referencias

[1] Cancionista. 1) Persona que compone canciones y a veces también las canta. Diccionario del español de México. 2) Término en desuso surgido en la primera década del siglo XX en Argentina, para referirse a las mujeres cantantes de tango, extendiéndose el término también a otras intérpretes del folclore, como Mercedes Sosa, por ejemplo. Wikipedia.

[2] Recuperado de: https://www.ecured.cu/Anexo:Trovadores_cubanos#Galer.C3.ADa_de_trovadores

[3] Hablamos aquí del movimiento Nueva trova, y no de la trova actual, la de los días que hoy transcurren, pues aunque en la historia de este movimiento no ha habido un cierre, un fin (de hecho, Silvio Rodríguez, uno de los principales exponentes originarios de la Nueva trova sigue haciendo canciones), los tiempos han cambiado y los nuevos trovadores han venido incorporando nuevas estéticas y también, seguramente, nuevas éticas, nuevas reflexiones, nuevos planteamientos. Como este es un campo amplio, me refiero en este texto solo al fenómeno de la Nueva trova que emergió a mediados de siglo XX y al menos hasta hace unas décadas transitó por todo el mundo, siendo una fuente de inspiración para la canción política y humanista.

[4] En una conversación con José Delgado, él me planteó esta lista de referentes históricos de la canción existencial latinoamericana: Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra, Alfredo Zitarrosa, Fernando Cabrera, Ñico Saquito, Enrique Santos Discépolo, Otilio Galíndez, Luis Mariano Rivera, Alberto Arvelo Torrealba, Chabuca Granda. Llegamos al punto de que, entre tanta música que hicieron estos astros, se podría intentar una antología. Por ejemplo, una antología de voces femeninas de la canción existencial latinoamericana podría ser especialmente interesante en este contexto -suena asomboroso decirlo, pero es cierto- de descubrimiento de la mujer.

[5] Marcelo Velarde Cañazares. Existencialismo y pensamiento latinoamericano: situación y autenticidad. Recuperado de: www.corredordelasideas.org

[6] Lope de Vega (1609), Nuevo arte de hacer comedias. Recuperado de: https://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/septiembre_10/28092010_01.htm

[7] Ídem.

[8] Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=C2p42GASnUo

[9] Subero, Efraín (2010 [1977]). La décima popular en Venezuela. Fundación Bigott: Caracas.

[10] Ídem. Pág. 39

[11] Recomiendo ver esta charla TED realizada en el 2017, pues Jorge Drexler, sin hacer ninguna gala de académico ni experto, hace una explicación agudísima y clara sobre la décima, valiéndose de la música, el performance, la oratoria y una chispa artística; todo esto hace que su breve alocución transmita un contenido muy valioso. La charla puede escucharse aquí: https://www.youtube.com/watch?v=C2p42GASnUo

[12] Bataille, Georges (2003 [1955]) Lascaux o el nacimiento del arte. Alción Editora: Buenos Aires.

[13] Julián González Gómez, Universidad Francisco Marroquín. Recuperado de: https://educacion.ufm.edu/escena-del-pozo-cueva-de-lascaux-pintura-rupestre-hacia-17000-15000-a-c/

[14] National Geographic. Recuperado de: https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/seres-humanos-pudieron-llegar-a-america-antes-que-se-pensaba_17361#:~:text=Hasta%20el%20momento%2C%20las%20estimaciones,hace%2013.000%20y%2020.000%20a%C3%B1os.

[15] Para leer sobre la “Capilla sixtina de la Amazonía”, se recomienda: https://www.rfi.fr/es/programas/grandes-reportajes-de-rfi/20210809-viaje-a-la-capilla-sixtina-de-la-prehistoria-en-el-coraz%C3%B3n-de-la-amazon%C3%ADa-colombiana Se recomienda también este artículo sobre el tema. https://www.xlsemanal.com/conocer/arte/20190104/pinturas-rupestres-mas-antiguas-colombia-amazonia.html

[16] Texto de sala de la exposición individual “Parimi Nahi” (2022), de Sheroanawe Hakihiiwe, en la galería ABRA Caracas https://www.abracaracas.com/exposicion/parimi-nahi-sheroanawe-hakihiiwe/

[17] Se podrá pensar a simple vista que no todos los cuerpos emiten sonido, pensando en las personas mudas, digamos, pero la verdad es que ni la mudez ni la ausencia de cuerdas vocales impiden que un cuerpo pueda emitir sonidos, esto está ampliamente comprobado por la ciencia. Todo cuerpo es sonoro.

[18] Benjamin, Walter (2000 -1934) Curriculum Vitae. En Discursos interrumpidos. Buenos Aires. Pág. 197.

[19] Ídem.

[20] Respecto a la sexta extinción masiva recomiendo leer este artículo https://www.worldwildlife.org/descubre-wwf/historias/que-es-la-sexta-extincion-masiva-y-que-podemos-hacer-al-respecto. Se encuentran al alcance del internet bastantes investigaciones serias relacionadas al tema, todos deberíamos informarnos.

Sobre el autor del texto:

Jordi Santiago Flores Es un investigador independiente. Sus trabajos se desplazan en un eje que cruza psicoanálisis, estética y política, siendo el marco del arte como expresión discursiva y existencial su aparato de aproximación analítico. Es el creador y editor responsable de la investigación Hablante-música, una búsqueda sobre el cuerpo, el lenguaje y el sonido. En esta línea ya ha publicado algunos otros trabajos en este magazine.

Sobre el autor del disco:

José Delgado. Tiene más de 17 años dedicado a la creación de canciones. Alimenta su propuesta con géneros de la música popular tradicional venezolana y caribeña, elementos que le dan una particular identidad propia y que le han permitido convivir entre distintos géneros musicales como el pop, el folklore, la canción de autor, el world music, entre otros. Su discografía principal comprende títulos como: La ventana (2005), Canciones y poemas (2008), A pedal y bomba (2010), Rueda libre (2012), Sesiones en el Bolívar Hall Vol 1. (2016), Algo (2016), Callejeando (EP, 2022) y recientemente Anterior (2023).

Hablante-música es una Línea de búsqueda orientada por tres nociones de interés: cuerpo, lenguaje y sonido. Esta investigación se mueve en un ámbito de exploración de la musicalidad y rítmicas del cuerpo, la voz y la emisión del habla, la percepción sonora de las palabras y del entorno, el movimiento estimulado por la sonoridad y otros tejidos relacionados.

En Mollusca defendemos la libertad de la palabra, por eso publicamos voces genuinas que sean responsables de su decir.

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Sustrato de creación e investigación. Arte, placer y pensamiento ≈ Substrate for creation and research. Art, pleasure, and thought.