Armando Rojas Guardia: la última entrevista

Conversación con Jordi Santiago Flores

Mollusca
Mollusca
11 min readApr 13, 2024

--

Paisajística china. Tríada río, nube, montaña.
Paisajística china. Tríada río, nube, montaña.

I. Conocer a un loco

Al poeta Armando Rojas Guardia lo conocí por un premio. Fue una gratificación haber estado entre los ganadores del primer Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas (2016), y más aún, que un sorteo inesperado posterior a la selección, cuyo nuevo premio era un taller de creación que se otorgaría a los ganadores para trabajar en grupos diferentes con dos distinguidos poetas venezolanos, me haya dejado del lado de Rojas Guardia ¿Suerte?, o puedo decir, invocando la fe cristiana sensualista y total de este poeta, que el Dios de la intemperie me dio lo que deseaba.

A Armando lo leía desde mucho antes de conocerlo, fascinado por la musicalidad perfecta de sus versos como medidos con una métrica todo menos estanca, más bien vibrante, hedonista y barroca, eco trémulo del mismo gemido exhalado por Sor Juana Inés de la Cruz en el arrobo que fue su vida; de esta raíz es su cántigo. Otro estímulo me movía a desear conocerlo: era un loco, y yo un aprendiz de psicoanálisis. Sabía que él fue paciente psiquiátrico en varias ocasiones, y había escuchado también, entre voces del circuito de la poesía en Venezuela, eventos estremecedores de brotes psicóticos de Armando que habían complicado su estabilidad de forma muy notable. ¿Cómo sería conocer a ese sujeto, admirado y… temido? [1]

Llamar loco a esta apreciada luminaria no me parece una osadía. Recuerdo el impacto que me produjo un cortometraje realizado por Manuel Guzmán Kizer en el año 2009, titulado Locura, en donde el mismo Armando Rojas Guardia muestra las instalaciones del psiquiátrico de El Peñón en el que estuvo hospitalizado en tres ocasiones, para el momento de la filmación, una casa abandonada, sucia, tétrica y oscura: una “cárcel”. Dice Armando en el micro: “el loco en nuestra sociedad, no solo está marginando sino encerrado policialmente porque se supone que no es un sujeto productivo económicamente”. Ese hospital psiquiátrico dio lugar al conjunto de poemas que Rojas Guardia agrupó con el título “La desnudez del loco”, en el que, con ritmo, pericia y delicia del lenguaje, pero con estremecedora crudeza, narra el maltrato médico-carcelario dirigido a los cuerpos vulnerables y vulnerados de los pacientes, escrito desde su propia experiencia. A continuación, fragmentos del poema:

La hora de bañarse era a las doce.

Bajo la ducha todos, uno a uno.

Las paredes: amarillentas, desteñidas (…)

Nos desvestíamos con prisa (El enfermero

conminaba a hacerlo de ese modo.

Juntos y desnudos ante los cuatro grifos

de los que brotaba la ancestral terapia

aplicable en estos casos: agua fría (…)

Nuestros pies

chapotean en los pozos que las grietas

del piso hacen aflorar en torno a ellos

y un asco en flor asciende hasta la boca:

náusea del agua corrompida que pisamos,

de esos viscosos charcos, de la humedad

pringosa, de olor a orina, de las losas sucias,

asco de tanto desamparo genital

en el centro nítido del cuerpo (…)

El almuerzo aguardaba (la comida

era tomada con las manos: los cubiertos

podían significar intentos de suicidio).

Y esa ración de cárcel en los dedos

venía a ser otra manera, avergonzada,

de ser siempre observados

— ahora ridículos, asiendo

un puñado de arroz con la torpeza

del que no se habitúa a comerlo de ese modo — (…)

No, nunca fue fácil vivir para nosotros.

Llenos de nuestro metafísico estupor,

nuestra disonancia ante la ley,

nuestra subversión vocacional,

nuestra manera tangencial, oblicua,

de ser miembros de la especie,

nuestro seguimiento metafórico

— cubiertos por una única sábana precaria

en las alucinaciones, el delirio,

la depresión, las fobias, la manía —

de aquel de quien se habló de esta manera:

está loco de atar, ¿por qué lo escuchan? (Jn 10, 20)

y más cruelmente todavía:

sus parientes fueron a echarle mano,

porque se decía que no estaba

en sus cabales (Mc 3, 21) (…) [2]

Armando Rojas Guardia. Foto: Vasco Szinetar

II. La lucidez fulgurante

“La poesía es pensamiento analógico y simbólico, estructurado musicalmente”. En mis años de lectura sobre el hecho poético me he encontrado con que no son muchos los poetas que se aventuran a esgrimir una definición certera, casi operativa, de la poesía. ¿Qué es la poesía? Esta lúcida definición que abre el párrafo es la propuesta argumentada y lógica de Armando:

Es pensamiento, porque no es un mero impulso irracional, no es un efluvio subjetivo, la poesía es pensamiento porque implica otra manera de percibir la realidad y procesarla.

Es pensamiento analógico porque tiene como vehículo fundamental la metáfora que es esa relación analógica entre objetos distintos.

Es pensamiento simbólico porque la poesía procrea símbolos y se nutre de ellos, de esos símbolos que no son otra cosa que objetos que actúan en representación de otro u otros objetos.

La poesía es todo eso [esgrimido anteriormente] estructurado rítmica y musicalmente, no hay poesía sin ritmo y sin música. [3]

Esta argumentación la escuché de su propia boca el día que lo conocí, ¿se pueden imaginar?, ese sujeto me otorgó lo que siempre se me había hecho esquivo desde la palabra del Otro: un concepto guía y terreno, incluso pedagógico, de lo que se supone que es la poesía, un arte tan personal y a la vez universal. Por supuesto que este pensador estaba lejos de ser un improductivo chiflado, al contrario, la lucidez y absoluta claridad para transmitir sus ideas — ideas de una profundidad filosófica impresionante — me mostraron a un hombre sabio, clarividente.

Desde luego, esa experiencia mental que — aunque psicológicamente somos más frágiles de lo que aparentamos — no le ocurre a todas las personas, hizo que el poeta Armando Rojas Guardia fuera y viniera varias veces de las más oscuras tinieblas de la mente. Se romantiza mucho la locura, pero nada más indeseable que una experiencia de desequilibrio mental, mucho menos a los niveles que padeció Armando. Recuerdo cuando, por ese mismo año de 2016, en la presentación del libro Poemas de Ida Gramcko editado por Letra Muerta, Rojas Guardia habló de su crisis psicótica del año 1990, a la que sobrevino luego un síntoma de mudez que le afectó gravemente al menos durante cuatro años. Como él mismo lo dijo en su alocución: “no podía escribir y apenas podía mantener una mínima conversación con alguien”.

En dicho testimonio nos contó a los asistentes que insistió en la escritura para recuperar su voz: “voy a escribir sobre la imposibilidad de escribir”, y así nació su libro La nada vigilante (1994). En una entrevista con Blanca Elena Pantin, el poeta le confiesa que no fue fácil llegar a esa vía, que en anteriores crisis psicóticas la recuperación lo llevaba más bien a escribir vorazmente, pero con esta crisis vivió “una nada interior”, y que fue gracias a su amigo Alberto Márquez y a su psicoanalista de entonces, Juan Luis Delmont, quienes lo animaron a escribir sobre esta dificultad, que Armando logró conformar un primer poema sobre su estado mental y este le abrió un caudal al resto del libro, el cual terminó de escribir en cinco meses. Así recuperó su habla, como ya dijimos, sumido en la casi entera mudez.

En un punto de esta entrevista, dice Rojas Guardia, citando a Van Gogh, que la psicosis puede ser una forma muy dolorosa y desgarrada de la lucidez. Desde esta borradiza frontera litoral de su psique, entre la lucidez y la locura, Armando hizo una obra poética, filosófica y ensayística de una sabiduría excepcional y a la vez diáfana, como emanada del cuerpo.

Armando Rojas Guardia. Foto: Vasco Szinetar

III. La última entrevista

Armando Rojas Guardia aceptó mi invitación para sostener una entrevista pública en la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela, esta se realizó el día 18 de enero de 2020 con un aforo de estudiantes de mi cátedra de Psicología del Arte (materia que en ese entonces dictaba), estudiantes invitados de la Escuela de Psicología y algunas personas enteradas del encuentro. Por consentimiento de Armando, fue grabada para su oportuna publicación, y es el material que conforma esta entrevista que se ofrece a continuación.

Hablar de “la última entrevista” no es un título con pretensiones arrogantes. Si bien este encuentro tuvo lugar a pocos meses de su fallecimiento, el nombre no busca primacías sino que apunta a una etapa última, del último esfuerzo del poeta. Armando luchaba contra un cáncer de páncreas y un cuadro delicado de diabetes que lo limitaban físicamente (“el huésped incómodo e inesperado”, lo llamaba). A escasas semanas de la entrevista había sufrido una crisis de hiperglicemia, y el propio día de encuentro este debía ser hospitalizado para realizarse exámenes importantes, compromiso que Armando decidió posponer para asistir a la entrevista. Él tenía muchos deseos de volver a ese pasillo emblemático de Artes, Letras y Filosofía, esta última, escuela en la que vivió su joven vida de formación universitaria.

Su presencia aquel día en el aula no careció de lucidez en ningún momento, a tal punto que durante el inicio de la conversación Armando dedicó un espacio de tiempo para pedir disculpas de antemano al público, pues tal como lo argumentó, la enfermedad que estaba padeciendo le impedía mantener una alocución concentrada y elocuente; contrariamente a su inquietud, el despliegue — y así lo escucharán a continuación — fue de una concentración y una precisión magistral.

Este material auditivo fue editado y organizado en bloques según las preguntas que orientaron la entrevista. La estructura permite que quien escuche estos audios pueda oír bloque a bloque, haciendo pausas entre uno y otro; o simplemente también puede oírse todo de un tirón, como quien se toma su tiempo para beber la plenitud. Si bien la entrevista ha podido transcribirse — aún más tomando en cuenta el ruidoso ambiente indomeñable de los dominios de los estudiantes — , lo que aquí se propone es una práctica de escucha, al poeta, a Armando Rojas Guardia, a su voz que es decir su existencia, dándolo todo hasta el último momento, por el compromiso real con vivir poéticamente y servir amorosamente. Conviene escucharlo. No dudo al decir que es un recurso para sortear este y todos los tiempos.

Jordi Santiago Flores, abril 2024.

Primera parte — La incertidumbre

JSF. ¿Podrías hablarnos de tu noción de incertidumbre y por qué le das un carácter útil y operativo para valerse de ella en la vida casi como un método? ¿Cómo podemos concebir positivamente la incertidumbre?

Dale click en listen in browser para reproducir en esta página

Contenido: cómo lidiar con la incertidumbre existencialmente — una manera de vivir la incertidumbre — el privilegio de constatar que vivir es peligroso — experimentar la ambigüedad como tesoro existencial — la pintura paisajista china nos da una clave para la vida — ambigüedad: ventaja cognoscitiva de la incertidumbre — el humor de la incertidumbre — la alegría trágica existencial de la incertidumbre — la ambigüedad de la historia y de la condición humana.

Segunda parte — La atención

JSF. ¿Se puede vivir poéticamente sin ser poeta? ¿Y por qué le das un rango existencial a eso que llamas vivir poéticamente?

Dale click en listen in browser para reproducir en esta página

Contenido: ¿Qué es vivir poéticamente? — vivir visceralmente atento a la dinámica existencial de la propia vida— la atención es el pivote del vivir poéticamente — la necesidad epocal de la atención frente a la entronización de la mercancía — devolvernos a los objetos que pueblan nuestra entorno desde la atención — la hipertrofia de la autoconciencia individual — Hamlet y el exceso de lucidez hipercrítica de nuestra civilización — la duda atroz del exceso de autoconciencia — el despertar de la atención.

Armando Rojas Guardia. Foto: Oswer Díaz

Tercera parte — El futuro

JSF. Defiendes la noción cristiana que concibe el tiempo histórico “volcado radicalmente hacia el presente”, y no como la noción moderna nos ha enseñado que ha de entenderse la historia, como sucesos que nos arrastran hacia atrás. ¿A qué se refiere esta premisa de tiempo histórico volcado radicalmente hacia el presente? ¿Podría ayudarnos esta filosofía a vivir mejor localizados en el ahora, menos diluidos y ansiosos?¿Y cómo proyectarnos hacia el futuro en medio de una abismal incertidumbre?

Dale click en listen in browser para reproducir en esta página

Contenido: Nietzsche: “solo creería en un Dios que se atreve a a bailar” —la ligereza— la incertidumbre como oportunidad de deslastrarse de la pesantez — la esperanza — la dialéctica cristiana entre el futuro y el presente — el presente como tesoro.

Cuarta parte — La esperanza

JSF. Mucho se lee que la fuerza de la utopía como motor esta muy desinflada, casi descreída; sin embargo tú dices que entiendes aún hoy la utopía como “la esperanza que abre el campo inédito de lo posible”, ¿tiene que ver esto para ti con la escritura? (que has dicho también que es el campo inédito de lo posible). ¿Qué lugar tiene la escritura -o el narrar la vida en el sentido de Walter Benjamin- para preservar la utopía?

Dale click en listen in browser para reproducir en esta página

Contenido: La utopía como campo inédito de lo posible — la narratividad diferente de la conceptualidad—el narrar como ocasión privilegiada para manifestar la entraña de la condición humana — el eclipse de la experiencia por culpa de la despersonalización — noticia diferente de relato — el relato para el aprendizaje existencial común — Walter Benjamin y la utopía — desbloquear lo posible.

Armando Rojas Guardia y Jordi Santiago Flores con estudiantes, en la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela.

Extra— Lo sublime

Marianela Díaz Cardozo (público oyente), hace una pregunta: si la atención radical es lo que nos permite acceder a lo sublime -entendiendo esto como percibir a plenitud la “carne del mundo”-, y si la atención es una actividad únicamente subjetiva, singular, de cada cuerpo, ¿cómo es posible -tal como le oí afirmar al poeta Igor Barreto en una ocasión- que “a lo sublime se llega rayando la más alta despersonalización”? ¿Es posible despersonalizar la atención si esta solo es posible gracias a los sentidos activos en cada cuerpo en particular?

Dale click en listen in browser para reproducir en esta página
Armando Rojas Guardia, en medio de un grupo en el que también se encuentran personas importantes de la literatura, como Yolanda Pantin, Kira Kariakin y Javier Lasarte. Foto: Dirección Extensión Universitaria de la Universidad Simón Bolívar.

Notas

[1] No sé si era esa la palabra que buscaba, pero sí la que sobrevino; decido dejarla porque, ¿se les tiene miedo a los locos? Se me ocurre pensar que sí, que precisamente en la historia de encierros a los locos, no solamente hay una medida de reprensión por no ser sujetos productivos, o de rechazo por hallarlos depravados y grotescos, también se les tiene miedo, quizás por considerarlos indomesticables, impredecibles, incontenibles, salvajes. Tal vez exista un miedo a ver esa realidad psíquica del otro, cuya cercanía nos asusta.

[2] Fragmentos del poema “La desnudez del loco” (2004) En: Armando Rojas Guardia. Antología poética (2007). Editorial El perro y la rana: Caracas.

[3] En esta entrevista escrita realizada al poeta en un diario de Ecuador, este expone la misma definición de qué es la poesía, citada en este texto. https://issuu.com/elmercuriocuenca/docs/hemeroteca-15-11-2018

Armando Rojas Guardia (Caracas, 1949- Caracas, 2020). Poeta y crítico, realizó estudios en Filosofía en Caracas, Bogotá y Friburgo. Sus estudios se centraron en autores como San Juan de la Cruz, Santa Teresa, Góngora, Eliot, Blanchot, Borges, Huxley, Rilke, Joyce, Nietzsche, entre otros. Docente de Literatura, dirigió talleres sobre poesía y ensayo, mitología y filosofía de la religión, formó parte del Taller de Calicanto y de la fundación del Grupo Tráfico de Caracas.

Entre sus obras destacan Del mismo amor ardiendo (1979); Yo que supe de la vieja herida (1985); Poemas de Quebrada de la Virgen (1985); Hacia la noche viva (1989); Antología poética (1993); La nada vigilante (1994); El esplendor y la espera (2000); Patria y otros poemas (2008), y Mapa del desalojo (2014).

Asimismo, fue galardonado con el Premio de Poesía del Consejo Nacional de la Cultura de Venezuela, en 1986 y 1996, y el Premio de Ensayo de la Bienal Mariano Picón Salas, en 1997.

Jordi Santiago Flores Investigador y escritor. Sus trabajos se desplazan en un eje que cruza psicoanálisis, estética y crítica cultural, valiéndose de los dispositivos del arte como expresión discursiva y existencial como aparatos de aproximación analítica.

Vulnerabilidad e incertidumbre es una Línea de búsqueda orientada a repensar preconcepciones asociadas a estas nociones a priori incómodas, a forzar una pausa dentro del vértigo de estos estados que tanto y tan bien definen nuestra contemporaneidad, para quizás desarmarlos a ellos mismos.

--

--

Mollusca
Mollusca

Sustrato de creación e investigación. Arte, placer y pensamiento ≈ Substrate for creation and research. Art, pleasure, and thought.