Autoficciones del deseo

por Ariana Basciani Fernández

Mollusca
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6 min readNov 9, 2020

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Autorretrato.

¿Qué es el deseo? ¿Por qué nos obsesionamos con ciertos temas? ¿Cómo decidimos que hoy nos decantamos por algo y cómo seguimos empeñados trabajando en ello?

Para muchos el deseo es irse a vivir a una isla del Caribe, tener una casa en el campo para ir a dar un paseo y llenarse de placer al aire libre. Para otros, la pulsión nace de la creación de algo desde el intelecto a la sencillez de hacer un pastel o trasplantar una planta para que florezca mejor.

La pulsión que mueve a un creador , me parece, es la misma que mueve a mi abuela a pintar o a hacerse un café: la necesidad de ponerse en marcha. Sin embargo, para muchos, lo que mueve el deseo es el deber ser, lo externo, la necesidad de reconocerse en el otro. Ninguna de las pulsiones es mejor que la otra, pero depender de lo externo puede quemar el deseo ante la frustración de no ser reconocido por el ojo del otro: el sin placer.

Autorretrato.

Personalmente, la pulsión de escribir y de fotografiar se crea desde la crónica de autoficción y desde el autorretrato. La autorrepresentación en la fotografía comienza al retratarse a sí mismo. En la actualidad, la autorrepresentación no es el descubrimiento del propio cuerpo, sino el descubrimiento de él en el otro, lo que descubre el otro en ti, y cómo la pulsión de tu propia representación parte del placer de convertirte en objeto deseado. No hay selfie que se salve de eso. Las redes sociales han pervertido el autorretrato para despojarlo de pulsión interna y hacerla externa; tu representación ya no depende de ti.

Autorretrato.

Hace años que dejé de publicar todos los autorretratos que me hacía por ese bache entre el deseo y el placer generado en lo digital. El autorretrato había dejado de ser una forma de generarme placer a través de mis pulsiones para convertirse en un nuevo modelo de negocio que desvelaba inseguridades.

Mapas.

Aunque el deseo también se puede crear desde la inseguridad, sospecho de la potencia del creador desde esa duda en el autorretrato, ya que se convierte en recipiente vacío, en placer dependiente. Sin embargo, caigo en un juicio porque ya es un enunciado sin resolver del todo: ¿Qué es lo que define nuestra apariencia? ¿Es la sociedad, nuestra propia psicología o los estudios estéticos? No hay respuesta única.

El dúo fotográfico Tehnica Schweiz, formado por Georgely László y Péter Rákosi, o el fotógrafo Juan Urrios, plantean en su obra la oposición entre el ser y el parecer[1]. Para los surrealistas, la cámara hacía emerger el inconsciente sumergido en la mirada. Esta es, quizás, la teoría que más resuena en mi deseo de creación: nos hacemos autorretratos para intentar reconocernos detrás de la máscara, para conocernos mejor, desearnos mejor, para llegar al placer de reconocernos desde el ser y el parecer. Los recipientes creadores — los no vacíos — buscan en el goce la reproducción de sí mismos, no solo al plantearse como objetos, sino para mirarse desde afuera para entender el adentro. Encontrar el placer en esa intimidad.

Autorretrato.

Quizás dejé de publicar autorretratos o de pensarme como fotógrafa porque no me sentía entendida por lo que quería el mercado del arte. El error fue buscar afuera sin querer asumir la mirada panóptica. Aun así, el deseo por sacar mi inconsciente erótico a través del ojo y llevarlo a la representación no se ha visto mermado por el mercado — solo que ahora vive en la nube o en mi ordenador, en la intimidad de mi ser.

Autorretrato.

La autenticidad del placer del cuerpo como objeto, del sentirse deseada ante la mirada propia — o también ajena — desvela la búsqueda del deseo femenino. Un placer quizás cercenado tanto por una parte del feminismo de los años sesenta, por el relato ambiguo y patriarcal, así como por los roles de la mujer que estigmatizan quién puede exhibir un ser sexual y erótico. Pero la fotografía intimista y el desnudo artístico han sido escudos resistentes al retomar y hacer entender una representación fuera de ese estigma.

En la creación, valdría la pena preguntarnos algo que la socióloga y feminista madrileña Carmen Romero Bachiller señala en su ensayo “Desatar el deseo”[2]: «¿Cómo estamos configurando los espacios de deseo si no podemos hablar de las relaciones de poder que los atraviesan y constituyen?».

Autorretrato.

El poder de la creación desde el deseo erótico, tanto en la escritura como en la fotografía, supone una gran carga de prejuicios alrededor (que, por supuesto, el creador sabrá si le importan o no, porque de eso se trata el deseo, de no sucumbir a la presión externa); sin embargo, esa carga está ahí precisamente para quien observa, para quien erotiza su ojo con la imagen o con el texto. «¿Son nuestras fantasías rémoras de nuestros aprendizajes heteropatriarcales, racistas, clasistas, sexistas? Sí, claro. Sí, sin duda. Sí, ¿cómo podría ser de otro modo? Pero quizá, responder positivamente a esa pregunta no significa simplemente que tengamos que flagelarnos por no tener un imaginario suficientemente feminista — y por supuesto, no concedernos placer alguno en ese proceso — . Tal vez podemos tensar las cuerdas y replantear las preguntas», afirma Romero Bachiller.

Autorretrato.

El deseo, en mi caso, es cuerda que se tensa y se destensa: la pulsión de tensar la cuerda interior, sentir la explosión de la llamada del cuerpo, y destensarme al verlo y erotizar el ojo, mi ojo, o el de otro. El deseo es generarles dudas y conflictos a los otros, transgredir mi propio placer y lanzarlo al ojo ajeno, pero en especial, responder las preguntas de mi propio cuerpo.

Seguiré buscándole respuestas a los temas con los que me obsesiono. Espero que el deseo alimente el placer creador de mi porvenir. Y a ti, ¿qué mueve tu deseo?

Mapas.

[1] Extraído de La Cámara de Pandora, La fotografí@ después de la fotografía. Joan Fontcuberta. Editorial Gustavo Gili, Barcelona. 2012. Páginas 80–81.

[2] Extraído de “Desatar el deseo”, ensayo incluido en El libro del buen amor. Sexualidades raras y políticas extrañas. Ed. Fefa Vila Núñez y Javier Sáez del Álamo. Madrid, 2019. Páginas 123–125.

Ariana Basciani Fernández (Caracas, 1983). Periodista y consultora de marketing digital. Es la editora de la web ‘Culturetas, cultura con tetas’. Ha estado por 20 años vinculada al mundo de la fotografía desde sus estudios en el Museo de Bellas Artes de Caracas y la Organización Nelson Garrido. Reside en Barcelona desde 2009 y ha participado en visionados y exposiciones en Caracas, Miami y Barcelona.

Anagramas del cuerpo erótico es una Línea de búsqueda orientada a indagar en el espectro de las representaciones del cuerpo erótico en los imaginarios contemporáneos, así como sus relaciones con el cuerpo carnal. Nos interesan los artefactos y discursos que exploran, juegan, cuestionan o defienden el cuerpo como territorio erótico, autónomo y humano.

Es editada por Marianela Díaz Cardozo.

En Mollusca defendemos la libertad de la palabra, por eso publicamos voces genuinas que sean responsables de su decir.

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Sustrato de creación e investigación. Arte, placer y pensamiento ≈ Substrate for creation and research. Art, pleasure, and thought.