Murmullos en torno al jardín

por Gala Garrido

Mollusca
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4 min readApr 16, 2023

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El jardín es un espacio donde se siembra y se planta para el recreo de los sentidos. El jardín se concibe desde y para el cuerpo, es una experiencia corporal. Un microcosmos que nos permite explorar, estirar, diluir, nuestras fronteras sensoriales. Es polinización e intercambio.

El jardín es el ámbito en que la naturaleza aparece sometida, ordenada, seleccionada, cercada. Esto constituye un símbolo de la consciencia frente a la selva que es el inconsciente, como una isla frente al océano.

Está asociado como emblema de lo femenino en los siglos XVI y XVII. Pero para los griegos, los jardines eran espacios sagrados dedicados a Adonis, el amante preferido de Afrodita, que resucitaba cada primavera para volver a enamorar a la diosa.

Los jardines existen para el espectador erótico. El espectador erótico siempre es activo. El erotismo no puede ocurrir en un espectador pasivo. El erotismo activa al espectador inteligente. Veo eso y algo nace en mí. Estoy activo.

El jardín también está asociado con el laberinto. Específicamente, con el laberinto barroco, que estaba diseñado para jugar a perderse y su verdadero fin era el encuentro amoroso. Al contrario del laberinto clásico iniciático, donde no te puedes perder, hay un solo camino que te lleva al centro. Lo único que puedes hacer en este laberinto es detenerte, pero perderse es imposible; el misterio de la iniciación es transitarlo. Es un viaje de regreso y de partida.

El laberinto también es el encuentro con el abismo, con lo irracional, lo inconmensurable: lo infinito. Es morir para renacer.

Necesariamente es una herida la que nos empuja a entrar al laberinto. La herida nos pone en movimiento, a través de ella ingresamos al remolino. Pasamos de ser un punto a ser una línea espiral. Es así como ingresamos a lo desconocido, que paradójicamente es la única vía para recordar. Y escribir poesía es recordar algo olvidado.

En el lenguaje, la poesía es el laberinto. La poesía es el abismo. Porque la poesía empuja al lenguaje al borde del sentido racional.

El laberinto es comunión con el misterio. La poesía es comunión con el misterio. La comunión con el misterio, es la comunión con el otro. La comunión con el otro es el misterio del erotismo. La continuidad de mi ser en el otro. En ese instante soy-en-el otro. Ese es el regalo que Eros nos entrega.

Tenemos que saber convivir y contemplar todo lo que no podemos comprender. Ya que el misterio auténtico se resiste a la “explicación” porque su esencia misma no permite resolverlo de un modo racional. El misterio solo se puede experimentar.

Por ejemplo, la belleza es una sensación corporal, podemos sentir cómo su fuerza traspasa todo nuestro cuerpo. En cada encuentro con la belleza nos transformamos en otro-yo. Un yo expandido.

Cuentan que los alfabetos del mundo nacieron de la danza de los hombres como ofrenda a la belleza. Con cada movimiento de sus cuerpos se iban trazando las letras, una a una. Así como las grullas, que dejaban sus marcas en el barro húmedo de las orillas del Nilo.

El laberinto de la escritura contiene en sí misma un infinito número de sentidos, como el plumaje tornasolado del pavo real.

— tomo esta imagen prestada de Borges, que a su vez la toma de Escoto de Erigena. Ya saben que las matrioskas de referencias me encantan —

Pero regresemos a nuestro tema…

El lenguaje es una creación estética, así como el jardín es una creación estética. Con el lenguaje intentamos domesticar el sentido, construimos lo que pensamos que es la realidad; con el jardín intentamos domesticar a la salvaje selva del inconsciente.

Nuestros ancestros, con su danza espiral, sintonizaban sus cuerpos a la continuidad abierta del infinito. Porque nosotros somos el laberinto vivo.

Y Eros es la vía sublime y feroz hacia el infinito. Eros arranca al sujeto de sí mismo, fuera y hacia al otro. Es Eros a través del deseo quien desafía a la razón.

En la tensión entre lo consciente y lo inconsciente, entre el hemisferio derecho y el izquierdo, entre el tiempo lineal y el circular, entre lo análogo y lo analítico, entre lo femenino y lo masculino, entre el adentro y el afuera, entre el deseo y la razón: está la doble espiral, está el doble laberinto.

Y yo, soy radicalmente ambos.

El viaje al abismo es empresa del poeta.

Y ese tránsito son mis Apuntes sobre el Hastío.

Esta reflexión fue escrita en Caracas, Venezuela, en diciembre de 2022, y presentada como intervención en el encuentro “Un jardín de Epicuro”, producido por Mollusca.

Gala Garrido (Caracas, Venezuela. 1987) es una poeta y artista visual radicada en Caracas. El eje central de su trabajo son el poder y el erotismo desde lo femenino. Su investigación gira en torno a la representación fotográfica desde la tensión ficción-realidad y las identidades desde una perspectiva de género, tomando como puntos de partida la reflexión crítica de las imágenes propias de la historia del arte, de la cultura popular y del mass media. Así como los vínculos entre fotografía y acto poético, la autorepresentación, el cuerpo como metáfora individual y colectiva. Garrido ha exhibido su trabajo en el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia (MACZUL); Sala Mendoza; Museo de Arte de Acarigua-Araure; Sala de Exposiciones Centro de Arte El Hatillo; Panorámica Arte emergente en Venezuela 2000–2012, Sala TAC Trasnocho Cultural; Espacio MAD Los Galpones; No Lugar Arte Contemporáneo (Quito, Ecuador); Féroces International Photography Festival (Lyon, Francia), Rizoma (Madrid, España), Festival Hybrid (Madrid, España), entre otros.

Arena es una sección donde los autores están invitados a crear libremente y a su gusto.

En Mollusca defendemos la libertad de la palabra, por eso publicamos voces genuinas que sean responsables de su decir.

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