Corrupción en América Latina ¿hay esperanza?

Angela Wolfe Puente
Monda Observanto en español
3 min readFeb 16, 2018

Sin duda, la corrupción es uno de los males de los que, ya sea en mayor o menor medida, casi ningún país se puede librar.

Según Transparencia Internacional, el incremento de la percepción de la corrupción significa que los países de la región están combatiendo más el fenómeno. La lógica es que, a mayor percepción de la corrupción, mayor combate de la misma; sin embargo, esta no se puede aplicar al caso de México, donde la mayoría de las veces los escándalos solo quedan registrados, pero no castigados. Por otro lado, en países como Brasil se ha llegado a destituir a la que fuera presidenta, Dilma Rousseff y se han abierto investigaciones contra grupos de funcionarios brasileños. Es por tanto muy importante el correcto funcionamiento del sistema judicial y necesaria la reducción de la impunidad a la hora de luchar contra la corrupción.

En una región como la latinoamericana, la relación entre corrupción y desigualdad es muy peligrosa, ya que fomenta la demagogia, y como se muestra en el Latinobarómetro 2016, contribuye a la pérdida y estancamiento del apoyo a la democracia, lo cual es paradójico, ya que es la misma democracia la que trae mayores grados de transparencia.

Entonces ¿cuánta corrupción hay? Según datos del Latinobarómetro 2017, el grado de percepción de la corrupción de las instituciones y organismos de la región nunca es menor a 7 puntos (en una escala del 1 al 10, siendo 1 “nada” y 10 “mucha”). Es interesante mencionar el hecho de que, aunque el grado de percepción de la corrupción y la percepción de esta como problema nacional, no coincide. Hay países como Nicaragua, donde la corrupción esta en quinto lugar según lo que los nicaragüenses perciben como sus “problemas principales” y sin embargo, es uno de los países de la región con más alto grado de percepción de corrupción. Esto se debe, entre otras cosas, a las diferencias de situación social o económica de cada país.

Aunque los índices de percepción son importantes y, a menudo no se alejan de la realidad, no nos deben llevar a equívocos. Por ejemplo, según el informe anual de Transparencia Internacional, la puntuación de Chile cayó de la posición 20 a la 24. Este país suele destacar en la región como uno de los menos corruptos, con una policía limpia y justicia profesional; y es precisamente por eso por lo que cualquier acto corrupto se percibe más. En cambio, si nos fijamos en el ejemplo de México, la percepción de la corrupción no sorprende, teniendo en cuenta el incumplimiento del plan de lucha contra la misma y la impunidad que existe a la hora de castigarla.

Es de obligado cumplimiento, al hablar de corrupción en América Latina, mencionar Venezuela. Este país tiene el peor registro de todo el continente latinoamericano. Según Alejandro Salas — director de Transparencia Internacional para América Latina — la fortaleza de las instituciones democráticas es el factor clave a la hora de luchar contra este mal que aqueja a tantos países, por lo que un gobierno populista que debilita las instituciones no favorece en nada la lucha por erradicar la corrupción. Esto explicaría que Venezuela, en los últimos cinco años haya descendido tan estrepitosamente en el índice realizado por la ONG alemana. Por otro lado, Chile y Argentina, aprueban en este índice, obteniendo ambos más de 50 puntos de un máximo de 100.

En un golpe de vista el panorama sería el siguiente:

A pesar de que la plaga de la corrupción en América Latina está lejos de desaparecer, debe quedar muy claro que la corrupción no es inherente a un pueblo ni a su carácter, sino que, como bien dijo Alejandro Salas, la corrupción no es un problema genético. No es algo propio, la encuentras en todas partes. Que haya o no depende de la fortaleza de las instituciones democráticas.

Y la respuesta es que sí hay esperanza, solo se necesita voluntad política.

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Angela Wolfe Puente
Monda Observanto en español

Latin American studies & Governability// Estudios Latinoamericanos y Gobernabilidad