Ni marcas, ni espectáculo, ni mundial. La otra cara del fútbol.

Karla Martínez Casas
Monda Observanto en español
7 min readJun 14, 2018
Referencia: UNICEF. Sitio web: https://www.unicef.org/sports/23619_23779.html

Se acerca la justa mundialista y con ella la posibilidad de ver a treinta y seis naciones unidas por una sola causa: el fútbol. Para mucha gente esto representa una oportunidad única de ver a los mejores jugadores del planeta, para otros es un dolor de cabeza tener que aguantar ese nacionalismo deportivo que sale de su escondite cada cuatro años. Es bastante común pensar que el balompié solamente es un negocio multimillonario, pues los escándalos de corrupción de la FIFA han puesto en duda la pureza de este deporte, que parece estar mucho más relacionado con lo mediático y lo comercial, dejando a un lado los valores deportivos y la verdadera esencia del fútbol.

En 1978, el deporte y la actividad física fueron catalogados por la UNESCO como un derecho fundamental, sin embargo; la lógica que hay detrás de éstos suele ser difusa. Para la ONU, el deporte puede ser un arma muy poderosa, ya que tiene el poder único de atraer, movilizar e inspirar. De igual manera, tiene una función importante en la integración social y en el desarrollo económico de diferentes lugares, culturas y sociedades, además de que sirve para fortalecer lazos sociales, promover ideales de paz, fraternidad, solidaridad, tolerancia y justicia (ONU, 2017).

El continente africano es una región del mundo que siempre ha sido marginada por su pasado pre-colonial y colonial, su presente y futuro. Hegel decía que en África no había lugar para la historia, para el crecimiento y desarrollo de las sociedades. Son miles los ejemplos que han demostrado lo contrario, sin embargo; es un hecho que el continente cuenta con grandes desafíos, que en pleno siglo XXI no deberían de aparentar un obstáculo para el desenvolvimiento de las personas. En lo que se refiere al fútbol, nunca en la historia un equipo africano ha ganado un mundial, este año solamente cinco de cincuenta y cuatro países de la región, irán a disputar un lugar en el fútbol internacional. A pesar de esto, diferentes países han utilizado este deporte como un medio para solucionar las diferentes problemáticas de la región, tales como la desigualdad de género, el rol de la mujer dentro de sociedades extremadamente conservadoras, las epidemias de VIH/SIDA, la pobreza y los conflictos étnicos.

Uno de los países que ha utilizado el fútbol como un medio de solución de conflictos es Kenia. Siendo éste un territorio multidiverso en términos culturales y étnicos, es bastante común observar disputas entre los diferentes grupos éticos, así como una estructura patriarcal dentro de las tribus que componen la nación. Dado este contexto, el deporte puede ser utilizado como un medio de transformación que solucione y evite peleas entre los grupos étnicos, pues va más allá de las fronteras, las religiones y los ideales. Además de que promueve la tolerancia y el trabajo en equipo. Por otro lado, en un país que tiene más de treinta lenguas, el deporte simboliza un lenguaje universal, asimismo las reglas del juego son entendidas en todo el mundo, lo que puede ser aprovechado para impulsar la paz, disciplina, el respeto por el oponente, la cohesión social y la coexistencia pacífica dentro de una comunidad.

El caso de Fatuma Abdulkadir Adan, es un claro ejemplo de lo anterior. Ella es una abogada keniana que tuvo su primer acercamiento con el fútbol cuando tenía veinticinco años. Fatuma es originaria del distrito de Marsabit, una zona meramente rural de Kenia y donde las niñas no jugaban al fútbol. Durante algún tiempo, dicho territorio estuvo sumergido en una guerra entre los grupos étnicos de Gabra, Borana y Rendille. En el año 2005, la guerra se tornó mucho más violenta, tanto así que cerca de 100 niños murieron en una escuela (Street Football World & HODI, 2017). El hecho de ser abogada no le servía de nada si no podía cambiar la situación en su comunidad. Aunado a esto, un hecho que le molestó demasiado, fue que al momento de las compensaciones por el fallecimiento de las personas, los líderes de la comunidad ofrecieron 100 vacas por cada hombre, pero sólo 50 por cada mujer. Le pareció denigrante que fuera más barato acabar con la vida de una mujer que con la de un hombre.

Fatuma decidió involucrarse en el conflicto, y literalmente invitó a las personas que estaban inmersas en éste a jugar fútbol, con un balón hecho de un montón de basura. Y esto fue suficiente para acabar con la pelea, se habían reemplazado las balas por el fútbol. Así fue como le surgió la idea de fundar la organización Horn of Africa Development Iniciative (HODI), que en un inicio tenía como objetivo proveer ayuda legal a las personas involucradas en conflictos étnicos y llevar a la paz por medio del deporte, este programa continúa vigente y se llama “Shoot to Score”, el cual invita a los niños a disparar con balones y no con armas. Sin embargo, posteriormente Fatuma decidió enfocarse en las mujeres, pues su experiencia empírica le indicaba que debido a factores como la composición de las tribus y costumbres, en ocasiones las niñas abandonaban la escuela a una edad muy temprana, pues sus padres negociaban sus matrimonios o quedaban embarazadas (Street Football World, 2017).

Debido a lo anterior, Fatuma decidió enfocar su energía en la creación de un programa de fútbol, donde se les enseñara a las niñas a expresarse y a luchar por sus derechos, les mostró que podían hacer las mismas cosas que los hombres. Sin embargo, un día el equipo de fútbol fue secuestrado pues las niñas tenían que casarse. Fatuma decidió volver a empezar, pero ahora involucraría a más actores, tanto a las escuelas, como a los padres de familia. La premisa es la siguiente: todos los derechos traen consigo una serie de responsabilidades. Por lo tanto, en lo que se refiere al derecho a la educación las niñas tienen la responsabilidad de asistir todos los días a la escuela, dentro de estos recintos académicos se forman los equipos de fútbol y compiten entre ellas. La recompensa va más allá de alzar un trofeo o una medalla, pues el delegar responsabilidades genera capacidades para la toma de decisiones, y por ende el empoderamiento de las mujeres es inherente, y es un gran de ejemplo de cómo algo tan sencillo como patear un balón puede transformar la vida de un grupo de niñas que han crecido en un contexto poco favorable dado su género. El programa se llama “Breaking the Silence”, el objetivo de éste es hacer que las niñas aprendan a utilizar y alzar su voz. El fútbol les demuestra que pueden ser capaces de tomar decisiones por ellas mismas, así como apoyarse entre ellas para salir adelante, de esta manera luchan contra la desigualdad de género. Un balón ha logrado cambiar la vida de aproximadamente 1,040 niñas de 13 escuelas (Horn of Africa Development Iniciative, 2018).

No cabe duda, que en esta región del mundo el fútbol tiene una concepción totalmente distinta. Donde se deja a un lado el espectáculo, la banalidad de los patrocinadores, lo efímero que son los triunfos y las derrotas. El fútbol keniano podrá no estar en el próximo mundial, pero la manera en cómo éste ha sido utilizado denota mucho más valor y duración en la vida de una comunidad. Pues el fútbol keniano no tiene perdedores, pues no hay nada que perder cuando un deporte ayuda a promover la paz y la equidad de género dentro de comunidades que parecen seguir un patrón infinito de violencia, desigualdad y pobreza. Para nosotros, puede sonar burdo el pensar que un deporte puede tener más influencia que un gobierno, pero es relevante tener en cuenta el pasado del territorio, que fue violentado por las potencias europeas en el siglo XIX y que la mayoría de los territorios no tienen más de cincuenta años de ser independientes.

El fútbol así como otros deportes, deberían de ser promovidos en todas las sociedades del mundo, pues efectivamente hay algo inexplicable que éstos tienen, que hacen que la gente se una, aumente su felicidad, enseña a comprender que el adversario es una persona igual que él o ella, con problemas, debilidades, fortalezas y cualidades, que una cultura, idioma y tradición, no puede ponerse por encima del respeto a una vida digna. Así mismo, el lado lucrativo de cualquier deporte, no puede sobrepasar sus valores, porque en el momento que éstos se olvidan, el deporte se mancha y pierde esa capacidad de asombro, de magia que hace que miles de niñas en Kenia, puedan decidir libremente qué quieren estudiar, con quién se quieren casar, cuántos hijos quieren tener y a qué se quieren dedicar el resto de su vida.

En efecto, en términos de equidad de género todavía hay mucho por hacer, sin embargo, no se debe menospreciar los esfuerzos que las diferentes organizaciones de la sociedad civil, ubicadas del otro lado del mundo, están haciendo para empoderar a niñas y niños, con el único objetivo de crear una mejor sociedad y por ende un mejor país. Ahora que se acerca la época mundialista, sería bueno reflexionar porque se paga tanto por un partido de balompié, y si realmente ese fútbol, el de los medios, el de las marcas, el de las televisoras es aquel que vale la pena prestar atención, o es mejor voltear hacia otro lado y ver que, en efecto, el fútbol es más que un deporte. Pues allá en ese continente olvidado, con poco desarrollo económico, con miles de problemas, enfermedades, pobreza, allá donde se juegan con balones hechos de basura, allá en África, el fútbol está transformando la vida de miles de niñas.

Referencias

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Karla Martínez Casas
Monda Observanto en español

Internacionalista// Política mexicana & gobernabilidad// Cooperación Internacional para el Desarrollo.