Reflexiones: el problema de la soledad
¿Cómo puede la tecnología ayudarnos frente a emociones negativas?
Hay personas a las que no nos gustan las multitudes, los lugares abarrotados de gente o incluso las colas de más de 10 minutos que se forman para entrar a alguna atracción turística. Pasear durante la Navidad por calle Mayor en Madrid a las 7 de la tarde, visitar la Torre Eiffel en plena hora punta turista o hacer cola para poder hacerte una foto en Piccadilly Circus en Londres, ese sitio tan típico, sin que salgan treinta personas por detrás. Deseamos poder hacer lo mismo sin estar tan “enlatados” y sin tardar más tiempo del que debiera.
¿Disfrutar o no de experiencias sin tanta gente alrededor?
Se habla de que la realidad virtual puede dejarnos visitar lugares desde nuestra casa, sin preocuparnos de estar rodeados de tanta gente.
¿Recuerdas la última vez que visitaste algo tan lleno de gente que no disfrutaste de la experiencia? Quiero que visualices esa última experiencia tuya. Imagínate, por ejemplo, poder hacer esa visita sin tener que esperar más de una hora para entrar, sin escuchar a gente gritando o haciendo ruido, sin que te pisen, haciendo fotos sin que salgan personas detrás haciéndose fotos también, y en definitiva, sin agobio alguno. Imagínate en cambio, visitar este mismo lugar con sonido ambiente de fondo, el piar de los pájaros e incluso el sonido del agua de un riachuelo fluir. Una voz de fondo te explica lo que estás viendo, pudiéndote dar más detalles (si los pides) sobre la historia del lugar.
¿Interesante experiencia, no? Nuevos modelos de negocio turísticos asoman en el horizonte.
¿Pero es esto realmente lo que queremos?
¿Disfrutar tranquilamente de las cosas sin que nadie te moleste?
¿Estar solos?
Creo que hay situaciones donde elegimos estar solos para poder aprovecharlas al máximo, pero es cuestión de elección. Aquí, quizás tengamos que diseñar productos de realidad virtual que se adapten a esos deseos.
Porque, ¿qué sería de este cruce de Shibuya en Tokio sin gente? Seguro que no sería lo mismo, y querríamos vivir esa experiencia virtual rodeados de gente virtual.
Más allá de la elección: un problema social en aumento.
Y, ¿qué sucede cuando estar solo no es cuestión de elección?
Hace unos días leí que en Japón, muchos ancianos que se sienten solos, comenten delitos menores (como robar) para que los metan en la cárcel. Y es que la vida en la cárcel es mejor alternativa que vivir en sus hogares en soledad.
Ancianos que se sienten solos es un problema que no sólo tiene Japón. Países como Alemania, Italia o España (aunque no esté en el top) también tienen poblaciones que envejecen rápidamente, y el número de ancianos viviendo solos aumenta considerablemente.
En Reino Unido, han decidido crear un ministerio “para la soledad”. Lo consideran un grupo de trabajo dentro del ministerio de deportes y sociedad para intentar gestionar el problema de que más de 9 millones de adultos se sienten solos “o siempre o a menudo”. Y aquí ya no sólo estamos hablando de un problema que se da en la tercera edad, sino que afecta a toda la sociedad.
Tecnología para acercar y conectar
¿Cómo podemos ayudar con la tecnología a que esta falta de conexión y comunicación desaparezca? Aquí los nuevos modelos de interacción que han aparecido en los últimos años pueden ser parte de la solución. Entre otros, la realidad virtual y las interfaces conversacionales.
En 2016, Facebook lanzó Spaces, su plataforma con realidad virtual para compartir momentos con amigos en un mundo virtual. Pero voy más allá: no pensemos que la solución sólo está en las redes sociales, a veces armas de doble filo, pues usarlas con frecuencia y mantener un perfil activo no significa que dejes de sentirte solo.
A día de hoy, el único requisito para poder vivir experiencias virtuales es disponer de unas gafas de realidad virtual (pueden ser de cartón), y un móvil o un ordenador con los requisitos necesarios de software. Aún así, la calidad de la experiencia varía mucho dependiendo del dispositivo que utilices. Y sigue habiendo problemas, entre otros, con respecto al tiempo de uso del dispositivo y los mareos.
Las interfaces conversacionales, como canal emergente de comunicación, darán la oportunidad de acercarnos, comunicarnos y combatir de alguna manera esa soledad. ¿Y por qué? Porque estamos acostumbrados a hablar entre nosotros, y utilizar el habla no requiere de un conocimiento previo técnico, haciéndolas accesibles a todo el mundo.
Estas interfaces actualmente pueden ser usadas desde dispositivos móviles o desde altavoces “inteligentes”, mediante voz, como Amazon Echo o Google Home. Desde hace algunos años, podemos tener algo parecido a una conversación básica con asistentes generales como Siri o Cortana, para pedirles recordatorios u otro tipo de información. Pero lo más interesante, es que ahora podemos ampliar las capacidades de estos asistentes y crear numerosas aplicaciones de voz. Lo que en Google llaman Actions (o acciones) para Google Assistant, o en Alexa llaman Skills (habilidades).
¿Así que por qué no utilizar nuestras habilidades para dar “superpoderes” a los asistentes de voz actuales? Aquí las posibilidades son amplias. De esta manera, podemos crear aplicaciones de voz, por ejemplo, que ayuden a nuestros mayores a no sentirse solos, preguntándoles qué han hecho en el día o poniendo en contacto con mensajes de audio a estos familiares entre sí. O aplicaciones que nos acerquen a nuestros amigos, y nos permita comunicarnos con ellos como si de un walkie-talkie se tratara, aunque estemos a kilómetros de distancia. O aplicaciones más terapéuticas, con las que cualquiera de nosotros pueda conversar sobre sus emociones. ¿Se te ocurre algún otro ejemplo?
Sea como sea, con la tecnología podemos ayudar. No es sólo ciencia ficción, crear la tecnología del futuro está en nuestras manos. Queda mucho por hacer. Es el momento de unirnos para responder a necesidades y crear aplicaciones que nos ayuden combatir la soledad, ¿te unes?
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