Mi experiencia como Pasante en Monoku

Catalina Moreno
Monoku
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4 min readDec 19, 2019

A finales de marzo tuve la oportunidad de participar en un taller de programación llamado Djangogirls; pocas son las oportunidades de asistir a esta clase de eventos en la ciudad de donde provengo, puesto que no siempre son gratuitos y menos únicamente para mujeres. Los cupos eran limitados, pero era algo que deseaba hacer, no imaginaba que el asistir a ese taller iba a ser una gran oportunidad para seguir aprendiendo y creciendo profesionalmente.

En Pasto, la ciudad que me vio crecer, tierra llena de cultura, tristemente también está llena de nepotismo y paradójicamente hay abundancia de escasez laboral, así que motivada por esto, por la oportunidad de aprender y por lo que nos comentaron en el taller Djangogirls, decidí aplicar para participar en la beca para trabajar como pasante en Monoku, con la esperanza de ser elegida, hasta ese momento la probabilidad de éxito era del 50% y a pesar de mi pesimismo trataba de pensar solo en que podría tener una oportunidad. Con el paso del tiempo poco a poco mis esperanzas se apagaban, pero cierto día me notificaron que querían entrevistarme por videollamada, las esperanzas regresaban, era un mar de emociones, la probabilidad de éxito era mayor, mi yo realista me decía “es difícil, hay personas más capacitadas, lo intentaste” y me fui resignando, pero un día recibí una llamada en la que me decían que fui escogida para participar en el programa de pasantes de Monoku, no lo podía creer, la probabilidad ahora ya era del 100% y mi corazón palpitaba tan fuerte que pensaba que se me iba a salir del pecho por la emoción. Pasaron los días y finalmente llegué a Bogotá, a mi compañera Paola y a mí nos estaban esperando Natalia, Julián y José en el aeropuerto, desde ese instante nos hicieron sentir como en casa y por ello les estoy muy agradecida.

Como es habitual en un nuevo trabajo y en una nueva experiencia de vida, sin saber qué pasaría o a quienes iba a conocer, estaba a la expectativa de cómo sería trabajar en una empresa como Monoku, pero con el paso de los días fui conociendo a mis compañeros, quienes siempre fueron amables conmigo, y te cambia radicalmente el modo en el que te imaginas una empresa de desarrollo, diseño y consultoría, porque el ambiente es tan amigable que sientes que estás con amigos, hay risas, música, buena vibra y sobre todo hay gente muy comprometida con lo que hace.

Desde el primer día tuve la oportunidad de tener acceso a un ordenador personal el cual sería mi compañero en esta gran aventura, aprendiendo algo nuevo diariamente desde el primer día hasta el último. Las clases que recibí eran teóricas y prácticas, lo cual permitía que vaya desarrollando heurísticas e integrando continuamente los conceptos en los proyectos y ejercicios propuestos en clase.

Agradezco mucho a Leonel, José, Sara, Ana y Julian, quienes fueron mis profes en estos tres meses y quienes con mucho cariño me explicaron conceptos sobre programación con Django, Python, Ruby, Django RF, POO, git y muchas cosas más. Como un plus, tuve la oportunidad de estudiar y practicar inglés con mis compañeros.

De izquierda a derecha: Luis L, Steff, Fernando, Sara, Manuel, la profe Paola y Luis V.

Y si bien hubo cosas buenas, también hubo cosas difíciles, que sé que me ayudarán a crecer, sentí el sabor de la frustración en este campo, porque en ocasiones sentía que llegábamos a un callejón sin salida; dudaba de mí misma y creo que mi compañera sentía igual, como si quisiera demostrar la Conjetura de Goldbach, cabe destacar que gracias a la resiliencia propia y en ocasiones a la orientación brindada por algunos compañeros , pudimos sacar las tareas adelante.

Durante mi estancia en la empresa tuve la oportunidad de compartir almuerzos de cumpleaños y nuevamente confirmar que Monoku no solo es una empresa, es una familia donde se comparte y se fortalecen los lazos de amistad.

Además tuve la oportunidad de conocer a un ser maravilloso que me hizo extrañar un poquito menos a mi Dante, su nombre es Ramón, el consentido, él te brinda su amistad y cariño de forma sincera y desinteresada.

Ramón, el perro juguetón, ja, ja, ja.

Sin duda, estos tres meses fueron una excelente experiencia donde aprendí mucho, y me motivó a seguir aprendiendo más para poder cumplir mis sueños y ser feliz.

De izquierda a derecha: Luis L, Fernando, Paola, Manuel, Leonel y abajo José, Luis V, Sara y Andrés F.

Agradezco infinitamente a Monoku y al programa Djangogirls por brindarme la oportunidad de aprender tanto en estos tres meses, además les agradezco por ayudar a las mujeres a tener una oportunidad en este campo laboral tan competitivo y segregado. Gracias Natalia, gracias Julián y gracias José por haber creído en mí.

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Catalina Moreno
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