Ensayar el cuerpo… Un breve comentario
Ensayar al cuerpo es simplemente una necesidad de decirle al lector que la salida de uno mismo proporciona, además de un placer estético, una desestabilización de la experiencia cotidiana contada en el papel.
Ortiz, M. (2016). Del cuerpo. Ensayos de pie y de cabeza. Madrid: Tusquets.
Siempre he tenido una caprichosa atracción por el ensayo, aunque escribirlo no es tan sencillo como gustar del él. Mi fascinación se debe a que este tipo de textos son una especie de herramienta con la que un escritor puede explicar la visión que tiene del mundo. Por un lado, cuando escribe académicos, el autor postula una hipótesis basada en fuentes que le den solvencia; por el otro, en el literario, intenta abordar cuestiones propias del mundo según lo mira. Pensando en esto, me di a la tarea de leer una obra novedosa, un libro que “me hizo ojitos” por su título. En este, el autor presenta una visión de lo extraño que resulta para uno mirarse separado del cuerpo, como si fuera un ente aparte. En esta ocasión, tengo la fortuna de hablar de cómo se expresa este último efecto por medio de una forma novedosa de la literatura. Porque lo que leí me resultó curioso. En cada parte, el autor introduce, da una hipótesis en torno a un punto, lo argumenta de forma poética y llega a una conclusión original, sin dejar de lado lo literario.
Mi gusto por este género tiene qué ver con el hecho de que permite al escritor explicar la manera en que se concibe el mundo. Y eso se vuelve más evidente cuando escribe ensayo literario. El autor se toma la licencia de realizar el cruce entre la realidad y la ficción, para dar a conocer lo que es y lo que no es, según lo ve. Tomando como base este ideal, se me ocurre que el escritor del que en esta ocasión hablo, pudo haber armado su obra. Mauricio Ortiz se inició en el mundo de la Medicina, pero por alguna razón terminó liado en el literario. Por eso, ha escrito libros sobre salud pública en México, publicado cerca de 500 artículos en revistas y periódicos de circulación nacional, pero también ha dado forma, al libro este. Del cuerpo. Ensayos de pie y de cabeza fue publicado en 1997 por una “marginal edición” que vio forma nuevamente en 2011 y al final en 2016 en manos de Tusquets editores. En esta obra, el lector enfrenta el drama del hombre que es perseguido en la calle por su propio cuerpo, a través de fragmentos, textos breves donde se habla de cada parte que lo compone. De forma curiosa se ve la manera en que el narrador vislumbra el alma, las manchas, la piel, las joyas de la familia, y todo aquello que reviste al hombre que es perseguido por una duda de lo que es y lo que no.
¿Ensayar el cuerpo?
En el texto, el autor habla del cuerpo como si se tratara de un vehículo que otorga sentido a la existencia. Según el narrador, cuando se desprende de la corporeidad y se mira a sí mismo, lo ve como el vehículo que le da sentido a la existencia del ser en el mundo, como un lugar donde nace, crece, y se relaciona con otros sujetos -que también poseen cuerpos-. Por medio de los sentidos -la piel, los oídos, los ojos, el gusto- capta sensaciones que pueden entrar en un momento estético. Y finalmente, el cuerpo da cuenta de la experiencia sensible a través de las emociones. Es evidente que pretende demostrar que hay dos instancias y no sólo una. Por un lado, está el cuerpo en función de su posición, y la otra, por medio de los actos. Son estos últimos lo que le dan sentido a todo. Quiere esto decir, el “yo piel” (explicitado en los ensayos sobre cada parte del cuerpo) soporta al “yo pienso” (que actúa a través de razonamientos y movimientos). Es decir, el reflexivo (los sentimientos, sentidos) activan al movimiento (comer, degustar, el placer).
Para terminar…
En este compendio de breves textos giran en torno a los secretos y glorias del cuerpo humano, pero a la vez hablan sobre lo que, de acuerdo con Mauricio Ortiz, emerge de él: memoria, recuerdos, fantasmas, o el sentido de la vida misma. De escritura elegante, extraña quizá, estos ensayos, prologados por Antonio Tabucchi -un ferviente lector de su obra-, exponen con ironía las virtudes de la carne, como si se mirara a través de un rayo láser. Ensayar al cuerpo responde a una necesidad de decirle al lector que la simple salida de uno mismo proporciona, además de un placer estético, una desestabilización de la experiencia cotidiana contada en el papel.
Puedes conseguir la obra en este enlace.