Infames…

O. Onetti
Mosaico De Letras
Published in
5 min readJan 14, 2019

Los antihéroes son seres que encajan con el hombre por reflejar la naturaleza del mismo. Trascienden sin haber actuado como los salvadores a los que estamos acostumbrados.

Los “antihéroes” protagonizan obras con acciones que resultan cuestionables, y, contrario a los otros, no poseen belleza, valores, o al menos no tienen las virtudes “aceptables”. Arte por Joel Salinas en DeviantArt.

Yo he pensado muchas veces que algunos personajes nacen sólo para habitar entre las páginas de los libros, en aquellos que les dan vida. Algunos surgen sólo para permanecer en las mentes de los lectores que los descubren en las aulas, las horas de ocio o las charlas literarias y las conversaciones online. Sin embargo, hay otros que, sin proponérselo, florecen de las letras de sus creadores para trascender, ir más allá, e instalarse de manera permanente en el universo y ser parte de una especie de memoria histórica, de la cultura de un pueblo entero. Sin pensarlo, sin desearlo, se vuelven ejes en la creación e incluso sirven a los otros como reflejo de la humanidad misma: son espejos del hombre.

Esta semana, me propuse hablar un poco sobre ese grupo especial. Y es que es importante recordar y hacer homenaje a esas criaturas que se convirtieron sin intención en íconos, porque si hay algo de cierto en ellos es que jamás se atoran en el tiempo. Quiero destacar a esos “seres” comunes que enfrentan problemas comunes y los resuelven de manera extraordinaria, sin que ello los convierta en héroes, por el contrario. Estos personajes de los que hablo tienen características antitéticas que los distinguen de estos últimos, pues sin querer realizan acciones “épicas” al conseguir sus fines, siguiendo métodos diferentes, con intenciones distintas o motivos que no son propiamente los de un salvador. Son pues, “héroes”, sin serlo propiamente. Estos “antihéroes”, porque esa es la forma correcta de llamarlos, protagonizan obras con acciones que resultan cuestionables, ya que, contrario a los otros, estos no poseen belleza, valores, o al menos no tienen las virtudes a los que muchos están acostumbrados.

Podemos empezar con el Lazarillo de Tormes, de autor desconocido, aunque atribuido a diferentes autores. Viajemos hacia el pasado, y detengámonos en el Siglo de Oro español; ahí nos topamos con un joven pícaro, un tal “Lázaro González Pérez”, quien consigue sus cometidos a través del engaño, el robo y la estafa, para sobrevivir apenas en condiciones humildes en una sociedad que a actúa de forma injusta y despiadada. Pese a lo poco convencionales que puedan parecernos sus acciones, los lectores se ganan la simpatía del personaje, quien podría ser visto como el precursor del antihéroe contemporáneo.

Creado por el español Miguel de Cervantes Saavedra, “El caballero de la triste figura” es un loco que lucha por sus ideales. Arte por Alejandro Rojas en DeviantArt.

Dando un salto hacia el año de 1605, nos encontramos a El ingenioso Hidalgo, Don Quijote de La Mancha, un sujeto que presenta a los lectores nulas características de lo que es considerado un héroe. Sin embargo, pese carecer de lucidez, “Don Quijote” saca su valentía para convertirse en caballero andante. Creado por el español Miguel de Cervantes Saavedra, “El caballero de la triste figura” es un loco que lucha por sus ideales. En sus momentos de claridad, hila sentencias sensatas, y en el fondo de su locura posee una gran imaginación con la que juega a su antojo para realizar sus cometidos. Aunado a esto, los personajes de la obra juegan con su idealismo, lo que lo hace comportarse necio pero sabio a la vez; es uno de los antihéroes más divertidos de la literatura y uno de los más leídos también.

Franz Kafka escribió una novela titulada La metamorfosis (1915) en la que un hombre llamado “Gregor Samsa” trabaja duro para ganar el sustento de su familia. Sin embargo, pese a ser bueno y de actuar de manera correcta de acuerdo a los valores de la sociedad y la época, una mañana despierta convertido en un insecto, un bicho que es repudiado por todos; ante ello, atraviesa el desprecio general y debe enfrentarse a una lucha para superarlo; su padre y hermana deben trabajar, mientras él permanece la mayor parte del tiempo en su habitación, pero al final logra la aceptación y se convierte en uno de los consentidos entre los lectores.

El “Principito” es un niño que viaja a través de diferentes planetas, cuestionando a quien se encuentre sobre situaciones que aparentemente no interesan a nadie. Arte por Agustín Arena en DeviantArt.

Años más adelante, justo en 1943, año donde se libraba una Guerra Mundial entre las potencias, Antoine de Saint-Exupéry nos presenta en El Principito a un niño que, sin realizar grandes proezas, asombra al lector por mostrarle al lector la realidad de la existencia. El personaje central, el “Principito” es un niño que viaja a través de diferentes planetas, cuestionando a quien se encuentre sobre situaciones que aparentemente no interesan a nadie. En su propio mundo, un planeta pequeño, presenta al lector un ejemplo de la condición del hombre en un mundo donde todo es discutible.

En Hispanoamérica vimos una serie de personajes, que, según una tesis que expuse alguna vez, inspirada en una obra de Jorge Luis Borges, pasaron a la historia sin hacer nada, y por eso, tenemos el honor de encontrar en la obra de Gabriel García Márquez a un antihéroe que ha sido parte del canon de fechas posteriores y del naciente siglo XXI. En El coronel no tiene quien le escriba (1961), Aureliano Buendía aparece como un héroe “venido a menos”. Luego de la guerra, no tuvo otra alternativa que refugiarse en casa y dedicarse a las labores del hogar, con lo que logra una inmediata conexión con el lector. De mentalidad y espíritu pensador, prefiere mantenerse alejado, debido a una actitud retraída, aunque bien es cierto que posee un carácter implacable. En la senectud demuestra que ha perdido toda emoción y sentimiento hacia el otro, y sobresale su incapacidad de amar. Es el más claro ejemplo de soledad en la literatura, y sin embargo, el lector se cautiva con él.

Esos personajes han servido de base en la creación artística y lo mejor es que no sólo funcionan en la literatura, sino que han servido como ejes de la creación de caracteres en el cine, la televisión y hasta en el cómic, pero no por actuar de una forma considerada aceptable. Estos seres “normales” encajan con el hombre por reflejar la naturaleza del mismo.

Ahora, reflexionemos un poco en algo que ya hizo Jorge Luis Borges, y como dije ya antes, sobre esos protagonistas de travesía “infame”: explotan herramientas que, según lo explicado por Michael Foucault “están del otro lado de la ley”, como quien dice, actúan fuera del bien y consiguen el ascenso al pedestal de lo superior, se colocan en la cúspide por mera simpatía del lector que concibe las descargas de la infamia para configurar una imagen universal.

Puedes conseguir ejemplares de los libros citados aquí.

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