La literatura y el futbol

O. Onetti
Mosaico De Letras
Published in
6 min readApr 23, 2019

¿En qué se parece el futbol a Dios? En la devoción que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales.

Eduardo Galeano, en Fútbol a sol y sombra (1995).

“Bible Ball” de Kevin de Boer en DeviantArt.

Muchos se preguntarán qué tiene que ver una cosa con la otra. Para algunos, pareciera que estos dos términos, estas dos ideas se alejan una de la otra, que de ningún modo tienen relación. Sin embargo, como toda práctica humana, el deporte aparece de alguna manera en la creación literaria como imitación de la realidad en que se está inserto, como elemento de la vida real que está entre todo lo que el ser humano realiza, nos guste el futbol o no. Hay quienes han retratado esta actividad como una de las acciones que se realizan en la vida, han escrito sobre esta disciplina y han creado personajes que viven de algún modo rodeados de futbol. En esta ocasión, me gustaría hablar sobre aquellos escritores que han representado la práctica deportiva del hombre en el balompié, el deporte más popular de todos.

Lo que primero debemos decir es que no todos los que han hablado del futbol muestran su agrado por el deporte. Por otro lado, hay quienes exaltan el juego de la pelota y las redes por algunas virtudes que los otros no contemplan. En este ejercicio, busco mencionar a algunos escritores que han estado en ambas posturas, porque como ya dije antes, a algunos les gusta y a otros no “porque la creación corresponde a la cabeza y no a los pies”.

  • Jorge Luis Borges, escritor argentino, cuestionó la práctica del futbol, señalando la popularidad del mismo de manera tajante “no hay nada más popular que la estupidez”, no sin antes haber señalado: “once jugadores contra otros once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos”. Este autor dio a conocer de este modo su desprecio a este deporte, y muchos han dicho que descargó sus odios contra éste, incluso realizando una conferencia sobre la “inmortalidad” justo el día en que la Selección de su país jugaba contra Holanda. Dedicó mucho su tiempo en explicar su percepción sociológica de éste por medio de la literatura, aún si no precisamente lo exaltaba.
  • Un apasionado del futbol fue Roberto Bolaño, quien en su obra hace referencias al deporte sin que este sea tema central de una de sus obras. En el cuento “Buba”, de la colección Putas Asesinas (2001) el personaje principal, un futbolista fichado para jugar en el club Barcelona, atraviesa por una serie de dificultades para consolidarse en uno de los más grandes equipos del mundo, y llega a la decadencia; justo en el punto más bajo, conoce a un jugador africano, “Buba”, quien mediante rituales de sangre lo lleva a ser invencible en el césped. “Buba corrió por su batida, rápido, mucho más rápido de lo que había estado en el resto del partido, se acercó a unos cuatro metros del área grande y cuando todos esperaban que centrara soltó un tiro que sorprendió a los dos defensas que tenía delante y al arquero, un tiro con un chanfle como yo no había visto nunca, un disparo endemoniado propio sólo de los jugadores brasileños, que se coló por la escuadra derecha de la portería contraria y que puso a todos los espectadores de pie”.
  • Para Jean-Paul Sartre, el futbol es el mejor ejemplo de la relación del hombre con las acciones del otro. Según decía, cada jugador tiene un deber, y los espectadores en los encuentros son un grupo adverso junto a los otros jugadores. Si bien es cierto que este pensador francés se pasaba el tiempo divagando o escribiendo en los cafés parisinos, lo es también que disfrutaba del deporte, como lo evidencia su Crítica de la razón dialéctica (1960), donde deja clara una analogía en la visión de la condición del hombre según el existencialismo: “En el futbol todo se complica por la presencia del equipo adversario”.
  • El alemán Peter Handke escribió El miedo del portero ante el penalti (1942), donde la figura literaria está precisamente en el arquero, que no actúa en la cancha, sino que tras una expulsión es sacado de un partido. En otra escena, mira un juego en la televisión de un bar, y tras haber asesinado a la cajera de un cine, encuentra en el cobro de un penalti la relación de su destino con la del otro guardameta: “De repente, el jugador echó a correr. El portero, que llevaba una camiseta de un amarillo chillón, se quedó parado sin hacer un solo movimiento, y el jugador le lanzó el balón a las manos”.
  • El autor argentino Andrés Neuman escribió hace tiempo un texto titulado “El gol y la Memoria”, que fue publicado por la Revista literaria Mercurio en 2002. En este, esboza la unión entre el futbol y la poesía: “Por eso Maradona, además de un imposible cuento fantástico en diez segundos, con aquel gol zigzagueante acababa de escribir, sin saberlo, el nuevo Martín Fierro. Todo un poema épico que, además de ser relatado hasta la saciedad en las calles, venía a terminar de dibujar el espejismo de la reconstrucción”.
  • Albert Camus jugó futbol en su juventud y fue portero. Sobre este deporte, dijo alguna vez: “Porque, después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”, y esto quedó evidenciado en sus escritos. Estudiosos de su obra han encontrado similitudes del existencialismo que abundaba en sus obras con el trabajo en la portería, pues el absurdo se encuentra en el destino del guardameta, puesto que será él el culpable siempre de que su equipo pierda, haya hecho buen trabajo o no.
  • Sin duda, quienes disfrutamos el futbol y también la literatura sabemos que ese mismo gusto tenía el uruguayo Eduardo Galeano. Escribió él libros como El fútbol a sol y sombra (1955), donde deja en claro la idea de que “uno puede cambiar de religión o mujer, pero no de equipo”, defendiendo el amor por una ideología que de ninguna manera puede ser reemplazada. Sin embargo, en lo personal, lo que me gusta más es esa idea en la que explica lo que siente por un final inevitable: “Y yo me quedo con esa melancolía irremediable que todos sentimos después del amor y al final del partido”.
  • Curiosamente, pese a que muchos suponemos que la poesía y el futbol de ninguna manera se pueden juntar, el español Rafael Alberti escribió un poema titulado “Oda a Platko”, aludiendo el portero húngaro de dicho nombre justo cuando ese país era cumbre en el futbol mundial. Este es un fragmento del poema:

Nadie se olvida, Platko/ no, nadie, nadie, nadie,/ oso rubio de Hungría./ Ni el mar,/ que frente a ti saltaba sin poder defenderte./ Ni la lluvia./ Ni el viento, que era el que más regía./ Ni el mar,/ ni el viento,/ Platko, rubio Platko de sangre,/ guardameta en el polvo, pararrayos”.

Es evidente el gusto por el deporte y nuevamente, esa visión del portero como el creador de la estética en el futbol.

Estos son algunos textos que todo aficionado a la literatura y el futbol debería leer, sobre todo en días como estos, en los que los ánimos se calientan entre los aficionados que disfrutan la batalla en el terreno de juego, pero que además, contemplan el deporte como una demostración más del drama, la comedia, y otros sentimientos del hombre a través de su combinación. En una primera etapa, el balompié era visto como una práctica baja; poco a poco la balanza ha ido inclinándose, llegando al punto en que literatura y el futbol conviven, el tema se vuelve uno de los más populares entre los autores, y la técnica del manejo, el control del balón y el gol permite que se recurra al arte de la palabra para ser narrado.

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