Por si acaso…
Con desgano, piensa que en la urbe, víctima de la pandemia, algunos se han convertido en profesionales en el arte de dejar para después lo que se puede hacer hoy, con el pretexto de que “preferiría no hacerlo” por el alto riesgo de contagio.
Para el habitante de la ciudad, la procrastinación se ha vuelto una forma de vida, con excusa de la cuarentena. Con desgano, piensa que en la urbe, víctima de la pandemia, algunos se han convertido en profesionales en el arte de dejar para después lo que se puede hacer hoy, con el pretexto de que “preferiría no hacerlo” por el alto riesgo de contagio del virus, e imagina que para los estudiosos de la conducta humana se ha vuelto interesante el cómo ha decaído el ánimo humano, mientras que para los lingüistas, ha sido un objeto de estudio la manera en que las personas se comunican o cómo han dejado de hacerlo… Algunos otros simplemente han hecho nada esperando un mejor mañana.
Mientras se restriega los ojos, el habitante piensa que procrastinar de pronto se volvió una moda que hasta se presume como si fuera una virtud… Le cansa ver a quien le fascina decir que tiene una larguísima lista de libros, películas o series pendientes, pero que los dejará para el día siguiente… por si acaso, porque el demonio meridiano le ha impedido gozarlos y porque estima que la espera será larga, muuuucho máááás larga de lo que se habría imaginado.
Supone que ha intentado no caer en ese vicio espantoso, y luego bosteza al percatarse de la nota nocturna que muestra al periquito que saluda en varios idiomas, pero las ideas se le han ido y aunque sirvan para modificar un tanto lo que le provoca el no hacer algo, desea realizarlas otro día con más calma, por si acaso… por si se le ocurre una mejor manera para llevar todos sus planes a cabo.
